Familias Cristianas – La Oración Garantiza la Protección Contra el Mal 1

 

A menudo nuestras oraciones más urgentes y fervientes en relación a nuestros hijos, tienen que ver con su protección. Es difícil pensar en otros aspectos de sus vidas, si estamos enfermos de preocupación por su seguridad perso­nal. ¿Cómo podremos orar por acontecimientos venideros cuando nos preocupa incluso si tendrán un futuro?

Por vivir en Los Angeles, durante los primeros siete años de la vida de mi hijo, y los primeros doce de mi hija, yo tenía buenos motivos para temer por la seguridad de ambos. El crimen se incrementaba durante ese período e incluso nuestro «buen» vecindario no tenía protección contra ello. Así que yo oraba por el amparo de Dios a diario. En realidad, comencé a interceder por la seguridad de mis hijos incluso antes de ellos nacer, clamando por asuntos tales como muerte en la cuna y enfermedades infantiles.

A medida que crecían, oré para que fueran librados de la violencia, ataques sexuales, y accidentes. Intercedía a solas, con mi esposo, y con mis compañeras de oración:

“Guárdalos como a la niña de tus ojos; escóndelos bajo la sombra de tus alas, de la vista de los malos que los oprimen, de sus enemigos que buscan su vida” (Salmo 17:8-9).

Ambos niños sufrieron su porción de rasponazos meno­res, cortaduras y lesiones comunes a los niños, incluyendo un par que requirieron salones de emergencias y puntos, Sin embargo, nada realmente considerable y mucho menos algún daño permanente sucedió a ellos. Esto fue hasta que mi hijo estuvo involucrado en el accidente automovilístico, que él narró en el prólogo de este libro.

Poco después de cumplir Christopher los quince años de edad, y Amanda de diez años, partieron una mañana en el auto que los llevarían al colegio de cada uno; y recibí la llamada que todo padre teme.

—Señora Omartian, su hijo está bien, pero él ha estado involucrado en un serio accidente automovilístico y se en­cuentra en el salón de emergencia. Fue casi un choque de frente y ninguno de los tres muchachos en el automóvil estaba usando cinturones de seguridad.

Camino al hospital, mi esposo y yo oramos por los tres muchachos. Mientras lo hacíamos, recordaba las veces que habíamos puesto las manos sobre Christopher y oramos para que fuera protegido de accidentes de automóvil. Recordé la Escritura que a menudo citábamos sobre él:

“Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guar­den en todos tus caminos. En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra” (Salmo 91:11-12).

Dios contesta oraciones y sus promesas son ciertas. Yo sabía eso. Si Christopher había estado en un accidente automovilístico, Dios y sus ángeles tuvieron que estar allí para protegerlo.

También, recordé lo que la Biblia dice sobre el hombre justo que teme a Dios: «No tendrá temor de malas noticias; su corazón está firme, confiado en el Señor» (Salmo 112:7).

Comencé a sentir la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento.

Cuando llegamos al hospital, supimos que Christopher se encontraba en el asiento trasero del automóvil con una gran bolsa sobre sus piernas, que contenía uniformes de fútbol. Eso lo protegió del impacto contra la parte trasera del asiento delantero, y como resultado sufrió solo dolor en la espalda y se lastimó una rodilla. El muchacho que iba en el asiento delantero del pasajero, fue lanzado, atravesó el parabrisas y estaba seriamente lesionado. El conductor se impactó contra el timón y tenía lacerado el rostro. El auto fue destruido por completo.

Ninguno de los padres podíamos creer que después de todas las serias conversaciones que habíamos tenido con nuestros hijos sobre la importancia de usar cinturones de seguridad, aún hicieran caso omiso. Si hubieran obedecido las reglas, quizás no habrían sido lesionados en lo absoluto. Pero las buenas noticias eran que si nosotros no hubiéramos estado orando, ellos podrían haber muerto o sufrido lesiones serias y permanentes. Todos nosotros supimos que nuestros hijos habían sido librados a causa de las oraciones en el nombre de Jesús a favor de ellos, y estábamos agradecidos a Dios.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “El Poder de los Padres Que Oran”

Por Stormie Omartian

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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