Clásicos Cristianos – Mansedumbre y Reposo 3

 

Continuemos.

El hombre de cultura teme hallar algún día un hombre más culto que él. El que tiene algún dinero sufre la humillación de ver a uno que tiene más que él. El hombre instruido padece el temor de enfrentarse con otro mejor instruido. La que se llama «sociedad» no es otra cosa que esto, y no tiene mejores motivaciones que estas. Las clases pobres son un poquito mejor.

Que nadie se sonría por esto. Estas cargas son reales, y están matando poco a poco a sus víctimas, presas de este modo de vida. Y la psicología creada por años de practicar estas cosas hace a la verdadera mansedumbre tan irreal como un sueño y tan lejana como una estrella. A todas las víctimas atormentadas por estos males Jesús les dice: «Debéis convertiros y ser como niños». Porque los niños no hacen comparaciones; se gozan con lo que tienen, sin relacionarlo con lo que tienen otros. Solo cuando crecen y se hacen adultos es que el pecado se desarrolla en sus corazones y comienzan a sentir los celos y la envidia. Entonces se vuelven incapaces de gozar lo que ellos tienen si alguien tiene más que ellos. A partir de ese momento se les envenena la existencia, y nunca se ven libres hasta que viene Jesús y les quita la carga.

Otra fuente de cargas es la artificialidad. Yo sé que hay muchísima gente que vive bajo el perpetuo temor de que alguno de sus amigos puede echar una mirada en su interior y comprobar cuan vacía está su alma. Por eso nunca aflojan su tiesura. Gente brillante vive tensa y alerta, en temor de ser pillados diciendo alguna cosa vulgar o estúpida. Gente que viaja mucho vive con el miedo de hallar algún día algún Marco Polo que ha viajado por donde ellos nunca han ido.

Esta condición antinatural es parte de la triste herencia de pecado que todos tenemos, pero que agravamos cada día por nuestra manera de vivir. La publicidad comercial se basa en este hábito de simulación. Se ofrecen cursos de aprendizaje para brillar en una fiesta o reunión. Se venden libros, y se mercan cosméticos, apelando siempre a este deseo insano de querer aparentar lo que no se es. La artificialidad es una cosa que desaparece en el momento que nos arrodillamos ante Cristo y le pedimos mansedumbre. Entonces ya no nos importa lo que la gente piensa de nosotros, sino solo agradar a Dios. Entonces somos lo que realmente somos, y lo que parecemos ser, nos importa un pepino.

El corazón de la gente se quiebra bajo esta carga de orgullo y simulación. Y no hay ningún alivio para esa carga, a menos que se la encuentre en la mansedumbre de Jesús. El sentido común y la sensatez pueden ocasionalmente ofrecer algún alivio, pero este vicio es tan fuerte que al echárselo de un lado reaparece en otro. Jesús dice a hombres y mujeres en todas partes: «Venid a Mí los que estáis trabajados y cargados, que yo os daré descanso!».

El descanso que El ofrece es el descanso de la mansedumbre, el bendito descanso que nos viene al aceptarnos tal como nosotros somos, sin ninguna clase de simulación. Se necesita algún coraje al principio, pero pronto viene la gracia necesaria al comprender que estamos compartiendo el yugo con el fuerte y poderoso Hijo de Dios. El lo llamó «mi yugo», y él lo toma de un lado cuando nosotros lo tomamos del otro.

«Señor, hazme como un niño. Ayúdame a dejar de competir con otros por puesto y figuración. Líbrame de la simulación. Perdóname por pensar demasiado en mí mismo. Ayúdame a olvidarme de mí mismo y hallar mi verdadera paz en el hecho de pertenecerte a Ti. Contéstame esta oración que humildemente dirijo a Ti. Pon sobre mí tu yugo fácil de llevar, y haz que halle descanso al olvidarme de mí y de mis problemas, amén».

Extracto del libro “La Búsqueda de Dios”

Por A. W. Tozer

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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