Devocional – Esto lo Escuché Antes
Pasaje clave: Números 5:5-31.
Y otra vez… Confesar y Restituir.
¿Qué tenían que hacer aquellos que pecaban además de confesar su pecado? (5:5-8).
Si tu pecado fue contra otras personas no alcanza con «llorar un poquito» y decirle «perdóname por toooodo lo que te hice». No. Además de pedirle perdón tienes que compensar el daño que le causaste.
Por ejemplo:
- Si robaste, devuélvelo.
- Si agrediste públicamente pide perdón públicamente.
- Si rompiste algo, repáralo o cómpralo nuevo.
- Si vendiste lo que no era tuyo, recupéralo.
- Si te enojaste, gritaste y trataste muy mal, empieza a bendecir con tus palabras y actitudes.
- ¿Hablaste mal de alguien? Entonces, ahora, habla de las virtudes de esa persona.
Esto es restitución. Pero no te confundas. No significa «convertirte en esclavo del otro“, significa restituirlo. Así era la ley de la restitución.
¿Y con los celos, qué?
¿Cómo trataban el problema de los celos matrimoniales? (5:11 al 3111 al 31)
¡Imagínate el desfile de panzas hinchadas y muslos caídos que veríamos en la iglesia si practicáramos la ley de los celos!
Hoy estamos libres de aquellas consecuencias físicas pero no de las consecuencias espirituales y emocionales que generan los celos: amargura, dolor, distanciamientos, desconfianzas, inseguridades, dudas, acusaciones, culpas… ¿quién puede ser bendecido y bendecir a otros con todo esto en su corazón?
¿Estás celoso? Los celos nacen de la inseguridad y de la auto desvalorización, del temor a ser abandonado, del egoísmo, de la desconfianza. Limpia tu corazón, confiesa tus pecados, aprende a verte y a valorarte en Cristo. Aprende a creer en los demás. Poco a poco, aprende a crecer y a madurar.
Extracto del libro: “Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Números/Deuteronomio”
Por Edgardo Tosoni