Devocional Diario – Bueno… Casi 2

 

Continuemos.

Él pudo haber escuchado la voz de su esposa. Ella le pedía «no tengas nada que ver con ese justo; porque hoy he padecido mucho en sueños por causa de Él». Cualquiera se hubiera detenido y se hubiera preguntado acerca del origen de tal sueño, que hacía que una dama de púrpura llamara justo a este galileo de un pequeño pueblo. Pero Pilato no lo hizo.

O él pudo haber escuchado su propia voz. «Anás y Caifás cortaron la falsa lealtad, tú tratas de mantenerla; yo sé dónde están tus intereses».

Seguramente su conciencia le iba a hablar. «No hay nada equivoca­do con este hombre. Un poco misterioso tal vez, pero esa no es una razón para colgarlo».

Él pudo haber escuchado otras voces, pero no lo hizo. Él casi lo hizo. Pero no lo hizo. Las voces de Satanás prevalecieron.

Su voz a menudo prevalece. ¿Ha oído sus galanteos?:

«Una vez no hace daño».

«Ella nunca lo sabrá».

«Todo el mundo hace cosas peores».

«Al menos tú no eres un hipócrita».                                             

Su retórica de racionalización nunca termina. El padre de mentiras canturrea y habla lisonjas como un viajero vendedor de baratijas, prometiendo la luna y entregando desastres. «Da el paso adelante. Prueba mi porción de placer y canta mi canción de sensualidad. Después de todo, ¿quién sabe lo que pasará mañana?»

Dios, mientras tanto, nunca entra en una pelea con Satanás. La verdad no necesita ser gritada. Él está allí permanente y tranquila­mente defendiendo su verdad. Siempre presente. Nada de trucos, nada de espectáculos, nada de tentaciones, sólo mostrando una abierta prueba de su realidad.

Las reacciones de la gente varían. Algunos corren inme­diatamente al vendedor de veneno. Otros se vuelven rápidamente al Príncipe de Paz. La mayoría de nosotros, sin embargo, somos atrapados en algún punto entre los argumentos de la multitud que pertenece a Satanás y entre lo que oímos el mensaje de Dios.

Pilato aprendió que el significado de la disculpa del «casi», es suicida. Las otras voces ganarán. Su poder es demasiado fuerte. Su llamado demasiado atractivo. Y Pilato también aprendió que no hay infierno más oscuro que el infierno del remordimiento. Lavar tus manos mil veces no te librará de la culpa de una oportunidad no tenida en cuenta. Es algo así como tratar de perdonarte a ti mismo por algo que hiciste. Es algo más que tratar de perdonarte a ti mismo por algo que tú podías haber hecho, pero que no hiciste.

Jesús sabía eso demasiado bien.

Por nuestro propio bien, Él demandó y demanda absoluta obediencia. Nunca ha tenido lugar para «casi» en su vocabulario. O usted está con Él o está contra Él. Con Jesús los «casi» han llegado a ser «ciertamente». «A veces» ha llegado a ser «siempre». «Si sólo» ha llegado a ser «negligente». Y «la próxima vez», ha llegado a ser «esta vez».

No; Jesús no tuvo espacio para el «casi», y todavía no lo tiene. «Casi», debe tener algún valor en los cascos de los caballos y en las granadas de mano, pero con el Maestro es como decir «nunca». 

Extracto del libro “Con Razón lo Llaman el Salvador”

Por Max Lucado

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