Mis hijos me cargan y me dicen: “Belso”. Mi mamá se llamaba Belsi y ellos sostienen que cada vez me parezco más y más a ella. Obviamente ellos se ríen no de sus virtudes en mí sino de algunas conductas que eran características de ella, por ejemplo, de cómo exagero cuando alguien me pisa el pie, de la expresión cuando hay algo en televisión que no me gusta, de cómo me pongo porfiado en ciertas cuestiones o de cómo me vuelvo obsesivo en la distribución de las cosas. Todas marcas registradas de mi mamá. Evidentemente los genes tienen su poder y si sumamos los 43 años que disfrute de su acompañamiento… me estoy convirtiendo en un “Belso”.

Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu. (2 Co.3:18).

Pablo dice que nos estamos transformando en personas cada vez más parecidas a Jesús. De alguna manera, alguien puede reconocer en nosotros a Jesús. Se han activado en nosotros genes espirituales que a medida que avanzamos en la vida cristiana nos van mutando a la imagen de Cristo.

¿Cómo es posible que yo me parezca cada vez más a Jesús? Pablo dice que este mirar a Jesús con el rostro descubierto nos transforma.

Mirar a Jesús… como Moisés, nosotros podemos ver la Gloria, hablar cara a cara con Dios. Miramos a Dios cara a cara en la mirada de fe que hacemos a Jesús.

A Dios nadie lo ha visto nunca; el Hijo unigénito, que es Dios y que vive en unión íntima con el Padre, nos lo ha dado a conocer. (Jn.1:18).

Cuando lo miramos nuestro rostro es modificado. La Gloria tiene el poder de cambiar aquello que toca. Cuando la Gloria toca un hogar, una vida, un matrimonio lo cambia… Por eso la palabra dice: Radiantes están los que a él acuden; jamás su rostro se cubre de vergüenza. (Salmo 34: 5).

Por eso los sacerdotes bendecían: El Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia. (Nm.6:25)

La Gloria se pega en aquel que mira a Jesús y esa Gloria te transforma te hace cada vez más parecido a Jesús. Ese mirar activa los genes espirituales y nos hace tal como Él es. Un día se nos promete que:

Cuando Él se manifieste, seremos semejantes a El porque le veremos como Él es. (1 Jn.3:2)

Suelo ver gente que imita a algún famoso… a veces, los parecidos son notables… pero parecido no es lo mismo. La religión te pone un listado para parecerse, la relación nos hace como. A los discípulos su manera de hablar les traicionaba… delataba su conexión con Jesús. Espero producir lo mismo cuando alguien considere:

  • Mi carácter. Firme sin comprometer la verdad y a la vez dulce y servicial.
  • Mi conducta. Intachable, caminando en medio del pecado sin pecar.
  • Mi devoción. Un hambre por la Presencia, la comunión con el Padre como atmósfera para la vida.
  • Las señales que evidencian mi fe. Los milagros, las obras de fe, el evangelismo, digan de mí que soy como Jesús.

Hoy es un día para orar, cantar y encarnar: De Gloria en Gloria te veo / Cuanto más te conozco quiero saber más de ti / Mi Dios cuán buen alfarero / Quebrántame, Transfórmame, Moldéame a tu imagen Jesús / Quiero ser más como tú / Ver la vida como tú / Saturarme de tu Espíritu / y Reflejar al mundo tu amor.

Por Daniel Cattaneo

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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