Supe de una hermana que tenía tantos años en el ministerio de sala cuna que estaba molesta y enojada con todos. No había tomado un descanso en más de diez años de este ministerio. Cuando entró a trabajar ahí, era todo amor. Trataba bien a los bebés y cuidaba de cada detalle. Al paso de los años, por su experiencia y fidelidad, la pusieron como la líder de la sala cuna. Era la encargada. Al principio le encantaba el trabajo. Pero al pasar de los años, se fue cansando, lo cual es normal, humano. Sin embargo, se quedó callada porque no quería ser catalogada como alguien «falto» de espiritualidad. Así que comenzó a sufrir en silencio. Nadie sabía cuál era la fuente de su malestar. Ella se sentía atrapada, aprisionada. Le entró la amargura de estar en esa situación sin tener el recurso de ir con alguien para quejarse porque todos la veían como una líder y santa, por ser tan entregada a ese ministerio durante tantos años. De pronto, un día explotó. Perdió la calma. Armó un tremendo problema, y todo el mundo se sorprendía de que esta santa de Dios estuviera causando tal berrinche. Pero no se habían dado cuenta de que esa bomba se había armado dentro de ella por muchos años. ¿Cómo lo pudieron haber evitado? Creando una cultura de descanso y balance. De vez en cuando darle días libres. Buscar a más personas para que la apoyaran. Dejar que se tomara algunos meses de estar en la reunión general sin tener que trabajar. Esta cultura la puede establecer el pastor, enseñando a sus ovejas lo que es vivir en el balance y proveyendo un ambiente donde puedan descansar.

Lo tercero es manteniendo una estabilidad en los programas dentro de la iglesia. Planificar un calendario inteligente es fundamental. Muchos pastores cometemos el error de cambiar constantemente los programas. Asistimos a un Congreso de Pastores en algún sitio donde trabajan de esta o aquella manera. De pronto queremos montar un programa igual dentro de nuestra iglesia. Volvemos de ese evento a cambiar y modificar todo. Ponemos a correr al staff pastoral para sacar nuevo material didáctico y acomodar el nuevo programa. Les pasamos la enseñanza para que aprendan las nuevas normas y reglas que ahora se aplicarán. En esos momentos todos ellos tienen que olvidarse de lo anterior y dedicarse a este nuevo programa. Se crea mucho estrés y trabajo, adicional al que ya tienen todos los días. Muchas veces, el pastor no se da cuenta de que esos cambios tienen el potencial para crear frustración en las ovejas. No solamente las que están en el ministerio con él, sino las que están sentadas en las sillas cada semana. Una semana conocen un nuevo programa para que a la semana siguiente se lo cambien por otro. Justo cuando tomaron cierto ritmo y conocimiento de un programa, ahora tienen que aprender uno nuevo. Algunos pastores cambian de programas en la iglesia con la misma frecuencia con que se cambian de ropa. Cuando los miembros del staff saben que el pastor está saliendo para otro congreso de pastores, se ponen todos a temblar y a preocuparse porque saben que eso significará, seguramente, que volverá con un nuevo programa que tendrán que establecer. En algunas iglesias hay equipos enteros orando e intercediendo para que su pastor no asista a ningún congreso de pastores.

Extracto del libro “Los 8 Hábitos de los Mejores Líderes”

Por Marcos Witt

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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