Predicaciones Cristianas – Tres Principios Grandiosos 4.
Continuemos.
Nótese que lo que el Señor Jesús está destacando aquí no es simplemente un acuerdo para pedir una cosa, sino más bien un acuerdo en la Tierra tocante a cualquier cosa que pidieren. Él no quiere decir que dos personas se pongan de acuerdo en la Tierra tocante a cierta cosa y luego la pidan; no, lo que el Señor Jesús está diciendo es que, si se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa, entonces cualquier punto particular que pidan, les será hecho por su Padre que está en los cielos. Esto es lo que se llama la unidad del cuerpo, o pudiera decirse, la unidad en el Espíritu Santo.
Si un individuo no ha vencido la carne, se considerará como un superhombre y, en su propia opinión, el cielo tiene que oírlo. No; si usted no está en la unidad del Espíritu Santo, ni está orando en la armonía del Espíritu Santo, espere y vea si el cielo lo oye en absoluto. Puede orar, pero el cielo no atará lo que usted ate, ni desatará lo que usted desate. Porque esto no es algo que usted sea capaz de hacer por sí mismo. Si usted piensa que puede hacerlo solo, eso claramente es necedad. Pues lo que el Señor declara es lo siguiente: «Si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidieren, les será hecho por mí Padre que está en los cielos».
Esto significa que si dos de ustedes están en armonía en todas y cada una de las cosas, una armonía como la de la música, entonces, cualquier cosa que pidan les será hecha por el Padre celestial. Para hacer tal clase de oración se necesita la obra del Espíritu Santo en las personas que oran. Es decir, yo, como uno de los hermanos, soy llevado por Dios hasta el punto en que me niego todos mis deseos y sólo ansío lo que el Señor quiere. Él y yo, yo y él, somos ambos llevados hasta un punto en que hay tal armonía como en la música. Y entonces, todo lo que pidamos, Dios en el cielo nos lo dará.
No se imagine que, simplemente tan pronto nos pongamos de acuerdo sobre algún asunto para orar (sin la previa armonía en el Espíritu Santo), nuestra oración será oída. Así no es. Las personas que tienen la misma idea, a menudo tienen muchos conflictos. El solo hecho de tener la misma meta no garantiza la ausencia de discordia. Puede ocurrir de dos personas, que ambas quieren predicar el Evangelio, pero aun así pueden reñir entre sí. Dos personas pueden desear grandemente ayudar a otros, y sin embargo, puede haber fricciones entre ellas. La igualdad de propósito no significa necesariamente armonía.
Debemos comprender que en la carne no hay posibilidad de armonía. Sólo cuando el Señor se ocupa de nuestra vida carnal, y comenzamos a vivir en el Espíritu Santo -que yo viva en Cristo y que usted igualmente viva en Él-, tendremos armonía, y sólo entonces podremos orar de acuerdo sobre determinado asunto.
Aquí, pues, hay dos aspectos de una misma cosa: el primero es estar en armonía con respecto a todas las cosas; el segundo es pedir cualquier cosa. Necesitamos ser llevados por Dios a un punto como este. Aparte del cuerpo de Cristo, no hay lugar en que pueda hallarse la armonía cristiana. La armonía está en el cuerpo de Cristo. Sólo allí existe la ausencia de rivalidad, sólo allí está la armonía.
Si el Señor trata con nuestra vida carnal, y somos llevados a conocer lo que realmente es el cuerpo de Cristo, entonces estamos en armonía, y nuestra oración conjunta también estará en armonía. Porque estamos en el plano de la armonía, también estamos de acuerdo con cualquier asunto en particular. Puesto que lo que vemos es armonioso, estamos capacitados para ser voceros de la voluntad de Dios. Hermanas y hermanos, cuando ustedes estén orando por cierto asunto, si tienen diferencias de opinión, tengan cuidado no sea que cometan un error. Sólo cuando toda la Iglesia se reúne y se pone de acuerdo en cuanto a ese asunto, hallamos que el cielo quiere hacerlo. Por tanto, por esta razón, confiemos en la Iglesia local.
(CONTINÚA…)
Extracto del libro “El Ministerio de Oración de la Iglesia”
Por Watchman Nee
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