HQWalls4You7_01Familias Cristianas – Quiero que mis Hijos sean Felices

 

Pasaje clave: Juan 9:1-8.

 

Todos queremos que nuestros hijos sean felices, que no se aflijan por nada, disfruten de la vida, no se preocupen por el peso, ni por el novio, ni por el trabajo. Que para ellos la vida sea alegría, felicidad y no tengan problemas en sus mentes.

Dios antes de tratar con nuestros hijos, primero lo hará con nosotras, antes que ellos reciban sanidad, nos sanará a nosotras.

Hay una fórmula antigua que hemos desterrado de este ministerio y que seguiremos haciéndolo, decía: «Ocuparse de los hijos es la principal función en la vida». ¡Mentira!
Son madres que se olvidan de sí mismas para empezar a ver por los ojos de sus hijos, vivir sus sueños y prepararlos para que «ellos» vivan.
Cuando Jesús se acerca a la vida de una mujer, le dice: «Primero ocúpate de vos y tendrán sanidad los tuyos».
Cuando comiences a mirarte empezarás a sanarte y, como consecuencia, traerá la sanidad de los tuyos.

A. Para atender bien a tu hijo, primero tenés que atenderte vos.

Cuando se viaja en avión siempre dan una explicación: en el caso de producirse algún inconveniente en el vuelo, bajarán unas máscaras de oxígeno para colocarse. Lo interesante es que dicen que, en el caso de viajar con niños, primero las máscaras deben colocársela los padres y después atender a sus hijos. También lo explican con respecto al cinturón de seguridad, que primero debe colocarlo el adulto y, si viaja con un bebé, debe llevarlo en sus brazos sin cinturón.
Las mujeres hemos dado vuelta las cosas y las iglesias nos ayudaron a hacerlo, dijeron que en primer lugar estaban los hijos y en el último (si quedaban ganas y tenías fuerzas aun) la mamá. ¡Mentira!

 

B. Debo pensar en mí y no es egoísmo.

Igual ocurre con respecto a la felicidad. Si querés que tus hijos sean felices aprendé a buscar la felicidad que parece estar muy lejos de tu vida.
Tus hijos te observan todo el tiempo y miran tus reacciones y actitudes.
Muchos hijos están hartos de ver a sus madres tristes, con vidas sin sentido, sin rumbo, deprimidas, que no saben divertirse, que están cansadas de la vida.
Ellos piensan que la vida es de esa manera y que ser grande implica tener preocupaciones, tristeza, depresión, angustia.
Todo lo que observen es lo que vivirán. Por eso, es importante: Acercar la felicidad a tu vida.

 

¿Cómo ser feliz?

1. Para ser feliz debo abandonar la culpa.

Te sentís culpable por todo, decís: «Como puede ser, alguna vez tengo que salir con los chicos, y hoy (que es feriado), el único día que no van al colegio, vengo a la reunión».
Cuando nuestros hijos pasan por crisis, enfermedad, un mal momento, debemos observar la situación tal como es, no anexarle las emociones negativas que pasan por nuestro interior.
Generalmente, cuando ellos están mal le agregamos nuestras culpas, adosando emociones que crearán una cadena interminable y que nos introducirá en un pozo más profundo de angustia y dolor.

No soy culpable de lo que le pasa a mi hijo.

Siendo feliz serás libre para que tus hijos tomen de esa felicidad lo que le corresponde e incorporen una nueva conducta: traer felicidad a sus vidas.

No te asocies con la culpa. Tratá las situaciones como se presenten, busca la solución específica, porque si accionás con culpa enfermaran vos y los de tu alrededor, y el resultado será no saber cómo actuar ni cómo reaccionar.

A. Reaccioná concretamente.
Si a un hecho concreto le añadimos emociones negativas generará culpa.
Por ejemplo, si mi hijo se enferma me siento culpable «porque no lo cuidé lo suficiente», o «el padre no le dijo nada y salió descalzo», o «salió como quiso, desabrigado y a cualquier hora».

Ante esto no sé cómo actuar: ¿Qué le digo? ¿Qué hago? ¿Lo reto o no lo reto? ¿Lo abrazo o le pongo un límite? ¿Cómo reacciono?
Me siento culpable y término pasándole la culpa a él, o porque «soy culpable» no le pongo límites, entonces hace lo que quiere.
Ese es el gran dilema de las mamás, la tensión más difícil para resolver: estar cerca o lejos de los hijos; ponerle o no límites; retarlos o acariciarlos; abrazarlos o enojarnos.
Debemos aprender: Lo que hagamos con culpa nos condenará, también al otro, y terminará matando lo bueno.

B. La respuesta que te hace libre, libera al otro.

¡Debemos ser más frías en nuestras emociones! Resolver la situación concreta sin dar vueltas, sin cuestionamientos ni culpas y seguir adelante.

Jesús está interesado en que dejes toda culpa.
El no poner límites, muchas veces, es querer ser libre de los límites que nos han puesto a nosotras mismas.

C. Aprendé a satisfacer tus propias necesidades.

¡Debo actuar sin culpa!
Una madre satisfecha, tiene hijos saciados y satisfechos; una madre insatisfecha siempre tendrá hijos insatisfechos. Una madre que está pensando en lo que no tiene, en lo que le falta, en lo que le gustaría tener, en lo pobre que es y que no puede tener lo que le gustaría, tendrá hijos con las mismas limitaciones.

No permitas que tus hijos te manipulen: «Esto me pasó porque vos no estuviste». «Vos no me enseñaste». «No me dijiste».
Lo que paso, pasó. No agregues culpas, resolvelas y seguí adelante. No mezcles emociones negativas porque terminarás destruida y a los que te rodean.

(CONTINÚA…)

Por Alejandra Stamateas

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