SUPERANDO LAS CRÍSIS INESPERADAS

Muchas veces hemos pasado por crisis que no esperábamos, y una de las mayores frustraciones de los seres humanos es perder el control sobre algún acontecimiento. Al no poder intervenir, nos sentimos impotentes y parece que nada tiene solución, especialmente para las mujeres, que nos desesperamos por no poder controlar. Y frente a estas crisis decidimos dejar todo y decimos: «No lo puedo hacer, abandono el sueño, nunca imaginé que me pasara esto». Lo primero que hacemos es renunciar a nuestros sueños y a nuestro propósito.

Tal vez te pasó algo inesperado. Tu marido te pidió el divorcio y estás llorando, necesitas que alguien te consuele, te sientes aún más sola que antes. Habías hecho un mapa de tu vida, la habías proyectado de determinada manera —tener hijos, trabajar, tener una empresa—,y te diste cuenta de que las cosas no se dieron como te imaginabas. Muchas veces nos preparamos para realizar todo aquello que en algún momento sabíamos que pondríamos en marcha, pero no estamos preparadas para las crisis y lo inesperado. Y nos preguntamos: «¿Y ahora cómo hago para seguir viviendo?»

¿Cómo transformamos lo que parece ser un callejón sin salida en escapatoria? ¿Cómo salir entonces de aquellas crisis que nos angustian? ¿Cómo dejamos ese lugar que parece no tener salida?

DEBO LLAMAR A LAS COSAS POR SU NOMBRE

¡No encubras tu dolor! A pesar de la confusión que sientes, ponle un nombre a la crisis. Si tu pareja te dijo que no te quería más, que no sentía nada más por ti, que se quiere divorciarlo digas: «Se le va a pasar, nos vamos tres días de vacaciones y va a cambiar su manera de pensar. Es que su mamá le llenó la cabeza en mi contra, pero yo voy a hacer que todo se revierta». O «lo que pasa es que conoció a esa mujer que le hizo una brujería y se lo llevó».

¡Llama a las cosas por su nombre aunque te duela! Y nombrarlas tendrás poder para controlar el dolor. No necesitas ocultar lo que te está pasando, no es pecado, no te llenes de mentiras. Si lo haces, la angustia y la soledad que sientes te robarán las fuerzas y las energías que necesitas para sobreponerte a esta situación.

Las estadísticas dicen que cuando una mujer se divorcia es más criticada que los hombres, y especialmente esta crítica viene de parte de sus madres. No te llenes de culpas que no te pertenecen. Todos nos equivocamos. Muchas mujeres no aceptan que sus parejas las abandonen y dicen: «Él va a volver, porque no dejó de amarme». Lo inesperado es doloroso, pero más pena nos causa un pensamiento que es recurrente en las mujeres: «Lo podría haber evitado». Y no es así.

Frente a lo inesperado, como no sabemos manejarlo, nos criticamos y condenamos nuestro pasado. Nos decimos: «Es que viví mal», «al final, él nunca me amó», «todo lo hice mal», «le entregué lo mejor de mi vida y él se rio de mí», «me maté por este trabajo y ahora estoy enferma, desgastada», «¡le di todo, dejé los estudios, todo por ocuparme dela casa para que él progresará!»

Frente a este dolor no importa todo lo bueno que hemos hecho, terminamos siempre condenando nuestro pasado. Las mujeres terminamos siempre echándonos las culpas. No disfraces tu crisis, asume lo que estás atravesando y tendrás el control y la respuesta que dé rumbo a tu vida.

No poder nombrar lo que nos está ocurriendo nos acarrea más angustia y nos hace perder de vista todo lo bueno que seguimos teniendo. No hay nada peor que estar en una nebulosa sin saber qué nos está pasando o qué vendrá después. No dejes que el pasado o las culpas te condenen. Recupera todo lo bueno que hiciste, todo lo que alcanzaste.

Concéntrate en todas aquellas situaciones en que diste lo mejor de ti misma. Aunque hoy tu marido te pidió el divorcio, la capacidad de amar y de ser amada nunca se irá de tu vida.

Quizá te preguntes: «¿Y de qué me sirvió todo lo que di, todo lo que hice?»

Te sirve para saber quién eres, para saber que tu amor fue real y que ahora eres más sabia por haber amado y creído. Muchas veces, lo que hacemos es llenarnos de dudas, de temores y de inseguridades. Los únicos que hablamos de nuestras debilidades somos nosotros mismos.

Extracto del libro Estoy Casada Pero Me Siento Sola

Por Alejandra Stamateas

(CONTINÚA… DALE CLICK ABAJO EN PÁGINAS…)

1
2
Artículo anteriorMujeres – NO ENTIENDO A LOS HOMBRES
Artículo siguienteMujeres – CONMIGO MISMA ESTOY COMPLETA
Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

2 Comentarios

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingresa para comentar!
Por favor ingresa tu nombre