Chicato es una palabra del lunfardo argentino que significa “alguien corto de vista”.

Soy “chicato”… Ya está… lo dije. Si usted me saca los lentes no veo una vaca dentro de un baño. No siempre fue así, pero ahora uso anteojos permanentemente. Los necesito para leer, pero como Samuel, un hermano que tiene una óptica, me los hizo graduales los uso todo el día, solo me los saco para dormir. Es un inconveniente no ver bien, salvable, pero inconveniente al fin. Siendo una persona que vivo leyendo o escribiendo no es un detalle menor. Ser corto de vista te hace perder detalles y se complica más cuando no hay luz. Hoy al leer la Biblia, obviamente con mis lentes puestos, me di cuenta que hay algo más complicado y es ser “chicato” de corazón.

Pido también que les sean iluminados los ojos del corazón para que sepan a qué esperanza él los ha llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre los santos, y cuán incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos (Ef.1:18-19).

Pablo ruega que sean iluminados los ojos del corazón. Que Dios les ponga lentes a los ojos del corazón para que puedan ver con claridad. ¿Qué cosas podemos perdernos si somos “chicatos” de corazón?

1. La Esperanza a la que Él nos ha llamado. La vida eterna es la esperanza que tenemos. No como esperanza futura solamente, sino como una experiencia diaria. Cualquier espera que saque de enfoque nuestra vida es una distracción y no una estación en nuestro peregrinar.

2. La Riqueza de su Gloriosa Herencia. “Su divino poder, al darnos el conocimiento de aquel que nos llamó por su propia gloria y potencia, nos ha concedido todas las cosas que necesitamos para vivir como Dios manda” (2 Pedro 1:3).

3. La Grandeza de su poder a nuestro favor. “Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros” (Ef.3:20).

Necesitamos ver esto porque como dice el dicho: Ojos que no ven… corazón que no siente. Necesitamos ser muñidos de lentes, si me permiten abusar del simil,  que nos iluminen la visión.

¿Cuáles son los lentes? Sin lugar a dudas, los lentes son la fe en Jesucristo. Solo por fe podemos ver lo que la visión natural es incapaz de percibir. A veces creemos que vemos porque en un mundo de ciegos el tuerto es rey… pero el deseo de Dios es que tengamos visión 100/100.

En la Biblia hay un registro de un hombre al que Jesús sanó de su ceguera. (Mr.8:22-26)¿Lo recuerda? Es el único caso bíblico donde Jesús dio un segundo toque para completar la sanidad. En el primero, el hombre veía pero defectuosamente y por lo tanto necesitó de un segundo  para ver claramente. Pablo ora por ese segundo toque en la vida de los de Éfeso.

Un toque de Dios a nuestro corazón para creer que la vida cristiana es completa y que, como diría aquel soneto, “el que a Dios tiene, nada le falta, solo Dios basta”.

Hoy es un día para responder como Bartimeo ante la pregunta de Jesús: …Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista (Mr.10:51b).

Necesitamos ver bien todo lo que tenemos, todo lo que haya a nuestra disposición y cuál es nuestra real esperanza. Si estoy triste necesito un segundo toque, si estoy desapasionado también. Necesito que Dios me haga ver 100/100.

Hoy vengo a ponerme los “lentes de la fe” mediante las promesas que Dios me ha hecho, creyendo que tengo todo en Cristo y que solo en Él encuentro lo necesario para mi diario andar. No andaré en la vida “palpando”, vacilante, sin seguridad. Yo decido creer que mi esperanza es cierta, mi herencia es asombrosa y mi poder es formidable. Lo creo. “Quien a Dios tiene nada le falta, solo Dios basta”. Amén.

Por Daniel Cattaneo

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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