Devocionales Cristianos – Viviendo la Vida Juntos

 

El significado de la vida es compartir. Uno de los propósitos de Dios para nosotros es que experimentemos la vida juntos. Cuando hablamos de tener compañerismo podemos referirnos a una relación de amistad temporal, circunstancial y en la mayoría de las veces superficial. Pero el anhelo de Dios va más allá del simple hecho de poder estar juntos. Él desea que experimentemos la vida juntos como un puré de papas y no como papas en un costal.

En una multitud podemos adorar a Dios, pero no tener comunión. Ésta es una de las razones por las que Jesús tuvo su grupo de doce. Cada cristiano necesita estar comprometido a un grupo pequeño (Colosenses 3:15). Sin embargo participar o pertenecer a un grupo pequeño no garantiza tener una verdadera comunión. ¿Cuál es la diferencia de una comunión verdadera de una falsa?

 

1. En la Comunión Verdadera experimentamos autenticidad.

Significa que no es superficial, sino genuina, que sale del corazón y llega al corazón, es honesta, comparte penas, revela sentimientos, confiesa fracasos, manifiesta dudas, reconoce temores, admite debilidades, pide ayuda. Por el contrario el usar máscaras, o estar siempre a la defensiva matará la verdadera comunión.

La sociedad cree que la intimidad necesita oscuridad, pero Dios dice lo contrario en 1 Juan 1:7.

La autenticidad requiere de valor y humildad, esto implica que tenemos que enfrentar el temor al rechazo, o a ser expuestos incluso a ser lastimados. ¿Por qué tenemos que correr este riesgo? Porque esta es la única manera de crecer espiritualmente y madurar emocionalmente (Santiago 5:16).

Solo podemos crecer si nos arriesgamos, y no hay riesgo mayor que ser sinceros con nosotros mismos y con otros.

 

2. En la comunión verdadera experimentamos reciprocidad.

La reciprocidad es el arte de dar y recibir (Romanos 1:12).

A través de la Biblia se nos ordena unos a otros a rendir cuentas, a animarnos, a servirnos, a honrarnos. No somos responsables de cada persona en el cuerpo de Cristo, pero si tenemos una responsabilidad ante ellos. Dios espera que hagamos lo que está a nuestro alcance para ayudarles.

 

3. En la comunión verdadera experimentamos compasión.

Ésta no solo se limita a dar consejos, o una ayuda rápida, la compasión comprende y comparte el dolor de los demás. La empatía dice: entiendo por lo que estás pasando, o cómo te sientes. Pablo nos escribe Dios los ama a ustedes y los ha escogido para que pertenezcan al pueblo santo (Colosenses 3:12).

La compasión satisface dos necesidades esenciales del ser humano: ser entendidos y ser apreciados. El problema de la sociedad hoy, es que nos dejamos llevar por las prisas y no tenemos tiempo para la compasión, o estamos más preocupados por nuestros propios dolores. Lo curioso es que la autocompasión agota la compasión por los demás.

La comunión tiene niveles, el primero se manifiesta al compartir y estudiar la Biblia juntos. Un nivel mas profundo se manifiesta al servir, un nivel más intenso se manifiesta cuando nos solidarizamos con el sufrimiento o dolor ajeno, les ayudamos y aún estamos dispuestos a sufrir persecución, desprecio y hasta la misma muerte (Colosenses 1:2).

 

4. En la comunión verdadera experimentamos misericordia o gracia.

La comunión se genera cuando la misericordia triunfa sobre la justicia. Todos necesitamos misericordia porque todos tropezamos y caemos, por tanto necesitamos que alguien nos ayude a levantarnos y ponernos en el camino de nuevo. No es posible tener comunión sin perdón. La amargura y el resentimiento destruyen la comunión.

Como humanos imperfectos inevitablemente nos lastimaremos unos a otros, en ocasiones será intencionalmente otras será sin mala intención, de cualquier forma necesitaremos de la gracia y la misericordia para sostener la comunión (Colosenses 3:13).

La misericordia de Dios es el motor que nos motiva a mostrar compasión por los demás. Dos ingredientes de la misericordia son la confianza y el perdón. La primera se reconstruye por la transformación del ofensor, la segunda es una decisión personal. Dios nos manda perdonar instantáneamente aun cuando la otra persona no lo haya solicitado.

Cuando una persona nos lastima en repetidas ocasiones, Dios nos manda que perdonemos al instante, pero él no espera que confiemos en ella de inmediato. El mejor lugar para restaurar la confianza es dentro de un pequeño grupo de apoyo donde se ofrezca la posibilidad de animarnos mutuamente y siendo responsables unos de otros.

  • Somos miembros de un cuerpo y nos necesitamos mutuamente para poder vivir.
  • Muchos beneficios se obtienen al ser parte de un grupo pequeño comprometido con una comunión auténtica, recíproca, compasiva y llena de misericordia.
  • Si nunca has pertenecido a un grupo pequeño o no has encontrado la comunión verdadera es tiempo de hacerlo o de procurarlo.

Por Rick Warren

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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