Devocionales Diarios – Obedientes se Buscan: Daniel
Pasaje clave: Daniel 1.
Integridad de Carácter.
Vs.3. El rey no escogió a cualquier muchacho. La orden que le dio a Aspenaz fue que escogiera a los mejores. Y el primer requisito para escogerlos fue que pertenecieran al linaje real de los príncipes.
Nosotros somos hijos del Rey. Tenemos identidad de reino, mentalidad de reino, privilegios y responsabilidades de reino. Somos sus reyes y sacerdotes.
Vs.4. La identidad debe reflejarse en el carácter, en el estilo de vida. No bastaba con que fueran del linaje real, en ellos no tenía que haber “tacha alguna”. En otras palabras: no tenían que tener debilidades de carácter.
Por ejemplo: pereza, incumplimiento, falta de compromiso, soberbia, doble intenciones, inconstancias, problemas constantes con la autoridad, falta de honradez, mentiras, quejas, reacciones impulsivas, broncas, infidelidad, traición, adicciones, etc.
Estas y otras debilidades del carácter arruinan la vida de las personas. Son como fisuras que minan sus relaciones y su credibilidad. Son obstáculos que le impiden a Dios obrar con poder. Te contratan por tu capacidad pero te echan por tu carácter. La obediencia a la Palabra fortalece el carácter. Cuando obedeces la palabra reproduces el carácter de Cristo en tu propia vida.
Una persona íntegra de carácter es alguien de una sola pieza. En él no hay fisuras. No vive una doble vida (“santidad” en un ámbito y pecado en otro), no tiene un doble discurso (adoración y amor en la iglesia, y descalificaciones y quejas en la familia), no tiene vicios privados y virtudes públicas. Lo que es en privado lo es en público. No necesita esconder nada, ni esconderse de nadie.
Establezcamos el primer principio de obediencia: “Cuando obedecemos la Palabra de Dios fortalecemos nuestro carácter porque reproducimos el carácter de Cristo”.
Aceptar la Posición, no la Contaminación.
Vs.5. La oferta era muy, muy tentadora: comer y beber la misma comida y bebida del Rey. Un placer reservado sólo para los escogidos. Y Daniel era uno de ellos. Pero comer la comida del rey, comida sacrificada a los demonios, simbolizaba entregarle completamente la lealtad. Obedecerlo en esto implicaría obedecerlo en absolutamente todo lo que el rey demandara.
Vs.8-16. Daniel se propuso no contaminarse. No estuvo dispuesto a traicionar su fe en Dios y entregarle su lealtad al rey. Comer la comida del rey iba más allá de comer o no comer un trozo de carne, era un tema de lealtades. ¿A quién le rendiría lealtad Daniel? ¿A Dios o al rey? ¿A quién se sometería completamente?
Daniel aceptó la posición que el rey le ofrecía, pero rechazó la contaminación de aquel lugar.
El problema no está en la posición o en el cargo que ocupamos, el problema está en la contaminación moral y espiritual que hay en ellos. La posición es aceptada, la contaminación es rechazada.
Un mejor cargo en el trabajo, en un negocio, en la universidad, en el gobierno, o donde fuere, siempre pondrá a prueba la integridad y firmeza de nuestro carácter. Si somos débiles “comeremos” lo que nos ofrezcan sin oponernos. Pero si somos firmes, pediremos como Daniel que no nos obliguen a contaminarnos. Rechazaremos todo lo que pueda perjudicarnos, arruinarnos o afectar nuestra lealtad a Dios, aunque eso signifique perder la posición.
Si aceptamos la posición es porque Dios tiene un propósito. La aceptamos para extender el reino de Dios y cumplir el propósito del Señor.
Establezcamos el segundo principio de obediencia: “A quién obedecemos incondicionalmente refleja a quién le entregamos nuestra lealtad”.
Por Edgardo Tosoni
Gracias a vos Francis por compartir tus pensamientos y aportar comentarios de bendición que nos edifican. Bendiciones!!!!!
Finalmente escudriñar este devocional entres partes es la muestra que la obediencia requiere de caracter y de caracter valientem de arrebatar lo que el mundo demanda para ellos y darle el primer lugar al creador del universo.
Muchas bendicones le sigo bendiciendo en el amor de nuestro Señor