El conocimiento yace en el corazón de la batalla entre los dos reinos, porque el conocimiento es donde el adversario montó su ataque original contra la humanidad. El arma más poderosa de Satanás es la ignorancia, pero para usarla primero debe destruir o distorsionar primero el verdadero conocimiento.

La primera cosa que Dios le dio a Adán para su protección fue información: «Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero miento del bien y del mal no deberás comer. El día que de él morirás» (Génesis 2:16-17). Adán recibió conocimiento; él sabía cuáles eran los límites y lo que se esperaba de él. Más aún, él le transmitió su conoci­miento a Eva luego cuando ella apareció en escena. En tanto y en cuanto obedecieran a Dios y respetaran sus límites, ellos vivirían, prosperarían y disfrutarían una comunión ilimitada con su Creador.

Satanás, esa serpiente engañadora, fue muy sutil en el modo de acercarse a ellos. Él no lanzó un ataque directo contra Dios, sino que sembró semillas de desconfianza en las mentes de Adán y de Eva que los llevaron a dudar y cuestionar la verdad y veracidad del conocimiento que Dios les había dado y, por ende, dudaron de Dios mismo: «La serpiente era más astuta que todos los animales del campo que Dios el Señor había hecho, así que le preguntó a la mujer: -¿Es verdad que Dios les dijo que no comieran de ningún árbol del jardín?-Podemos co­mer del fruto de todos los árboles -respondió la mujer-. Pero, en cuanto al fruto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho: No coman de ese árbol, ni lo toquen; de lo contrario, morirán. Pero la ser­piente le dijo a la mujer: -¡No es cierto, no van a morir! Dios sabe muy bien que, cuando coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios, conocedores del bien y del mal»(Génesis 3:1-5).

¿Dios en verdad dijo eso? Lo primero que el diablo hizo fue intentar hacer que Eva dudara sobre si había entendido correctamente las instruc­ciones de Dios: «¿Es verdad que Dios les dijo que no comieran de ningún árbol del jardín?». Luego, le sugirió que Dios estaba siendo muy estricto con sus prohibiciones de comer el fruto del árbol que se hallaba en medio del jardín. «¡No es cierto, no van a morir! Dios sabe muy bien que, cuando coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios, conocedores del bien y del mal.» En esto él representaba a Dios, conociendo tanto el bien como el mal. En su omnisciencia, Dios entiende la naturaleza de la maldad, pero en su perfección, no conoce el mal por experiencia propia. Satanás conoce la maldad porque él es maldad, y luego de su desobediencia, Adán y Eva la conocieron también.

Como resultado de la estratagema del diablo, Adán y Eva desarrollaron un entendimiento distorsionado del conocimiento que Dios les había dado. Sucumbieron a la manipulación y las artimañas del diablo para ser «como Dios», aunque ya eran cómo Él. Una vez que mordieron la carnada del dia­blo, cayeron en pecado y fueron como él. En su pecado, Adán y Eva, en vez de volverse como Dios, se hicieron menos como Dios de lo que eran antes.

LA BATALLA DE LOS REINOS

Las tácticas de Satanás no han cambiado mucho. Hoy todavía nos ataca la mayoría de las veces intentando hacernos dudar del conocimiento que he­mos recibido del Señor. Dios nos dice una cosa; Satanás nos dice otra. Por ejemplo, Dios puede decir: «Por las llagas de mi Hijo hace dos mil años, hoy eres sano». Satanás dice: «Todavía sientes el dolor». Dos informaciones en conflicto vienen a nuestras mentes, y debemos decidir cuál de ellas es real, cuál es verdadera y cuál rechazaremos o descartaremos. Si elegimos creer en el dolor, seguiremos «en la oscuridad» respecto a nuestra sanidad.

Este es un ejemplo de cómo los dos reinos trabajan en oposición. El reino de las tinieblas está para engañarnos y destruirnos. El Reino de Dios nos da vida porque Jesucristo, a quien el Reino le pertenece, es luz y es vida, como Juan, el apóstol, escribió sobre Jesús: «En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad» (Juan 1:4).

Extracto del libro Redescubriendo el Reino

Por Myles Munroe

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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