Devocionales Cristianos – Dios Siempre Está Presente 1

 

Dios está presente e involucrado en nuestras vidas aunque parezca que no nos oye o que nos ha abandonado.

Cuando era niño, escuché un programa de misterio en la radio que cautivó mi imaginación. Era la historia de un hombre que había sido condenado a estar inco­municado en una celda oscura como boca de lobo. Lo único que tenía para mantener ocupada su mente, era una canica, que tiraba repetidamente contra las pare­des. Se pasaba las horas oyendo el ruido que hacía al rebotar y rodar por toda la celda. Luego la buscaba a tientas en la oscuridad hasta que la encontraba.

Entonces, un día, el prisionero tiró su valiosa canica hacia arriba, pero ésta nunca cayó al suelo. Sólo reinó el silencio en la oscuridad. Se sintió tan angustiado por la «desaparición» de la canica y por no poder explicar qué era lo que había ocurrido, que se volvió loco, y se puso a arrancarse el pelo hasta que finalmente murió.

Cuando los oficiales de la cárcel entraron en la celda para sacar su cuerpo, uno de los guardias vio que había algo atrapado en una enorme telaraña que estaba en la parte de arriba de uno de los rincones de la celda. «Qué raro», pensó. ¿Cómo habrá ido a dar allá arriba esa canica?»

Como la historia de este frenético prisionero ilustra, a veces la percepción del ser humano plantea preguntas que la mente no puede contestar. Pero siempre existen respuestas lógicas. Sencillamente, tiene sentido que aque­llos de nosotros que somos seguidores de Cristo no dependamos demasiado de nuestra habilidad para ar­mar el rompecabezas, ¡especialmente cuando tratamos de comprender al Omnipotente!

No sólo la percepción humana es muy imprecisa y deficiente, sino que aún podemos confiar menos en nuestras emociones. Tienen la consistencia y la confiabilidad de la masilla. Hace algunos años, escribí un libro titulado: «Emociones: ¿puede usted confiar en ellas?», en el cual utilicé casi 200 páginas para responder mi propia pregunta negativamente.

No, no podemos confiar en nuestros sentimientos y pasiones para dejarles gober­nar nuestras vidas o evaluar el mundo que nos rodea. Las emociones son indignas de confianza, parciales y caprichosas. Mienten con tanta frecuencia como con la que dicen la verdad. Son influenciadas por las hormo­nas, especialmente durante la adolescencia, y varían dramáticamente desde la mañana, cuando estamos tran­quilos, hasta la noche, cuando nos sentimos cansados.

Una de las evidencias de la madurez emocional es la habilidad (y la disposición) para desechar los senti­mientos circunstanciales, y gobernar nuestro comporta­miento con el intelecto y la voluntad. Si en el mejor de los casos debemos desconfiar de nuestra percepción y de las emociones, entonces tene­mos que ser muy cautelosos en cuanto a aceptar lo que ellas nos dicen de Dios. Lamentablemente, muchos cre­yentes parecen no darse cuenta de la existencia de esta fuente de confusión y desilusión.

Es típico de las perso­nas vulnerables el aceptar firmemente lo que «sienten» acerca de Dios. Pero lo que sienten pudiera ser solamen­te el reflejo de un estado de ánimo momentáneo. Ade­más, la mente, el cuerpo y el espíritu son vecinos muy cercanos. Suelen afectarse mutuamente con mucha fa­cilidad. Por ejemplo, si una persona está deprimida, eso no solamente afecta su bienestar físico y emocional, sino que también padece su vida espiritual.

La persona puede llegar a hacer la siguiente conclusión: «Dios no me ama. Simplemente, no creo que cuento con su apro­bación». Igualmente, lo primero que es muy probable que alguien diga cuando el médico le diagnostica una enfermedad grave, es: «¿Por qué Dios me ha hecho esto?”. Estos tres elementos que componen nuestro ser están inseparablemente unidos y debilitan la objetivi­dad de nuestra percepción.

Este concepto se vuelve sumamente importante cuando se trata de evaluar nuestra relación con Dios. Aunque parezca qué está a 1000 kilómetros de nosotros y que no tiene ningún interés en lo que nos ocurre, él está lo suficientemente cerca como para tocarnos.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Cuando lo que Dios Hace no Tiene Sentido”

Por James Dobson

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6 Comentarios

    • Hola Pato. ¡¡Bienvenido!! Te recomiendo que ores y ores y ores para que el Espíritu Santo te de la palabra justa para ellos. Un abrazo!!!

  1. Edgar! Tus devocionales son de mucha bendicion, trabajo con los jovenes de mi iglesia y todos mis temas y reflexiones parten de aqui! Dios te siga usando.

    • Hola María. ¡¡Bienvenida!! Gracias, me alegra que utilices estos devocionales como herramientas para trabajar con tus jóvenes. ¡Éxitos en tu ministerio y en todo lo que emprendas!!

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