percances-o-accidentes-de-guerraGuerra Espiritual – Percances o Accidentes de Guerra 6

 

Continuemos.

¿Qué sucedió, también, en la mayor batalla jamás peleada, la cual se llevó a cabo en la cruz del Calvario? A los ojos del hombre natural, cuando Jesús murió, Satanas había ganado la guerra. Es decir, había conse­guido torturarlo, humillarlo, vituperarlo y, por último, le había dado muerte.

Si lo consideramos sólo desde el punto de vista natural en lo que era la apariencia inmediata visible no era otra cosa más que un terrible ataque del maligno en el que había vencido a Jesús. Pero lo que sucedía en lo invisible, en lo que sólo se puede percibir con la mente de Dios, era que, por medio de la muerte se estaba venciendo la muerte y el pecado. Por medio del dolor, venció el dolor, por medio del vituperio venció al vituperio, por medio de la humildad, venció la soberbia, y por medio de todo ese terrible padeci­miento deshizo el imperio del diablo.

Lo que tenía una apariencia de derrota (porque absolutamente nadie creyó en ese momento que Jesús resucitaría), lo que era el fin de su esperanza, en realidad, estaba siendo la mayor victoria del universo. Lo que parecía un ataque fulminante de Satanás contra el Hijo de Dios, era un diseño del Padre, planificado desde antes de la fundación del mundo.

El ver sólo la parte externa de las cosas, el ver con el análisis lógico de nuestra mente, inevitablemente nos va a conducir a errores espirituales. Es posible que Dios esté haciendo la obra más maravillosa de nuestra vida a través de lo que consid­eramos una tragedia. No nos damos cuenta porque siempre le echamos la culpa al diablo y sólo nos enfocamos en ver el lado negativo de las cosas. Esto es, precisamente, lo que el maligno quiere para atar al pueblo de Dios bajo yugos de temor.

El problema radica en que el punto de vista de Dios y el de la Iglesia de los siglos XX y XXI, son totalmente opuestos. El mundo moderno, incluyendo a la mayoría de la Iglesia, vive bajo una estructura orientada hacia la comodidad, el bienestar y a buscar factores inmedi­atos que satisfacen el alma. Es bombardeado todos los días por miles de anuncios publicitarios y mensajes subliminales que lo atan a un consumismo desenfre­nado. Y lo queramos o no, todo este sistema afecta la forma de pensamiento del común denominador de la Iglesia actual. Todo alrededor nuestro, proveniente de ese sistema, que nos grita: «Evita el sufrimiento a toda costa». El mundo hará cualquier cosa con tal de no padecer, o padecer lo menos posible.

Dios, sin embargo, tiene una forma de pensar muy diferente con respecto a nuestras tribulaciones. El Señor sabe que nuestro mayor enemigo no es el diablo, pues Él ya lo venció, sino nuestra carne, nuestro ego y nuestra amistad con el mundo lo que nos constituye en enemigos de Dios. Él sabe que lo mejor para nosotros es que muramos a todo eso y que sea lo antes posible.

En la escala de valores divinos, lo mejor que nos puede pasar, es morir a todo lo que nos aparta de Dios o de nuestro destino. Para Dios, el sufrimiento es tan sólo una leve tribulación momentánea a través de la cual El nos madura, se revela a nosotros y nos hace entrar en niveles cada vez más gloriosos de Su reino. «Es necesario que entréis al reino de Dios a través de muchas tribulaciones».

El diablo no tiene autoridad para hacer lo que se le venga en gana contra un hijo de Dios, ni en medio de ninguna guerra tampoco. Él está sujeto al servicio del Altísimo. Jesús mismo le recordó esto en el desierto: «Sólo al Señor tu Dios adorarás y sólo a Él servirás»(Lucas 4.8).

Cuando Job fue tremendamente atribulado por los embates del diablo, quien originó todo ese sufrimiento no fue Satanás ni tampoco un accidente de guerra espir­itual, sino Dios (Job 1.7-12).

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Guerra de Alto Nivel”

Por Ana Mendez Ferrel

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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