9. Utilizar tácticas de vergüenza. «Debería darte vergüenza…». Más vocabulario inaceptable para disciplinar a las ovejas. Recordemos: la disciplina no es para causar vergüenza, es para enseñar códigos de conducta que hacen que la oveja vuelva al orden. Es para educar. Utilizar la vergüenza y la degradación como herramientas didácticas es inaceptable. En cierta ocasión presencié una de las reuniones más vergonzosas que puedo recordar. Dos jóvenes de la congregación habían pasado un fin de semana de alcohol, habían bailado con algunas chicas hasta altas horas de la madrugada, y llegaron borrachos a sus casas. Cuando lo supo el pastor, los confrontó, confesaron privadamente y le dieron todos los detalles de su fin de semana de pecado. El mejor castigo que pudo pensar el pastor para estos dos jovencitos de diecisiete y dieciocho años fue pasarlos al frente de la congregación para confesar públicamente a todos su pecado, durante la reunión general del domingo en la mañana. Recuerdo haber visto esto y sentir la vergüenza de estar presenciando un acto de abuso de confianza y autoridad. Cuánta falta de respeto. Cuán poco tacto y elegancia. Todos sentíamos la pena: los dos jóvenes en cuestión, sus familiares y amigos, todos los demás hermanos de la congregación. Los únicos que estaban felices eran el pastor y un puñado de fariseos que siempre les encanta ver retorcerse de pena a las personas que han sido «sorprendidas» en el pecado.

La emoción más fuerte que yo sentí aquella mañana fue indignación. Saber que los pastores utilizan su influencia y autoridad para avergonzar de esa manera a la gente me puso en mal estado de ánimo. La disciplina no es con el fin de avergonzar a la gente. No ayuda en nada.

LA DISCIPLINA DEBE HACERSE CON TAL GRACIA Y ENTENDIMIENTO QUE LA OVEJA SALGA DEL PROCESO INSTRUIDA, PROTEGIDA Y AMADA.

  1. Correrla del redil. «Aquí no queremos a personas como usted… Se me va de este lugar ahora mismo». Esta es otra actitud que me sorprende porque lleva inherente una falta de entendimiento de a quién le pertenecen las ovejas. ¿Quiénes nos creemos para correr a las ovejas? ¿Qué derecho nos asignamos como para sentir que tenemos esta autoridad? ¿Acaso se nos olvidó que son «ovejas de su prado» (Salmos 100.3) y que nosotros solo somos mayordomos de ellas? ¿Qué cuentas le rendiremos sobre cómo tratamos a esas personas? «Bueno Señor, es que tú sabes que lo tuve que correr por…………… ». Mi pregunta es: ¿cómo llenaremos ese espacio vacío?

Como pastores, a veces nos sentimos frustrados con las cosas que hacen las ovejas y los problemas en los que se meten. Pero para eso debemos estar nosotros: para ayudarles a solucionar sus problemas y enseñarles a vivir mejor. Si las corremos, perdemos toda la inversión ya hecha en sus vidas, aparte de dejar una huella de tristeza en sus corazones, por no mencionar la posibilidad de amargura o resentimiento que casi siempre es el resultado de tal acción definitiva. Seguramente podríamos encontrar la templanza necesaria para seguir discipulando estas vidas que han sido encargadas en nuestras manos. ¿No cree usted? Ahora le pregunto: ¿hay algún límite? Solo se me ocurre uno, y es que esta persona sea un peligro concreto y real para otros. No me refiero a una «opinión», sino que sea alguien que haga correr peligro a los menores, a los débiles o que crónicamente ejercite maldad sobre otros. En esa circunstancia, vístase de gracia pero observe que el acto de alejar a esta persona también debe ser hecho con misericordia.

  1. Boletinar a la oveja. «Para su difusión inmediata: el siguiente individuo  ha sido hallado deficiente de carácter y moralidad cristiana. Asegúrense de no recibirlo en ninguna iglesia en toda esta ciudad y, de ser posible, impídanle la entrada al cielo mismo…». ¿En serio? La cantidad de problemas que provocan este tipo de circulares es incalculable. Aunque usted no lo crea, he visto y tenido en mis manos algunos de estos boletines. Uno de ellos tenía que ver conmigo: me habían boletinado en una denominación. Prohibida mi entrada a cualquiera de sus iglesias o eventos, de cualquier tipo. Estaba oficialmente prohibido que algún pastor de esa denominación me invitara a predicar o a cantar en su iglesia. Me daba mucha pena cuando los hermanos de esa denominación me saludaban después de mis conciertos diciendo que habían venido a escondidas de su pastor y que habían sido ministrados por el Señor. ¡Cuán ciegos somos los líderes cuando estamos proclamando a los cuatro vientos lo que otros hicieron mal! Solo logramos que las ovejas se alejen, se confundan, se dispersen, anden por ahí a escondidas. El boletinar a las personas no ayuda en ninguna manera a crear un ambiente que facilite el discipulado ni el crecimiento. Solo causa más heridas y dolor. Aparte de eso, muchas de las personas que etiquetamos como «problemáticas» deberían tener la oportunidad de cambiar, crecer, madurar y llegar a una vida plena en Cristo. Si las boletinamos porque no han cumplido con nuestras expectativas, estamos profetizando (mediante el mismo boletín) un futuro de inmadurez. Muchas veces, el «boletín» no es una hoja física con palabras escritas, sino una actitud de tachar a una persona y nunca más darle oportunidades.                          Tratarlo con cierto recelo y aislamiento porque, simplemente, ya no creemos en ella. Esto es igualmente doloroso y dañino para la oveja.

Pero dirá usted: «Si el apóstol Pablo boletinó a un hombre en el Nuevo Testamento». Pues sí. Creo que puedan existir casos muy extremos, y supongo que al hacer esto, Pablo había visto todos los ángulos del asunto, como para al final llegar a esta conclusión. Pero considero firmemente que esas son las excepciones, no lo común. Creo que debemos ver menos esa acción y más la de ayudar a las personas a crecer y caminar en victoria con nuestro Señor. Pero si usted siente que tiene que boletinar a las personas y desea usar el ejemplo del apóstol Pablo, pues quizá también podría usted escribir la mayoría del Nuevo Testamento y alcanzar al mundo para Cristo, como lo hizo él, o soportar los naufragios, golpes, pedradas y cárceles que él vivió. No sé. Creo que debemos considerarlo con honestidad y corazón calmo.

En conclusión, lo más importante que hay que recordar es que la vara y el callado deben infundir aliento: ganas de vivir, ánimo y consuelo. La disciplina debe hacerse con tal gracia y entendimiento que la oveja salga del proceso instruida, protegida y amada. El gran objetivo de la disciplina es ver a la oveja llegando a nuevos niveles de comprensión y disfrute del plan de Dios para su vida y, aunque a veces duela la corrección, tanto a la oveja como al pastor, la intención detrás de la acción de disciplinar es que esa oveja alcance un futuro mejor y sane cualquier herida resultado de un error.

Extracto del libro “Los 8 Hábitos de los Mejores Líderes”

Por Marcos Witt

1
2
Artículo anteriorLiderazgo – EL MISTERIO DE LA TOALLA
Artículo siguienteLiderazgo – EL REGALO DE LA DISCIPLINA 2
Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingresa para comentar!
Por favor ingresa tu nombre