Guerra Espiritual – Autoridad en la Palabra Hablada 1
La autoridad espiritual está basada legalmente en «la sangre del Cordero», es decir, en la victoria del Calvario. El comprender y conocer lo que sucedió realmente en la cruz, y entender por qué y cómo fue destruido Satanás y sus derechos anulados por la muerte de Cristo, son cosas absolutamente esenciales para dar el próximo paso hacia la victoria (Apocalipsis 12:11).
Durante muchos años, pensé que esta «palabra del testimonio» se refería al testimonio de la bondad de Dios como se acostumbra decir en los cultos de oración y alabanza. Pero llegó el momento cuando el Espíritu Santo empezó a revelarme que dicho testimonio era una palabra hablada directamente a Satanás y a sus demonios en el nombre de Jesús y sobre la base de su sangre vertida: Una orden para ellos expresada en primera persona.
Estaba indeciso en cuanto a aceptar tal posición, ya que no tenía precedente para guiarme. Que yo recuerde, nunca había oído a nadie más interpretar de aquella manera ese texto: Hablando la palabra de autoridad directamente a Satanás y a sus emisarios. Satanás intentaba asustarme para evitar que procurara hacer tal cosa. Trató de decirme que algo terrible me sucedería si era tan presuntuoso como para hablarle a él directamente, incluso en el nombre de Jesús de Nazaret y sobre la base de su sangre vertida.
Pero yo recordaba que Jesús mismo había hablado directamente al diablo: «¡Quítate de delante de mí, Satanás!» (Mateo 16:23), fue su respuesta cuando Pedro permitió que el diablo le usara como instrumento.
También en el momento de su tentación en el desierto, dijo: «Vete, Satanás, porque escrito está…» (Mateo 4:10). Y Santiago nos exhorta: «Resistid al diablo, y huirá de vosotros» (4:7).
Ya que Satanás no tiene un cuerpo y no le podemos atacar físicamente, ésta resistencia debe adoptar la forma de un asalto verbal, no en nuestro propio poder, fuerza o sabiduría, sino ¡en el nombre de Jesús! Cuando por último, vacilante, temeroso y temblando, me aventuré a hablarle directamente, llamándole por su nombre y ordenándole a él y a sus demonios de depresión, opresión, aflicción y esclavitud, que me dejaran y me soltaran en el nombre de Jesús de Nazaret y sobre la base de su sangre vertida, enseguida experimenté liberación y alivio.
Era como si los demonios de la duda, el miedo y la esclavitud se derritieran ante el nombre de Jesús y la sangre del Cordero cuando se les habló la palabra de autoridad directamente a ellos. Ahora, con la palabra de mi testimonio, declaraba en alta voz que habían sido destruidos por la muerte de Cristo y que sus derechos estaban anulados; que no tenían ningún tipo de derecho a tocarme, y que eran transgresores si intentaban hacerlo. Cuando hice aquello, ordenarles que se fueran en el nombre de Jesús, experimente una libertad y un alivio inmediatos.
Satanás Huye.
Muchos creyentes han sido tan tiranizados y dominados por Satanás y por la teología predominante de su poder invencible, los cuales, como yo, jamás se atreverían a hablarle directamente, incluso en el nombre de Jesús.
Durante muchos años no pude imaginarme al diablo huyendo; el cuadro que tenía en la memoria era el de Satanás atacando como león rugiente (1º Pedro 5:8). La exhortación de Santiago me animó a enfrentarme con aquel león rugiente. Cuando reuní suficiente valor para hablarle directamente en el nombre de Jesús, fue una gran sorpresa para mí el descubrir una sensación inmediata de liberación, como si se hubiera desvanecido, esfumado.
Después de darnos autoridad sobre todo el poder del enemigo, Jesús nos tranquilizó diciendo: «Y nada os dañará» (Lucas 10:19). Yo necesitaba aquella garantía.
La Importancia de Ser Específico
Para experimentar el poder de la sangre de Cristo y de la palabra de nuestro testimonio o mandato es importante ser muy literal y específico.
En primer lugar, debemos reconocer la fuente y el origen de nuestras dificultades. Creo que al hacerlo descubriremos que muchos más problemas de los que jamás soñamos son el resultado de la interferencia de nuestro cuerpo, mente y espíritu, con personalidades demoníacas bajo el mando de su príncipe, Satanás.
Estoy convencido de que mucha de la opresión que atribuimos a causas naturales tales como la disposición, el temperamento, los cambios de humor, el miedo y la depresión, es inspirada por los demonios. No existe tal cosa como el mal abstracto. La maldad siempre tiene un origen inteligente y consciente de sí mismo. No hay mal que no se origine en una personalidad.
(CONTINÚA…)
Extracto del libro “Destinados a Vencer”
Por Paul E. Billheimer
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