Estudios Bíblicos – No Permitas Que Satanás Te Robe la Comunión Con Tus Hermanos
La primera cosa que el enemigo va a hacer es sacarte de la iglesia, alejarte. Tú eres la iglesia, tu hermano es la iglesia. Tienes que estar dentro del Cuerpo. Tienes que congregar. Tienes que aprender el valor que tiene ser parte de la iglesia. Cuando eres parte del Cuerpo, cuando te congregas, cuando te metes en la iglesia, la bendición que Dios derrama cae sobre tu vida para siempre. Y vos estás en una iglesia bendecida, bendecida, bendecida.
Tienes que congregar porque dentro de la iglesia hay gente puesta por Dios para sanarte, restaurarte, bendecirte e impartirte unción de Dios.
Cómo Satanás te Roba la Comunión
1. Intenta alejarte de las personas de fe (1º Jn.1:7).
Cuando esto sucede dejamos de ver lo positivo en nuestros hermanos y comenzamos a ver “todos” sus errores, sus defectos, sus pecados, y todo lo que pensamos que está mal con ellos y que deben cambiar.
Miramos a la persona sin ver a Dios en ella y lo que Dios está haciendo (2º S.6:14-27).
Y con nuestras palabras de críticas y de juicios comenzamos a atarlos en lugar de bendecirlos (Jer.34:17).
Pero la gente de fe es la que te bendice, la que te sana con sus palabras, la que te anima y levanta. Mantenete cerca de las personas de fe, contagiate de su fe y aprende se su amor a Dios.
2. Intenta hacerte sentir rechazado.
Es la sensación de sentirte un extraño dentro de la iglesia, de sentirte no perteneciente a la familia de Dios. Sentir que tu vida no les interesa a tus líderes y pastores, sentir que los hermanos no te aman, sentir que te dejan de lado, sentir que no se preocupan por lo que te pasa, etc.
A veces es cierto que algunas de estas cosas suceden, pero aislarte de todos, quedarte en tu casa, faltar a las reuniones, empeorarán las cosas.
¿Qué puedes hacer?
Deja de creerle a Satanás. Toma la iniciativa. Busca a tus líderes si ellos no te buscan a vos. Diles que necesitas de ellos. No sea pasivo. No esperes que todo te caiga de arriba. Ora, bendice, ama, perdona, habla bien de tus hermanos. Toma la iniciativa y serás bendecido. (Ro.1:12, Jud.3, Hch.4:32).
3. Intenta que tengas comunión con los no creyentes.
“Con ellos me siento mejor”. “Con ellos puedo ser yo mismo”. “Me aceptan como soy”. “No me presionan”. “Me tienen en cuenta”. “Con ellos hablo de todo lo que me pasa”. “No son falsos como los cristianos”. Etc…
¿Tenemos que aislarnos de los no creyentes? No.
¿Tenemos que ser indiferentes a sus problemas? No.
Estamos con ellos para que conozcan a Jesús y tengan comunión con nosotros (1ºJn.1:3, Hch.2:44, Sal.119:63).
Pero nuestras propias necesidades debemos satisfacerlas en la comunión con nuestros hermanos, con gente de fe.
4. Intentará provocarte celos de tus hermanos. (1º S.18:5-11).
Los celos provienen de nuestra inmadurez y carnalidad. Los celos se originan en nuestra propia sensación de inseguridad. Soy celoso de otros porque me siento inseguro de lo que yo soy y de lo que tengo, y me siento inseguro del amor de los demás.
Los celos son destructivos. Vemos a nuestros hermanos con bronca, lo rechazamos, pensamos mal de él, nos rebelamos a todo lo que dice y hace. En el peor de los casos, cuando estamos muy mal, hasta llegamos a odiarlo.
Los celos esclavizan. Es un pecado que debe ser confesado, y renunciar a ellos en el nombre del Señor.
Se sana nuestro corazón cuando empezamos a descubrir y a valorar lo que somos y tenemos en Cristo, en todas las áreas de nuestras vidas.
No dejemos que Satanás nos robe el propósito de la comunión con los hermanos. (Ecl.4:9-12, Sal.122:8-9).
Extracto del libro «MÓDULO 2: Programa Para Nuevos Miembros Me Afirmo en Cristo»
Por Edgardo Tosoni
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