Veamos algunas actitudes o posiciones que sin darnos cuenta asumimos y que boicotean nuestra pareja.

1. La pasividad. Pareciera que muchas mujeres, con el tiempo, perdieran las ganas de mejorar, de crecer. Comienzan a conformarse con lo que tienen y, aún más, comienzan a aceptar todo lo que no tienen. Dicen:

  • «¡Que él trabaje!».
  • «Que me mantenga».
  • «Que haga todo lo que tenga que hacer».

Muchas parejas se han acostumbrado a vivir en la pasividad y en la rutina. Son aburridas, no tienen iniciativa y no quieren nada nuevo. Sin proyectos no se puede avanzar. Al casarte decidiste compartir con esa persona tu proyecto de vida. Si tu vida de pareja está estancada, haz cambios, prueba. Si sientes que él ahora está pasivo, cambia tu rol, no esperes que él lo haga. Cuando tú cambies, él tendrá que moverse quiera o no, y si no se mueve, habrás ganado igual porque lo hiciste para ti.

2. Pensamos que la culpa la tiene siempre él. Creemos que el problema o la crisis que estamos atravesando se debe a que él cambió y no es el mismo que antes. «Él no me entiende, él es el que pelea todo el tiempo, él es el que no nos trata bien, el que no se hace cargo de nada.» Siempre es él. Pensamos que si él acepta hacer terapia, todo irá bien, porque «el problema es de él, que tuvo problemas en su infancia o con la esposa anterior. Nadie lo comprendía y, como está herido, ahora está sacando toda esa bronca contra mí, que soy una pobre mujer». ¡No! ¡No es así! En una pareja no existe un culpable y un inocente: ambos se eligieron porque se amaban y porque anhelaban un proyecto de vida juntos.

3. Nos volvemos egoístas. Hay parejas que no pueden hacer nada juntas, no tienen proyectos, no saben compartir, todo en ellas es individual. Si bien se unieron, no lograron unirse en un proyecto en común, en donde los intereses de los dos valgan. Por eso, antes que nada, comienza por reconocer qué es lo que está a tu alcance hacer para renovar tu vida de pareja y dejar así de sentir esa soledad que, seguramente, podrá ser revertida. Es fundamental reconocer que la pareja tiene que funcionar, que aún tiene esperanza. Date esperanza y dásela a él, lucha por tu pareja; lo que empezó bien no puede terminar mal. No esperes a que él ya no esté para ser feliz.

Tal vez te estés diciendo: «Pero, ¿y si él no cambia?». Si él no cambia, cambia tú. Si cambias, siempre ganas. Estar casada no significa dejar de lado los sueños y los proyectos personales que alguna vez te llenaron de vida y de pasión.

Vuelve a cuidar tu aspecto físico, ponte hermosa. Las mujeres necesitamos vernos mejor cada día. Si tu esposo se da cuenta, ¡bárbaro!, y si no se da cuenta, tú has ganado. Usa cremas, maquíllate, ¡invierte en ti! Y si él te pregunta cuánto gastaste, respóndele: «Yo no gasto, ¡yo invierto!»

Mejora tu aspecto emocional. Ser feliz en tu vida de pareja debe ser el desafío. No te des por vencida, toma nuevos retos, renueva tu vida emocional, cree en ti y en la pareja a la que apostaste alguna vez. Si no te amas a ti misma, nadie te amará; si no te atiendes, nadie te atenderá; si no confías en ti, nadie podrá hacerlo. No vivas dominada por tu maternidad, sermoneando, ni controlando. ¡Aprenda a divertirte y a disfrutar!

Usa el sentido del tacto. Las caricias son el lenguaje del amor. Cuando nacemos lo primero que recibimos es un abrazo, una caricia, ésta es la primera manifestación de amor. Y esto es justamente lo que las parejas pierden con los años: el tocarse, el sentirse, el acariciarse. Cada vez son más las personas que necesitan hacerse masajes, tanto hombres como mujeres, y no sólo lo hacen por una contractura o un dolor fuerte de espalda, sino por la necesidad de ser tocados.

Cuando él te quiere tocar, no le digas: «Sal, porque están los nenes». El tocarse es imprescindible y es una de las primeras semillas que necesitas plantar en tu pareja. Aprende a acariciar. Aprende a ser una experta, una profesional en cambiar lo negativo en positivo. Regálale algo y cuando él te obsequie un presente, acéptalo sin pensar que no mereces que él gaste en ti o que está tapando algo negativo con este regalo.

Acepta un regalo, un mimo. Comienza a ver a tu pareja con aquellos ojos con que lo viste hace diez, quince o veinte años atrás. No te conectes al piloto automático y hagas todo por tradición. No transites la vida sin pasión.

Tal vez tus hijos quieran hablarte y, como estás ocupada, atrapada en la misma rutina de todos los días, te enojas. Quizá tu esposo llegó del trabajo con ganas de encargar una pizza para comer, pero como ya habías preparado la cena, te enojas y, sin darte cuenta, no te permites disfrutar de un buen momento, de una palabra de afecto que pudieron haberte dado.

¡Despégate, libérate de las tradiciones que no te sirven para nada! No vas a ser más amada porque tengas la comida siempre lista y la cama esté tendida todos los días. Serás amada por las palabras, la ayuda, la contención, la escucha y el abrazo que seas capaz de dar.

Cuidar nuestra vida no es una opción. Querida mujer, si estás buscando en un hombre lo que ya está dentro de tu corazón, siempre vas a sentir angustia. Por el contrario, te sentirás mucho mejor si dices: «Este es mi tiempo y sé que tengo que comenzar a buscar dentro de mí misma mis sueños, mi pasión». Encontrarte a ti misma hará que nunca más te sientas sola.

Extracto del libro Estoy Casada Pero Me Siento Sola

Por Alejandra Stamateas

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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