percances-o-accidentes-de-guerraGuerra Espiritual – Percances o Accidentes de Guerra 8

 

Continuemos.

El simple hecho de arrebatarle un alma al diablo, podía y puede trastornar toda una región del imperio de las tinieblas y aun la sociedad. La sanidad del cojo en la puerta de la hermosa, ¿acaso no produjo un alboroto tremendo en Jerusalén, de tal modo que Pedro y Juan fueron detenidos? La predicación en Éfeso produjo el levantamiento de toda la ciudad en contra de Pablo. Una sola predicación de Esteban le costó la vida.

No es sólo la guerra espiritual al nivel territo­rial lo que perturba el reino del diablo, sino también, cualquier avance de la verdadera luz en medio de las tinieblas. Hay diseños divinos que tienen que ver con fuertes padecimientos, como puede ser la pérdida de un ser querido, la pérdida de la salud o de todos nuestros bienes. Y esto no significa, en ningún momento, que el diablo ha ganado un contraataque.

Miremos, por ejemplo, la forma tan desconcertante como Jesús establece su Iglesia en el siglo primero. El Evangelio se expandía, pero Sus seguidores eran marti­rizados, echados a los leones, crucificados, quemados, torturados. El pensamiento de ellos no era: «Dejemos de asistir a esas reuniones de cristianos porque el diablo nos va a atacar, y nos van a matar». Al contrario, entre más los aniquilaban, más se añadían a la congregación y más poder cobraba la Iglesia.

En los diseños de Dios, que son infinitamente más sabios que nosotros, era necesario que ese derrama­miento de sangre se diera en aquel momento. Esto haría que el poder de la sangre de los mártires hiciera un fundamento tan fuerte que haría que la Iglesia permaneciera hasta nuestros días. En cada mártir, la fuerza del imperio romano se iba debilitando hasta su total debacle. Esto fue ciertamente una guerra espiritual de muy alto nivel. Para el pensa­miento natural del hombre, la pérdida de la vida es una gran tragedia, pero para Dios es una promoción de primer orden.

Yo hago guerra espiritual desde hace ya 17 años, y he sufrido pérdidas de todo tipo: bienes y seres queridos que el Señor llamó a Su presencia. Entre ellos, mi ser más cercano, mi hermanita gemela. Pero sé, sin lugar a dudas, que nada de esto tiene que ver con los contraataques de un diablo desaforado que Dios no pudo controlar, sino con diseños gloriosísimos para mi vida. Recuerdo cuando mi hermana Mercedes partió a la gloria, Dios me habló claramente, y me dijo: «Estoy formando un ejército poderoso para los últimos tiempos que operará junto con mis ángeles, y es necesario que una de ustedes dos pelee desde los cielos y la otra desde la tierra». ¡Ella fue la afortunada!

En Jesús, los cielos y la tierra son una sola cosa y Mercedes está llena de gloria; esperándome con los brazos abiertos y, seguramente, intercediendo en todas mis batallas. Yo no he perdido nada, y mucho menos me la ha quitado el diablo. Mercedes, tan solo cambio de dirección y en algunos años, la volveré a ver.

El diablo no puede contraatacar una batalla peleada por Dios. Vuelvo a repetir, el problema radica en nuestro enfoque, en la forma tan humana y equivocada de ver los asuntos de orden divino. Vivimos en una era electrónica, donde casi todo se soluciona apretando un botón. Esto es más real en los países ultradesarrollados y esto, lo queremos transferir al establecimiento del reino de Dios en la tierra. Queremos un Evangelio tecnológico, que con tan sólo apretar teclas y botones la tierra se llene de la gloria de Dios. Queremos un Evangelio de bendiciones, prosperidad y propagar todo lo que tenga que ver con éxito en este mundo y con mensajes agradables al oído. Lo importante es tener paz, seguridad y riquezas de este mundo.

Desgraciadamente una iglesia así fue lo que Dios le reveló a Juan en el Apocalipsis cuando le habla acerca de la Iglesia de Laodisea. Le muestra que aunque ella se sienta rica y sin necesidad de nada, su verídico estado ante los ojos de Dios es pobre, miserable, ciega, desventurada y desnuda.

Y lo peor es que en este estado, es fácil ser presa de un diablo mentiroso y amedrentador que la quiere llenar de miedo, y lo ha logrado en muchos casos. Se ha convertido en una Iglesia asustadiza y egoísta, que ha perdido la sensibilidad y la compasión verdadera.

Perdone que escriba de esta manera, pero Dios quiere llevar a la Iglesia a dimensiones mayores. Dios quiere levantarla en entendimiento y poder, y para eso, es necesario ver la realidad y hacer cambios radicales.

Extracto del libro “Guerra de Alto Nivel”

Por Ana Mendez Ferrel

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

2 Comentarios

    • Hola Danelia. ¡¡Bienvenida!! Tenemos mucho que aprender acerca de estos temas y es bueno ser enseñados por aquellos que tienen el llamado y la autoridad espiritual para ministrarlos.

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