Devocionales Cristianos – Los Juramentos

 

Pasaje clave: Mateo 5:33-37.

 

1. Introducción.

Jesús comenzó a enseñar acerca de la importancia de vivir de acuerdo a la Palabra de Dios y no de acuerdo a las tradiciones religiosas. Los religiosos decían que no había que jurar (vs.33), y esto, en cierta medida era correcto, porque así lo había establecido Dios. Por ejemplo:

            “No tomarás el nombre del Señor en vano” (Ex.20:7).

            “Y no jurarás falsamente por mi nombre, profanando así el nombre de tu Dios (Lv.19:12).

            “Cuando alguno hiciere voto (promesa) a Jehová,… no quebrantará su palabra (Nm.30:2).

            “Cuando haces voto (promesa) a Jehová tu Dios, no tardes en pagarlo” (Dt.23:21).

El perjurio (falso juramento), o sea, hacer un juramento y después romperlo, estaba prohibido. Sin embargo los religiosos se habían ocupado de modificar estas prohibiciones. Para ellos “jurar en falso” era únicamente profanar el nombre de Dios. O sea, “jurar por el nombre de Dios y no cumplir”. Cualquier otra clase de juramento la toleraban y permitían.

 

2. Ni Con Juramentos es Creíble un Mentiroso.

Mt.5:34-36. Sin embargo, Jesús explica que no hay que jurar bajo ninguna circunstancia (esto no tiene nada que ver con los juramentos patrios, debemos cumplir con nuestras obligaciones patrias). No jurar por el cielo, ni por la tierra, ni por uno mismo.

Si hicimos promesas tenemos que cumplirlas, no podemos romperlas (Prov.20:25, Dt.23:23).

“Te juro por mi madre que voy a ir”. “Te juro por lo que más quieras que yo no fui”. “Te prometo por mi vida que no lo hago más”. “Te prometo por la virgencita que no tuve nada que ver”.

¿Por qué necesitamos jurar para que nos crean? Porque nuestra palabra no es creíble ni confiable.

A un mentiroso nadie le cree, aunque diga la verdad. Cuando nuestra palabra no es creíble ni confiable, porque nosotros mismo hemos roto nuestra palabra muchísimas veces, entonces necesitamos recurrir a otras cosas “más importantes” para darle credibilidad a nuestras palabras.

Cuántas veces dijimos cosas como estas:

            “El domingo voy a la iglesia a escuchar la palabra del pastor”.

            “Este pecado no lo voy a hacer nunca más”.

            “A partir de la próxima semana empiezo a ofrendar y a diezmar”.

            “A partir de mañana me comprometo a orar todos los días”.

            “De ahora en más me pongo las pilas con la iglesia”.

            “A partir del próximo sábado mando a mis hijos a la actividad de niños”.

            “Quiero renunciar a lo que estoy haciendo porque ya no puedo seguir viviendo así”.

Promesas, promesas, promesas y más promesas, que no cumplimos. Nos volvemos mentirosos y nuestra palabra pierde credibilidad. Y lo peor de todo es que traemos maldición sobre nuestras vidas y nuestras familias. (Eclesiastés 5:2-6).

 

3. Que Nuestra Palabra Sea Confiable.

Mt.5:37. Que nuestra palabra sea “sí, sí, no, no”, significa que somos gente de palabra. No necesitamos hacer promesas, ni juramentos para que los demás nos crean. Si dijimos “Sí”, que sea “Sí”. Y si dijimos “No”, que sea “No”.

No nos engañemos a nosotros mismos, ni engañemos a los demás, ni pretendamos engañarlo a Dios. Dios nos ama, Dios nos perdona, Dios nos tiene paciencia, pero Dios no juega. Dios toma muy en serio nuestras palabras (Stg.5:12).

Por Edgardo Tosoni

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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