Devocionales Cristianos – Por Siempre Joven 2

 

Continuemos.

O puede escuchar la voz de la aventura. La aventura de Dios. En lugar de encender un fuego en su hogar, encienda un fuego en su corazón. Siga los impulsos de Dios. Adopte al niño. Múdese allende los mares. Enseñe la clase. Cambie de carrera. Presente su candidatura. Produzca un cambio. Por supuesto que no es un camino seguro pero, ¿qué camino lo es?

¿Piensa que el permanecer adentro protegido del frío es seguro? Jesús discrepa. «El que procure conservar su vida, la perderá». Lea una vez más el consejo de Jesús. «El que procure conservar su vida, la perderá, y el hombre que esté preparado para perder su vida la conservará».

Recupere la curiosidad de su niñez. El simple hecho de estar cerca de la cima no significa que haya pasado su cumbre. Sus capítulos finales pueden ser los mejores. Su última canción puede ser la más grandiosa. Pudiera suceder que toda su vida lo haya preparado para una salida triunfal. Los más ancianos de Dios siempre han estado entre sus más selectos.

Fueron las actividades octogenarias de Moisés las que le dieron entrada en su Biblia. El anciano y maduro Abraham era mucho más sabio que el joven e impetuoso Abram. Caleb aún a los ochenta y cinco años reclamó su montaña. Ana era una viuda de ochenta y cinco años que tuvo la fuerza suficiente para orar por el Mesías y la visión necesaria para reconocerlo cuando llegó.

Y observa a Juan, el anciano apóstol Juan. El último de los apóstoles. El querido amigo de Jesús. Seguramente que sus años finales serían tranquilos y descansados. Seguramente que Juan había realizado lo que se había propuesto hacer. Pero a Juan le restaba escribir un capítulo más. Lo que tenía como propósito ser un lugar de aislamiento se convirtió en un sitio de inspiración y en sus años finales Juan escribió el último libro de la Biblia. ¿Es posible que toda su vida haya llevado a este momento?

Sus años finales pueden ser los mejores. Pregúntele a Othmar Ammann. Durante su «jubilación» diseñó estructuras tales como las autopistas de peaje de Connecticut y New Jersey, la Arena Cívica de Pittsburgh, el aeropuerto de Dulles, el puente Throngs Neck y el puente Verrazano Narrows.

Heinrich Schliemann estaría de acuerdo. Él se retiró de los negocios para dedicarse a la búsqueda de la legendaria ciudad de Troya de Homero. La encontró.

Winston Churchill merecía tomarse un descanso al finalizar la Segunda Guerra Mundial pero no lo hizo. Tomó en cambio una pluma y ganó el premio Nobel de literatura a la edad de setenta y cinco años.

Algunos envejecen y deciden salir a pescar. Otros envejecen y salen a cazar. A cazar aquello que siempre desearon hacer. Y lo logran. Un amigo del difunto jurista americano Oliver Wendell Holmes le preguntó por qué había decidido estudiar griego a la edad de noventa y cuatro años. Holmes respondió: «Verá mi estimado señor, es ahora o nunca».

Al envejecer nuestra visión debiera mejorar. No me refiero a nuestra visión terrenal sino a nuestra visión celestial. Aquellos que han dedicado su vida a la búsqueda de las ganancias celestiales adquieren un salto en su andar cuando la ciudad entra en su campo visual. Luego de muerto Miguel Ángel alguien encontró en su estudio un pedazo de papel en el cual había escrito una nota para su aprendiz. Con la caligrafía de su vejez el gran artista escribió: «Dibuja, Antonio, dibuja y no desperdicies el tiempo».

El tiempo se escurre. Los días pasan. Los años se desvanecen. Y la vida se acaba. Y la tarea que vinimos a realizar debe ser concretada mientras aún haya tiempo. Nos parecería raro que un viajero no estuviese preparado para la finalización de la travesía. Sentiríamos lástima por el pobre pasajero que nunca leyó su itinerario. Nos extrañaría que alguno pensase que el propósito del viaje era el viaje en sí. Y para esa persona fueron escritas algunas de las palabras más tristes de las Escrituras. «Pasó la siega, terminó el verano, y nosotros no hemos sido salvos» (Jeremías 8.20).

Otros, sin embargo, aguardan el destino con anticipación. Espero que ese sea su caso. Y espero que esté listo cuando llegue al hogar. Para usted la edad no es un enemigo. Es sólo un indicador de la distancia recorrida, suavemente le avisa que el hogar nunca ha estado tan cercano.

Extracto del libro “Todavía Remueve Piedras”

Por Max Lucado

Artículo anteriorEstudios Bíblicos – RECONOCIMIENTO DEL SUEÑO FUERA DE LO COMÚN QUE TE VIGORIZA 1
Artículo siguienteDevocional Diario – Max Lucado POR SIEMPRE JOVEN 1
Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingresa para comentar!
Por favor ingresa tu nombre