SOBRE TODO, LA JUSTICIA

Al ir finalizando este capítulo y también el libro me vino a la memoria un versículo que Miriam, mi esposa, dice con frecuencia. Es Miqueas 6.8 donde leemos: «Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios».

Cuando medito en ser justos pienso en los siguientes atributos: ser correctos, vivir en integridad, y que la honestidad, la honradez y el respeto nos caractericen. Emplear dignidad en nuestro trato con los demás. Hablar en favor de aquellos que no tienen una voz. Ser las manos, los pies, la boca y los brazos de Jesús en nuestro tiempo. Dar de comer a las viudas y a los huérfanos. Eso es lo que pienso cuando leo «hacer justicia».

No dudo que haya quienes leen esa frase como «hacer que todos cumplan con las reglas» y se autoasignan la tarea de ser la policía moral de la sociedad. Sin embargo, mi óptica no me permite verlo de esa manera, ya que no es mi llamado ser la policía de la humanidad. Confío más en que el Espíritu Santo haga esa tarea. Pienso que mi tarea es mostrar un ejemplo de rectitud (justicia) para que a través de mi ejemplo las personas puedan ver un modelo de cómo es una persona recta y justa. De esta manera, también cumplo con la otra encomienda de Jesús que declara en Mateo 5.16: «Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos». Puedo lograr resultados mejores al simplemente brillar Su bella luz, que tratando de ser la policía moral del mundo entero.

LA GRAN CONCLUSIÓN

El mejor legado, impacto y la enseñanza trascendente que puede dejar un líder cristiano es una herencia de misericordia. Lo que hace al evangelio tan escandalosamente poderoso es la gracia. Como ya dijimos, aun corregir y disciplinar como hábitos del liderazgo son acciones que se ejecutan de la manera adecuada cuando emergen de un corazón misericordioso y humilde. Y es que resulta casi imposible pensar que haya personas que no amen la misericordia o que no admiren la humildad en sus líderes. Pero el simple hecho de que el Señor nos manda hacerlo, en esas contundentes palabras del profeta Miqueas, significa que sí hay gente así. Hay líderes que nos olvidamos de ser humildes y actuar con misericordia.

LO QUE HACE AL EVANGELIO TAN ESCANDALOSAMENTE PODEROSO ES LA GRACIA.

Cuando nos enteramos de tantas escenas llenas de injusticias que existen en el mundo, causadas por una sencilla falta de misericordia, nos entristecemos. Yo lo hago, y bastante. ¿No recordamos que todo lo que sembramos cosecharemos? El que muestra misericordia, obtendrá misericordia.

Entiendo que hay quienes abusan de la misericordia. Sin embargo, prefiero errar por el lado de la misericordia que lo contrario. Si cometí el error de mostrar misericordia a una persona que no la merecía, el Señor juzgará mi corazón y bendecirá la misericordia que mostré. La persona que abusó de mi misericordia tendrá que rendirle cuentas al Señor acerca de sus abusos y fraudes. No me corresponde ser el juez de aquella persona. Además, le irá mucho peor cuando tenga que rendirle cuentas al Señor. Me toca mostrar misericordia cuando así lo dicta el sentir en mi corazón.

Quizá alguien diga: «¿Qué si la persona merece un castigo?». Todos merecíamos el castigo eterno y, sin embargo, Jesucristo pagó por nosotros la deuda para que pudiésemos vivir libres de la paga del pecado (Romanos 5.8). La misericordia por sí misma denota que no recibimos lo que merecíamos. Todos merecíamos la muerte, pero en lugar de darnos lo que merecíamos, pagó la deuda por nosotros y nos dio lo que no merecíamos: la vida eterna (Romanos 6.23). ¿Seremos incapaces de hacer lo mismo para los demás? No agreguemos a las muchas injusticias que ya existen en el mundo al no mostrar misericordia a quien la necesita, la merezca o no. Amemos la misericordia.

EL DÍA QUE CREAMOS QUE NOSOTROS SOMOS LOS ARQUITECTOS DE NUESTROS LOGROS SERÁ EL DÍA QUE DEJAREMOS DE CAMINAR EN HUMILDAD.

Las personas que vivimos bajo el conocimiento de que todo lo que tenemos ha sido un regalo del Padre de las luces (Santiago 1.17), vivimos con un agradecimiento profundo que nos humilla ante Él. Bajo ese mismo parámetro debemos insistir en caminar a lo largo de nuestra vida. Conociendo que Su gracia, que no merecíamos, la recibimos de Su parte para caminar triunfantes y victoriosos. Una de las claves para mantener humilde nuestro corazón es vivir agradecidos al Señor por todo lo que ha hecho, hace y lo que hará en y a través de nosotros, y para vivir agradecidos hay que meditar continuamente en Su verdad y recordar de dónde venimos. El día que creamos que nosotros somos los arquitectos de nuestros logros será el día que dejaremos de caminar en humildad. Qué nunca se nos olvide que todo lo que tenemos, el oxígeno que respiramos y la vida misma se la debemos a nuestro Todopoderoso Señor que ha puesto todo de su parte para que tengamos vida en abundancia (Juan 10.10).

Sin la ayuda y compañía del Espíritu Santo, todo lo anterior no es nada más que buena información. Vivimos completamente dependientes de Él y de Su guía y dirección. Sin Él no podemos hacer nada. Cada día vivamos con el compromiso de reconocerlo a Él en todos nuestros caminos. Consideremos cuál es Su consejo, cuáles son Sus ideas y propósitos para nuestras vidas. Nos irá mucho mejor de esa manera.

Que nunca te abandonen el amor y la verdad: llévalos siempre alrededor de tu cuello y escríbelos en el libro de tu corazón.

Contarás con el favor de Dios y tendrás buena fama entre la gente.

Confía en el SEÑOR de todo corazón,

y no en tu propia inteligencia.

Reconócelo en todos tus caminos,

y él allanará tus sendas. (Proverbios 3.3-6, NVI)

¡Qué privilegio es liderar!

Extracto del libro “Los 8 Hábitos de los Mejores Líderes”

Por Marcos Witt

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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