los-cinco-elementos-del-mensajePredicaciones – Los 5 Elementos Insustituibles del Mensaje 2

 

Continuemos.

Lo que establece la diferencia entre nuestro trabajo y cualquier otra iniciativa que haya en el mundo (educacional, política, social) es que nuestro trabajo va impulsado por la iniciativa del Espíritu Santo. El Espíritu Santo convence al pecador de su situación de muerte espiritual y lo guía al conocimiento práctico de la verdad de Dios. El Espíritu Santo recuerda a los siervos de Dios las palabras del Señor, palabras que son Vida. Él es Cristocéntrico, como lo debe ser la Iglesia.

En los últimos años ha habido un gran énfasis sobre la unción y numerosas interpretaciones sobre la misma. La unción es difícil de definir, pero fácil de determinar dónde está y sobre quién está. Quien tiene unción será humilde, sencillo, centrado en la Palabra y la autoridad de su vida y su mensaje producirán resultados que tendrán efectos sobrena­turales de trascendencia eterna.

 

B. La Sencillez En La Presentación Del Mensaje.

Un joven estudiante del seminario se acababa de graduar con honores. Un pastor anciano de una iglesia grande lo invitó a que un domingo en la mañana ocupara su púlpito y llevara un mensaje a la iglesia. El muchacho se preparó muy bien, y se repetía: «Esta iglesia va a saber lo que es un predicador que sabe lo que dice. Los voy a dejar tan boquiabiertos que desearán tenerme como su pastor». Llegó la hora ansiada, y cuando el joven seminarista fue anunciado, se levantó, se arregló la corbata, miró hacia todos los lados, atrajo la atención y subió al púlpito muy seguro de sí mismo. Una vez arriba, y en medio de su mensaje, comenzó a sudar, se le mezclaron las hojas del bosquejo, y terminó diciendo cosas que no estaban dentro del contexto de su mensaje. Bajó espiritual y emocionalmente destruido. Después de la reunión el anciano pastor, hombre muy humilde y ungido de Dios, le dijo: «Muchacho, si hubieras subido al púlpito como bajaste, habrías bajado como subiste». Cuanto más confiemos en la obra insustituible del Espíritu Santo, nuestra presentación será más sencilla. Habrá menos intelectualismo seco en el púlpito y por otro lado habrá menos «espectáculo sobre la plataforma».

No quiero que me malinterpreten. Creo en la preparación, en el estudio, en la meditación, en el diálogo. Por otro lado, no desecho la realidad de que las emociones, la alegría, el gozo y el entusiasmo son elementos válidos que se da en el culto dirigido a Dios. Pero ninguno de estos es substituto de la persona del Espíritu Santo. Cuanto más dependamos de la obra insustituible del Espíritu Santo, nuestra comunicación se tornará más simple; sabemos que la Palabra ungida de lo Alto, lleva en sí misma el poder del Reino de los Cielos.

Recuerdo nuestra cruzada en Turrialba, Costa Rica. Con una población de mil quinientos cristianos distribuidos en quince congregaciones, la asistencia de la cruzada superó los cinco mil. Yo nunca había visto lo que vi durante esos días: niños totalmente quebrantados que pasa­ban al frente llorando para aceptar a Cristo. Cuando los vi abrazándose con los consejeros, con sus padres o con otros niños, me di cuenta que había algo sobrenatural en el am­biente. Ese no es el modo de actuar de niños, y ellos no fingen. No había nada especial en los mensajes que presentaba. Lo especial estaba en la obra del Espíritu Santo a través de una muy simple presentación de la persona de Jesús y su obra redentora.

En la cruzada en San Pedro Sula, Honduras, una noche hablé sobre un caso de suicidio. Cuando comencé a contar la historia que me ocupaba, un militar que estaba presente rompió a llorar desconsoladamente. Había asesinado a varias personas y en una ocasión casi había matado a su propia esposa. Sentía tanto asco por su propia vida que estaba al borde del suicidio. Esa noche fue liberado de lo que lo ataba y se entregó a Jesucristo. Se había producido la formidable combinación de la obra del Espíritu Santo y la sencillez de nuestra presentación.

 

C. Una Alta Nota De Esperanza.

Desesperanza es la nota sobresaliente del mundo. Recuerdo una entrevista con el entonces presidente de Bolivia, el Dr. Víctor Paz Estensoro. No quiso que entrara al despacho ningún líder cristiano de su país, ni ningún miembro de mi equipo. No quiso tampoco que estuvieran presentes sus cola­boradores. Nos sentamos solos en la enorme oficina presiden­cial. De pronto el anciano estadista me dijo lo siguiente:

—¡Qué extraño, pastor, que usted me venga a visitar en este día! Es el día más negro de mi vida y posiblemente el día más trágico en la historia de mi país.

¿Puede usted imaginarse esto? Un hombre famoso, querido, de gran reputación por su capacidad, intelecto y personalidad, se sentía frustrado, desilusionado, sin esperanza. ¡Qué dife­rencia cuando Jesús reina en el corazón!

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “El Poder de su Presencia”

Por Alberto Mottesi

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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