Devocional – Gente Que Usa Máscaras
Pasaje clave: 1º Reyes 14:1-2, y 2º Corintios11:14.
Las máscaras son actitudes que ponemos delante de nosotros para que los demás no nos descubran. Las máscaras sirven para escondernos de los demás y para convencerlos de algo que en realidad no somos. Pero las máscaras necesitan de nuevas máscaras para poder sostenerse.
1. La Máscara de ser adinerado.
Gente que no tiene un mango partido por la mitad pero quieren convencer a todos de que tienen plata. Viven pidiendo prestado y viven endeudados para “mostrarle” a los demás que tienen dinero.
2. La Máscara de la superioridad.
Gente que necesita demostrarle a los demás cuánto saben. No les interesa aprender sino demostrar que saben mucho. Necesitan impresionar a los demás. El que usa esta máscara es porque en realidad se siente inferior.
3. La Máscara de la víctima.
Gente que vive poniendo excusas: “Estoy enfermo”, “Vivo lejos”, “No tengo plata”, “Tengo muchos hijos”, “Todos me rechazan”, “Nadie me quiere”.
4. La Máscara de la falsa humildad.
Gente que dice: “Con lo que gano estoy bien, ¿para qué más?”. “¿Para qué un auto, si con la bici me arreglo?”. “A mi no me interesa la prosperidad”. “Soy pobre, pero honrado”.
Cuando usamos máscaras dejamos de ser nosotros mismos.
Usamos máscaras por miedo, porque nos sentimos inseguros.
Usamos máscaras porque en el fondo nos condenamos a nosotros mismos.
El Espíritu Santo sacará mis máscaras porque las máscaras ocultan lo mejor de mi: a mí mismo.
Cuando Dios quita mis máscaras dejo de juzgarme (condenarme) a mí mismo y de juzgar (condenar) a los demás.
Son los religiosos los que nos condenan diciéndonos “Qué hiciste”. Pero Dios nos dice: “¿Dónde estás? Quiero que vuelvas a estar conmigo, voy a sanarte, voy a restaurarte, voy a liberarte y vas a volver a tener la comunión que siempre tuviste conmigo”. (Gn.3:9).
Tenés que dejar de invertir energía en condenar a los demás y en condenarte. Tenés que dejar de invertir energía en mantener tu máscara. Poné toda tu energía en alcanzar tus sueños.
“Gracias Señor porque vos me querés como soy, desnudo como estoy. No necesito ocultarme, no necesito taparme, no necesito sentirme mal porque tu amor viene a buscarme para tener comunión. Gracias por aceptarme tal como soy”.
Por Bernardo Stamateas