Devocionales Cristianos – ¡Es Cuestión de Actitud! 2

 

Continuemos.

¡Es Cuestión de Actitud!

Por otra parte, el profeta le dijo a la mujer: «¿Qué tenés?» Ella contestó: «Una vasija». Él contestó: «Con eso alcanza, lo vamos a usar para traer bendición, porque a Dios no le importa lo que tengas; le importa tu actitud». Debemos aprender a usar lo que tenemos. ¡Siempre habrá una palabra profética que traerá bendición a mi vida!

Al enterarse de la deuda, la mujer se quejó: «¿Cómo voy a hacer para pagar?» y el profeta le dijo: «Me hablás de tu deuda, pero yo tengo una palabra divina, profética, que te va a traer solución».

Dios te habla de una manera y a mí de otra pero a todos nos habla por igual. Si estás con tu oído atento, tomarás tu palabra rhema, la usarás y Dios traerá multipli­cación. Esto es debido a que la Palabra de Dios es poderosa en el nombre del Señor. Sin embargo, cuando Dios te da una palabra, al comienzo parece rara. El profeta le dijo a la mujer: «Metete en la casa y juntá todas las vasijas vacías». ¡Imagínate! La mujer dijo: «Soy pobre, se llevaron a mis hijos como esclavos, ¡y encima viene un loco que me dice que me encierre con pedazos de vasijas vacías!».

Lo mismo podemos sentir nosotros cuando Dios nos habla, pero cuando empezamos a echar el aceite, vemos que funciona… entonces echamos otra, y otra y otra vez. Cuando captamos la palabra, la entrenamos, la hacemos parte de tu ser, entonces la abun­dancia viene a nuestra vida.

En todo problema, hay una palabra profética para mí. Esto significa que Dios no me dará la solución correcta, sino una idea de oro. Siempre que hay un pro­blema, buscamos la solución correcta. Y Dios no te da la solución correcta, te da la idea de oro. Sin embargo, la idea de oro no siempre es lo que creemos correcto. Lo correcto en este caso, no era tomar una vasija, juntar vasijas vacías y echar con la única vasija que tenía; eso era una cosa loca. Porque cuando Dios te habla, te da una idea de oro con la cual podés estar de acuerdo o no, pero si la obedecés, siempre te traerá ben­dición.

Entonces, juntaron todas las vasijas y tomando la vasija con aceite, la mujer echó en la vacía y se llenó, echó y se llenó, echó y se llenó. Cuando todas las vasi­jas se llenaron, entonces cesó el aceite. Al venir el profe­ta, la mujer cambió de actitud. El profeta le dijo: «Vendé el aceite, pagá la deuda y de lo que quede, viví vos y tus hijos». Tenés que aspirar a que Dios te dé tanta abundancia, que ni vos ni tus hijos tengan que trabajar nunca más por la superabundancia que Dios te quiere dar. Así, dejarás herencia de abundancia a tus hijos.

El único que puede detenerte por completo SOS VOS. ¡El único límite que Dios conoce es el que vos le ponés! El problema de límites no es de Dios, es tuyo y mío, cuando decimos «hasta acá llegué», ya que la voluntad de Dios para nuestras vidas es la superabundancia.

Mi debilidad de hoy será mi fortaleza mañana. ¿Cuál era la debilidad de la mujer? La deuda. ¿Cuál fue su fortaleza? El dinero. Todo lo que hoy te debilita, mañana será fortalecido ¡de donde Dios te saca, allí te envía pero te envía restaurado y bendecido!

¿Sabés qué simbolizan las vasijas? La gente. El Profeta le dijo: «Pedí a tus vecinos vasijas» Cada persona es una vasija. La gente está vacía, pero vos tenés una vasija que tiene aceite, o sea el Espíritu Santo, de la cual los vas a llenar. La gente está vacía porque vive sin Cristo, sin nada. Pero tu vasija puede llenar todas las vasijas que consigas. Entonces, toda la gente que se acerque tendrá de tu aceite y serán personas libres en el nombre del Señor. ¡Llená las vidas que están vacías del Espíritu Santo y este te traerá los recursos que te hacen falta! Buscá las vasijas, llenálas del Espíritu Santo y el mismo Espíritu te traerá bendición, saldrá a tu favor. Todas esas personas que bendijiste saldrán y te traerán abundancia.

Es tiempo de tener una buena actitud y buscar vasijas vacías; es tiempo de dar la unción que tenés; es tiempo de caminar en fe, de hablar bendición. Pensá que los seres humanos somos como los peces. Cuando pescamos un pez, el pescado sale del agua salada, pero cuando lo probás, no está salado. De la misma forma, no debemos permitir que las tormentas exteriores entren en nuestro espíritu. Eso es la actitud, ¡es la naturaleza vencedora de Cristo!

Tu actitud es rodear tu vida del perfume de Dios. Mirá con los ojos de la fe. Tomá la palabra que Dios te da. Confesá fe. Rompé tu vida delante de Dios. ¡Tu vida tiene que ser vaciada para que otras vidas sean llenas y para que luego la tuya sea aún más llena!

Extracto del libro “Emociones Lastimadas”

Por Bernardo Stamateas

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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