Guerra Espiritual – La Oración Pertenece al Terreno de la Acción
Cuando se abran los libros del cielo y se revele la historia espiritual de las naciones del mundo, estará escrito, para que todos puedan leerlo, que son las «personas de oración», y no los alcaldes, los reyes, los primeros ministros, los presidentes o los consejeros del presidente, los que verdaderamente moldean los acontecimientos.
Cuando llegue la hora de abrirse de par en par los archivos celestiales para que el universo los contemple, entonces se descubrirá que la historia no fue escrita en las cámaras del consejo de los grandes, ni tampoco por los ejércitos, ni por las marinas de guerra, ni por los parlamentos de las naciones. No, la historia se escribió en las escondidas y apartadas cámaras de oración de los santos.
Los movimientos de los hombres y de las naciones de la tierra se conciben, inspiran y motivan en el mundo invisible; y las fuerzas espirituales en dicho mundo invisible, son reguladas, influenciadas y controladas por el poder que sólo es liberado mediante las oraciones del pueblo de Dios. En verdad, la suerte del mundo está en las manos de santos anónimos (Salmo 149:6-9).
Entre nosotros no hay muchos que posean un potencial creativo, y pocos están bendecidos con personalidades destacadas, dones distinguidos, intelectos brillantes o talentos excelentes. Ya que la mayoría somos sólo personas comunes y nada espectaculares, nos parece que la vida no ha sido generosa con nosotros. Creemos que somos pobres y que tenemos poco o ningún valor.
Pero la persona nacida de nuevo menos dotada tiene acceso a la habilidad más creativa de todo el universo: La oración. Nosotros, los seres humanos, acentuamos mucho la importancia de los dotes del hombre que incluyen el talento, el magnetismo personal, la técnica, el intelecto, el ingenio y la destreza como principales factores para modelar los acontecimientos humanos. Pero Dios sabe que la oración pertenece al terreno de la acción.
Orar es la actividad más grandiosa que una persona pueda realizar para Dios o para el hombre. Y el ser humano menos dotado, con menos talento y menos conocido, puede llegar a ser mayor en el libro de Dios, si ora, que el más altamente dotado, el más brillante y el más famoso del mundo que no lo hace.
Tesoros Sin Explotar.
Una mente brillante y disciplinada, afilada como una hoja de afeitar, una mente impregnada y saturada con todo aquello que asociamos con el colmo del intelectualismo, la cultura y la erudición, es algo muy digno de admirar y cultivar. Pasamos años de estudio, trabajo y esfuerzo para conseguir dichas disciplinas, pero hay algo supremamente más importante y fundamental.
Existe un gran depósito de sabiduría, discernimiento y conocimiento espiritual que nunca puede ser explotado con el intelecto solamente. En Colosenses 2:3, Pablo insiste en que en Cristo están escondidos, es decir guardados en secreto, «todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento».
Es imposible explotar plenamente la ventaja espiritual que supone el conocimiento académico, si no se tiene acceso a «los tesoros de la sabiduría y del conocimiento» que están escondidos en Cristo. El Espíritu Santo pone a nuestra disposición dichos tesoros, principalmente mediante nuestra vida devocional, en el tiempo que pasamos a solas con Dios.
Unas pocas horas dedicadas a estar a solas con Dios pueden abrirnos tesoros de sabiduría y de conocimiento en Cristo que hubieran podido escapársenos durante años enteros de una educación puramente académica. Cristo es la fuente original de todo conocimiento.
Podemos aprender mucho acerca de Cristo y de las cosas espirituales por medio de las obras escritas y registradas de otras personas; pero ese conocimiento es de «segunda mano», aunque no hay que despreciar tal cosa. Sin embargo, si se está dispuesto a pasar tiempo a solas con Dios, y a hacer de la oración la ocupación principal de la vida, la persona puede explotar por sí misma la fuente original de toda la sabiduría y el conocimiento.
Toda esa sabiduría original viene de Dios mismo por revelación del Espíritu Santo. Solamente la verdad que obtenemos del mismo Dios es genuina. Únicamente dicha verdad imparte autoridad al ministerio que sea. Por lo tanto, la educación académica más excelente no es substituto de una vida devocional profunda.
Extracto del libro “Destinados a Vencer”
Por Paul E. Billheimer