Devocional Diario – CÓMO LEER LA BIBLIA PARA AGIGANTAR LA FE

«Nunca se aparte de tu boca este libro de la Ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito, porque entonces harás prosperar tú camino y todo te saldrá bien» (Josué 1:8).

Dios está preparando aquí a Josué para la conquista de la tierra prometida. Entre las cosas que le aconseja, hace énfasis en que La Palabra no se aparte de su boca, que medite en ella de día y de noche.

Josué era un hombre como nosotros, con una tarea enorme por delante, pero tenía que hallar tiempo para meditar en la ley de Dios, ya que cada orden dada al pueblo debía ser conforme a la voluntad y el mandato del Señor; por eso, tanto su conducta personal como cada uno de los actos de gobierno tenían que ser guiados por la ley divina. La Palabra era de vital importancia para este líder si quería tener victoria, conquistar, prosperar y que todo le saliera bien conforme a la promesa de Dios.

¿Y qué de nosotros en este tiempo?

La Palabra de Dios debe ocupar un lugar de suma importan­cia en nuestra vida, necesitamos buscar la revelación y el cono­cimiento pleno. Nada ni nadie puede reemplazar sus consejos y enseñanzas. En este tiempo debemos meditar en ella para que de esa manera se formen dentro de nuestra mente imágenes, sueños y proyectos que luego desarrollan la fe y nos llevan al campo de la conquista y las realizaciones.

Estamos en un tiempo de gran confusión, con falsos maestros, falsos profetas, mentiras diabólicas. Hay comezón de oír y se oyen falsedades que son aceptadas porque la gente desconoce la verdad; solo el que está parado en la perfecta ley puede permanecer firme y no caer en seducciones, hechicerías y manipulaciones del enemi­go. Por eso, el conocimiento de La Palabra y el meditar en ella nos lleva a crecer cada día, y no hay filosofías ni falsas doctrinas que nos puedan mover de la verdad, tampoco de la fe en Cristo Jesús.

Por esa razón debemos:

• Escuchar la voz de Dios al leer La Biblia. Nuestros oídos es­pirituales deben ser sensibles a su voz, reconocerla para que nada nos confunda.
• Retener lo que el Señor nos revela. Atesorarlo en nuestro co­razón, para que no solo sea logo o conocimiento, sino que La Palabra sea rhema que penetre, sane, libere, ministre, levante y haga crecer nuestra fe.
• Aplicar lo que dice su Palabra a nuestras vidas. La Palabra no es para otros es para mí, para mi vida, para mi familia. Si no la aplico en mi vida y la obedezco, de nada me sirve. Es un libro de historia más.
• Compartir lo que el Señor habló a mi vida. Primero lo reci­bo, lo aprendo, lo obedezco y luego lo comparto con los demás. «Para que todos lleguemos a la unidad de la fe, al conocimiento de Jesucristo, al varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo Jesús».

Sin la Palabra no hay crecimiento, sin crecimiento se debilita la fe y sin fe no somos nada. Si queremos agigantar nuestra fe, que nuestros caminos sean prosperados y que todo nos vaya bien, entonces tomemos el con­sejo que Dios le dio a Josué para cada uno de nosotros, y esta Cómo leer La Biblia para agigantar la fe promesa también será cumplida en nuestras vidas, lograremos conquistar todos nuestros sueños y proyectos. Una fe grande alcanza sueños grandes.

Motivos de Oración.

• Señor, gracias por tu Palabra, porque en ella nos ben­dices y nos muestras tu amor.
• Señor, ayúdanos a buscar continuamente en tu Pala­bra y revélanos tus misterios ocultos.
• Señor, agranda nuestra fe.

Acción Práctica.

Coloca los «imposibles» de tu vida en las manos de Dios. Bus­ca en oración la palabra que Dios te quiere dar específicamente para tu problema.