Yo, por mi parte, endureceré el corazón del faraón para que él los persiga. Voy a cubrirme de gloria, a costa del faraón y de todo su ejército. ¡Y los egipcios sabrán que yo soy el Señor! (Ex.14:4).

Nadie puede evitar hacerse la película de cómo será ese día en dónde la promesa demorada por fin se estará cumpliendo. Hace 430 años Israel está esperando este día y ese día llegó. Sin embargo, no llegó como pensaban. Llegó con marcha forzada, por el camino más largo, con faraón persiguiendo y con el mar por delante en medio de un desierto.

Dios, como diría el chapulín, le dice a Moisés: Que no “panda” el “cunico”, todos mis movimientos están fríamente calculados… pero cuando 600  tanques (carros de guerra) vienen levantando polvo más todo un ejército detrás los israelitas se empiezan a desesperar y entonces en medio del milagro ocurre la queja, la parálisis y el clamor.

La respuesta de Dios es: No es tiempo de queja, no es tiempo de clamar, es tiempo de marchar porque tengo un plan y me voy a cubrir de gloria a costa de faraón y su ejercito.

¿Y si lo que estoy esperando está ocurriendo? ¿Si lo único que sucede es que lo que esperaba vino vestido diferente? Para aquellos que somos prisioneros de la esperanza este un detalle que no podemos obviar. Los religiosos de la época de Jesús no pudieron ver el mesías porque su pre concepto les falló. Por la mañana oraban pidiendo el mesías y luego salían a combatir a Jesús… ¿loco? Yo diría típico… muchas veces no sabemos reconocer la respuesta solamente porque se ha cortado el pelo diferente.

Por eso, en esta mañana confío que hay un plan en medio de las cosas que no salen como lo tenía previsto. No es tiempo de queja, ni de estatismo, ni siquiera de clamor … es tiempo de marcha. Sigo caminando por lo que espero, aunque no sea como quiero, confío que detrás de todo está su plan y que cuando esto termine El se cubrirá de gloria a costa de mi enemigo. Esos enemigos que se empecinan serán por fin destruido y yo seré salvo por milagro.

No me quejaré… en medio de la queja suelo decir estupideces (es mejor morir en un desierto libre que morir en Egipto como esclavo) No me quedaré quieto… la quietud sólo acerca la distancia entre Faraón y yo. No me tiraré al piso a clamar… lo que estoy viviendo es parte de la respuesta del clamor. Voy a marchar… Siguiendo a mi líder que marcha, haciendo caso a la Nube que me empuja… marcho a favor de ver su Gloria.

Hoy me levanto para marchar a favor de un llamado… a favor de un sueño… que me persigan es un detalle menor, yo confieso que estoy viviendo lo que esperaba aunque no se presente como soñé… cuando esto pase me pararé en la otra orilla y lo que hoy me preocupa ya no será y entonces sabré que hice bien en no detenerme, en no quejarme, en no clamar… sino en marchar.

Por Daniel Cattaneo

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

2 Comentarios

  1. tiene razón pastor hay que segur adelante a pesar de la persecución de un faraón, no hay que quejarse hay que seguir adelante.

    Bendiciones y gracias por enviarme sus devocionales

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