Devocional Diario – Un Indicador de Actitud

 

El apóstol Pablo, escribiendo a la iglesia de Filipo, colocó ante esos cristianos un indicador de actitud. «Haya, pues, en vosotros esta misma actitud que hubo también en Cristo Jesús» (Filipenses 2:5, Biblia de las Américas).

Cristo nos da un perfecto ejemplo. Su elevada norma no fue dada para frustrarnos sino para revelarnos áreas en nuestras vidas que necesitan mejoramiento. Cuando estudio Filipenses 2:3–8, traigo a mi mente las actitudes saludables que Jesús poseía.

Era desinteresado. «Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros» (Filipenses 2:3–4).

Era seguro. «El cual siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres» (Filipenses 2:6–7).

Era sumiso. «Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz» (Filipenses 2:8).

Pablo dice que estas cualidades fueron notorias en la vida de Cristo, debido a su actitud (v. 5, Biblia de las Américas). También dice que nosotros podemos tener la misma actitud en nuestras vidas. Para ello tenemos el ejemplo de esa actitud y el estímulo para obtenerla.

En Romanos 12:1, 2, Pablo afirma: «Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta».

El resultado de una mente renovada o una actitud cambiada es comprobar y cumplir la voluntad de Dios. Una vez más vemos que la actitud dicta el comportamiento.

En una ocasión prediqué un mensaje basado en el Salmo 34, titulado: «Cómo encarar el temor». David estaba solo, temeroso y frustrado en una cueva, rodeado por los enemigos, cuando escribió este mensaje reconfortante. El comienzo del capítulo nos permite entender el porqué del éxito de David, aun cuando estaba rodeado de problemas.

El triple proceso de la alabanza de David

1.  La alabanza comienza en la voluntad (v. 1). 

«Bendeciré a Jehová en todo tiempo; su alabanza es- tará de continuo en mi boca». Su actitud refleja una determinación de regocijarse pese a la situación. 

2.  La alabanza afecta a la emoción (v. 2).

«En Jehová se gloriará mi alma». Ahora, David alaba al Señor no solamente porque es lo correcto, sino también porque le gusta. 

3.  La alabanza se extiende a otros (vv. 2–3).

«Lo oirán los mansos y se alegrarán. Engrandeced a Jehová conmigo, y exaltemos a una su nombre». David demuestra que el cumplimiento de la alabanza comienza con una actitud de estar determinado a alabar. La conclusión del capítulo registra el triunfo de David: «Jehová redime el alma de sus siervos, y no serán condenados cuantos en Él confían».

Extracto del libro «Actitud de Vencedor»

Por John C. Maxwell

Artículo anteriorReflexiones – ¿CÓMO SE PINTÓ LA ÚLTIMA CENA?
Artículo siguienteEstudios Bíblicos – Myles Munroe EL PODER DE LA VISIÓN 3

2 Comentarios

  1. Hola Eleneita. ¡¡Bienvenida!! Gracias a vos por compartir y disfrutar esta palabra de bendición. Éxitos en toda tu vida.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingresa para comentar!
Por favor ingresa tu nombre