1. ¡Sí, Querido!

La mujer que acepta el maltrato, el control, la manipulación, la descalificación y la agresión se convierte con el tiempo en una persona codependiente. Con el correr del tiempo, él será quien te diga lo que está bien y lo que está mal y, como tú eres codependiente, lo obedecerás sin cuestionar ni pedir explicaciones.

Este hombre te aislará de todos aquellos que te quieren ayudar, de los que te hacen bien, y criticará a todos aquellos que suman algo a tu vida. El objetivo de este hombre es hacerte dependiente de él y que termines perdiendo tu identidad.

El hombre maltratador te hará creer que él es el único que sabe lo que te conviene, lo que te hace feliz, es el salvador de tu vida, el que te llevará a la Luna. El hombre maltratador te dirá:

  • «No quiero que te vistas así».
  • «No quiero que trabajes».
  • «No te juntes con tus amigas».
  • «A partir de ahora, estarás en casa lavando los platos, yo te voy a mantener».
  • «¿Para qué necesitas trabajar si puedo mantener a toda tu familia?»
  • «No le hagas caso a tu mamá, ella siempre está en contra de mí».

No busques al que te pueda dar un poquito de amor, afecto e identidad: no eres una mujer cualquiera. Acepta tu humanidad, que te puedes equivocar, que elegiste mal, que ese hombre a quien en un momento viste perfecto, no lo es.

¿Cuántas veces lo escuchaste decir alguna de las siguientes frases?:

  • «Mientras vivas bajo este techo, tienes que hacer lo que yo te diga».
  • «Mientras seas mi mujer y yo te mantenga, tienes que hacer lo que yo te diga».
  • «Yo no puedo vivir sin ti».

Estas son frases de control, que te hacen pensar que para ser amada y no estar sola tienes que ser poseída, que debes ceder el control a ese hombre para quien eres sólo un objeto de su pertenencia.

Querida mujer: ese hombre no está enamorado, sólo anhela controlarte.

Muchos hombres piensan que si mantienen la casa tienen derecho, no sólo a hacer uso de ella, sino también de tu vida. Y es allí cuando callas, cuando cedes, cuando le entregas el control de tu vida. Tú piensas: «Si él me retira su apoyo y me dice que me vaya de casa, ¿qué voy a hacer? ¿A dónde voy a ir a vivir?»

Y cuando por miedo accedes, quiero decirte que estás renunciando a tu libertad, a tu independencia. Y esa misma inseguridad que te hace sentir que sin él no eres nadie, te hace pensar: «¿Cómo voy a arreglarme sola?», «¿cómo me voy a mantener?», «¿cómo voy a hacer con los chicos?» así es como sigues aceptando el control y el maltrato para tu vida. Empezamos a actuar como si fuéramos «nenas sumisas», buscando que ese hombre resuelva los problemas que pensamos que nos superan. Y desde ese lugar, el otro agiganta su figura de omnipotencia y su poder. Ese lugar de guardaespaldas tendrá un costo muy elevado. El peligro de ser una mujer protegida es creer que los otros saben mejor que yo mi necesidad.

Querida mujer: ese hombre no está enamorado, sólo anhela controlarte.

Tenemos tanta confusión y tanta necesidad que decimos: «Dejo mi vida en tus manos, decide tú, haz lo que quieras y decide la vida que tengo que empezar a vivir».

2. Mujer, ¡Cree que tú Vales!

La mayor protección para tu vida no viene de afuera sino de adentro y tiene que ver con tu valor. Hasta que no creas que lo tienes, siempre vas a buscar la protección afuera.

  • ¿Sabes el valor que tiene tu vida? ¿O acaso tu valor es el sueldo que te puso tu jefe, la cuota mensual que te pasa tu marido o lo que dicen tus hijos?
  • ¿Conoces tu patrimonio personal, en qué eres buena, qué cosas haces mejor que cualquier otra persona?
  • ¿Cuál es tu don predominante?

Si no conoces las respuestas a estas preguntas, vas a ser una mujer controlada por otro que «supuestamente» sabe tu valor. No hay mayor protección que aceptar lo que te mereces, porque allí es cuando conoces cuánto vales.

Comienza a describir tus logros, tus éxitos; pero no los veas como casualidades, llámalos por su nombre. Lo que conseguiste no fue porque hiciste un cursito y te fue bien, o por casualidad, sino porque estuviste estudiando y lo lograste. Tus logros son tus éxitos. Aprende a marcar fronteras, te mereces que toda persona que pase por tu vida te respete.

Extracto del libro Estoy Casada Pero Me Siento Sola

Por Alejandra Stamateas

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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