Devocionales Cristianos – Yo Entiendo Tu Dolor 2

 

Continuemos.

Él entiende la situación por la que estás pasando. Nuestro Señor no simplemente se conduele,  Él responde «generosamente y sin reprocharnos» (Santiago 1.5). ¿Cómo puede hacer eso? Nadie lo ha dicho más claramente que el autor de Hebreos 4.15–16.

¿Por qué la garganta del cielo llegó a estar tan seca? Para que pudiéramos saber que Él entiende; para que todo el que sufre oiga la invitación: «Confía en mí».

La palabra confiar no aparece en el versículo que habla de la esponja y el vinagre, pero encontramos una frase que nos ayuda a confiar. Observa la frase antes de aquella donde Jesús dice que tiene sed: «Para que la Escritura se cumpliera, Jesús dijo, “Tengo sed” (Juan 19.28). Allí, Juan nos da el motivo detrás de las palabras de Jesús. Nuestro Señor estaba preocupado por el cumplimiento de la Escritura.

De hecho, el cumplimiento de la Escritura es tema recurrente en la pasión. Fíjate en esta lista:

La traición de Judas a Jesús ocurrió «para hacer realidad lo que la Escritura decía» (Juan 13.18; Juan 17.12).

La suerte sobre la ropa tuvo lugar «para que esta Escritura se hiciera realidad: “Dividieron mi ropa entre ellos, y echaron suerte sobre mi manto” (Juan 19.24).

A Cristo no le rompieron las piernas «para que se cumpliera la Escritura: “Ni uno de sus huesos será roto”» (Juan 19.36).

El costado de Jesús fue horadado para que se cumpliera el pasaje que dice: «Mirarán al que traspasaron» (Juan 19.37).

Juan dice que los discípulos quedaron atónitos al ver la tumba vacía porque «no entendieron la Escritura donde dice que Jesús debía resucitar de entre los muertos» (Juan 20.9).

¿Por qué tanta referencia a la Escritura? ¿Por qué, en sus momentos finales, Jesús estuvo decidido a cumplir la profecía? Él sabía de nuestras dudas. Y de nuestras preguntas. Y como no quería que nuestras cabezas privaran a nuestros corazones de su amor, usó sus momentos finales para ofrecer la prueba de que Él era el Mesías. En forma sistemática fue cumpliendo las profecías dadas siglos atrás.

Cada detalle importante de la gran tragedia se escribió de antemano:

  • La traición por parte de un amigo cercano (Salmos 41.9)
  • El abandono de los discípulos después que lo apresaron (Salmos 31.11)
  • La acusación falsa (Salmos 35.11)
  • El silencio ante sus jueces (Isaías 53.7)
  • El ser hallado sin culpa (Isaías 53.7)
  • El ser incluido entre los pecadores (Isaías 53.12)
  • Su crucifixión (Salmos 22.16)
  • Las burlas de los espectadores (Salmos 109.25)
  • Las mofas de los incrédulos (Salmos 22.7–8)
  • Las suertes sobre sus ropas (Salmos 22.18)
  • La oración por sus enemigos (Isaías 53.12)
  • El abandono por parte de Dios (Salmos 22.1)
  • La entrega de su espíritu en las manos de su Padre
    (Salmos 31.5)
  • La decisión de no romperle las piernas (Salmos 34.20)
  • Su sepultura en la tumba de un hombre rico (Isaías 53.9)

¿Sabías tú que en su vida Cristo cumplió 332 profecías diferentes del Antiguo Testamento? ¿Cuáles serían las posibilidades matemáticas que habría para que una persona cumpliera todas estas profecías durante su vida?

¿Por qué Jesús proclamó su sed desde la cruz? Para poner una tabla más sobre aquel puente firme por el cual pueda pasar el incrédulo. Su confesión de estar sediento es una señal para todos los que le buscan de que Él es el Mesías.

Su acto final, entonces, es una palabra cálida para los cautos: «Puedes confiar en mí».

¿No necesitamos alguien más en quien confiar? ¿No necesitamos para confiar a alguien que sea más grande que nosotros? ¿No estamos cansados de confiar en personas de esta tierra para que nos entiendan? ¿No estamos cansados de confiar en las cosas de esta tierra para lograr fortaleza?

Un marinero que se está ahogando no pide ayuda a otro marinero que se esté ahogando. Un preso no le ruega a otro preso que lo deje libre. Un pordiosero no va a pedir ayuda a otro pordiosero. Él sabe que necesita acudir a quien sea más fuerte que él.

El mensaje de Jesús a través de la esponja empapada con vinagre es este: Yo soy esa persona. Confía en mí.

Extracto del libro  “El Escogió los Clavos”

Por Max Lucado

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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