dante-gebel-hombres-dnegro2Dante Gebel – Los Hombres de NegroTienen Miedo

 

Los dos visten de negro y usan lentes oscuros. Caminan sin prisa, y cualquiera, se daría cuenta que están profundamente preocupados. El largo pasillo tenebroso y siniestro, se dibuja ante ellos como una premonición de lo que les espera mas adelante, en cuestión de instantes. Casi no hablan, pero los dos sienten lo mismo. Ese sentimiento agobiante e insoportable: el miedo. Uno de los dos individuos rompe el silencio.

-¿Quién se lo dirá al Jefe? El otro casi no contesta, solo se le oye un murmullo. Un rezongo, tal vez. Acaso porque sabe que lo inevitable es inminente. Cruzan el frío pasillo y la compuerta se abre en medio de un chirrido lúgubre. Casi no hay oxígeno y la atmósfera está viciada. Los oscuros visitantes solo ven el imponente sillón rojo de espaldas. Apenas divisan la silueta de su superior en medio de una espesa bruma. Uno de los hombres de negro, está sudando. El otro, apenas puede respirar del miedo. El Jefe no pregunta, solo espera en silencio el reporte.

-No pudimos… – el hombre se arregla la garganta- no pudimos hacerlo. El Jefe sigue de espaldas, no ha dicho nada, pero ellos saben que está muy enojado. Suele perder el control cuando oye que una misión ha fallado. Por eso, los hombres de negro, están temblando. Pero esta vez no hay gritos, no hay histeria. El Jefe sigue de espaldas y se percibe una honda frustración en sus palabras. Suena cansado. Apenas, casi imperceptiblemente, mueve sus huesudos dedos.

-Tiene que tener algún punto débil -dice- algún talón de Aquiles. Están seguros que lo probaron todo?

-Todo, Jefe. Lo hemos llenado de tentaciones las veinticuatro horas, tratamos de hacerle sentir culpa y autocompasión pero sin resultados. Tratamos de llenarlo de odio y resentimiento, pero el desgraciado tiene un anticuerpo. Todas las armas están agotadas con él.

-Tiene que tener alguna debilidad! -dice el Tenebroso Jefe mientras cierra su puño derecho- recuerden que es sólo un jovencito. No llega a los veinte el muy maldito. Probaron con pensamientos impuros y obscenos?, el arma de la pornografía y la obscenidad siempre los afecta hasta destruirlos!!

-No sirve con él. Él vuelve a levantarse cada vez. Tiene la estirpe de la nueva generación. Es temerario, es parte del ultimo escuadrón. Es una amenaza latente contra nosotros. No logramos quebrarlo, vive en estado de alerta. Es un Zelote.

-Lo sé, lo sé – responde el jefe entre- dientes- mientras se sigan levantando jóvenes así, no tendremos un minuto en paz, y lo peor es que no solo se defiende sino que el desgraciado ahora también nos ataca.

-Además recibe un continuo entrenamiento, Jefe. Un adiestramiento de guerra. Lo están adiestrando para una lucha sin cuartel, sin treguas, y si esto continúa, se levantaran otros como él. Arrasarán los colegios, las universidades, las oficinas. No estarán jugando al evangelio, serán cristianos llenos de pasión. Completamente radicales.

-Ojalá se quedaran entre las cuatro paredes cantando coritos, serían indefensos. Hemos visto desfilar generaciones enteras de ese modo. Pobres ovejitas suplicando piedad.

– Está bromeando?, estos son de los que no se conforman con reuniones sociales, confraternidades ridículas. Esta generación tiene sed de conquista y no se detendrán por nada. Sencillamente son diferentes. Quieren invadirlo todo en el nombre de Jesucr… bueno, en el nombre de quien usted ya sabe. Por primera vez, el jefe se pone en pie. La bruma sigue siendo aplastante y densa. Una honda preocupación invade el lugar. El jefe, mira a sus dos mejores emisarios y les ordena, con un chasquido de dedos, que se retiren de su vista. Sabe que está perdiendo y le duele a su endemoniado orgullo.

«No podemos perder con jovencitos y adolescentes»-piensa- «perder con teólogos es más dignificante, pero no con jovencitos».

Nadie habla en las esferas del averno. No hay nada que festejar, cuando «la misión» falla. Satanás contempla su derrota, impotente, y sus servidores tienen miedo, mucho miedo. Acaso porque saben que una nueva Generación esta siendo entrenada para vencer o morir en el intento. Los hombres de negro han perdido. Y ya lo saben.

Dante Gebel, «Generación Z»

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