Matrimonios Cristianos – Cómo Tratar con los Esposos Desamorados 2

 

Continuemos.

3. La Expresión Correcta.

Es muy importante que su esposo no sospeche lo que usted se trae entre manos. Sus palabras nunca deben evidenciar un ataque personal contra él. Deben estar revestidas de tacto y dichas en un tono suave. Los seres humanos estamos equipados con toda clase de defensas personales que enseguida entran en estado de alerta tan pronto nos sentimos amenazados.

No ponga en alerta los mecanismos defensivos de su esposo. Al contra­rio, encare el problema de modo simpático, amoroso y comprensivo todo cuanto sea posible. Hágale conocer que usted también se interesa por sus problemas y necesidades y no solamente criticar sus fallas y defectos.

Tenga en cuenta además, el estado emocional de su esposo. Si él se ve agotado por el trabajo o revela que no se siente bien por eventos difíciles o circunstancias adversas por las que ha pasado recientemente, entonces posponga la conversa­ción. Y cuando vuelvan a conjugarse el momento apropia­do, el ambiente adecuado y la disposición a una conversa­ción comprensiva entonces propicie la comunicación efectiva con su esposo.Prepárese muy bien para ese encuentro.

Es cierto que una sola conversación entre ustedes no bastará para lograr un cambio de actitud y de conducta permanentemente. La mujer que anhela ser comprendida por su marido constantemente le estará enseñando sobre sus deseos y necesidades emocionales, a la vez que se interesa sinceramente por conocer los de él.

¿Significa esto que estoy sugiriendo que la mujer debe andar arrastrándose por el suelo, como un perrito faldero suplicando que le acaricien las orejas? Ciertamente que no. Por el contrario, mantener un toque de dignidad personal en su actitud y un sentido de estimación hacia sí misma será sumamente importante a través de toda la relación matrimo­nial. Esto nos lleva hacia un detalle muy significativo que exige ser bien enfatizado.

A través de mi experiencia como consejero, he observado que muchos matrimonios fracasan al no reconocer una característica que es común a la naturaleza humana: Valoramos a aquello que deseamos obtener, y subestima­mos a lo que ya poseemos. Codiciamos lo que está fuera de nuestras posibilidades y echamos a un lado el mismo objeto, cuando ya nos pertenece permanentemente.

Este principio del deseo y su realización se muestra más claramente en el amor romántico, especialmente en lo referente al sexo masculino. Veamos el caso extremo de un donjuán, prototipo del amante perpetuo, que va de una mujer a otra como un picaflor vuela de flor en flor. Su corazón late de prisa lleno de pasión ante una mujer esquiva, que rechaza su seducción, como la princesita del cuento que escapa dejando su zapato de cristal en su huida apresurada.

El don Juan seductor la perseguirá hasta la última gota de su energía conquistadora en su intento de capturarla. No obstante, la intensidad de su pasión estará en dependencia de la imposibilidad de obtener su presa. En el mismo instante que logre materializar sus sueños empezará a declinar su entusias­mo, que poco tiempo después volverá a sentirse inflamado ante la presencia de una nueva princesa que estará dispuesto a no dejar escapar como lo hizo anteriormente con su antiguo ideal de conquista.

Debo aclarar que no puedo incluir ni siquiera a la mayoría de los hombres en esta categoría de don Juan. Tampoco los puedo definir como picaflores explotadores e inestables. Pero no hay duda que en un grado bastante menor, todos sufrimos del mismo mal, tanto hombres como mujeres.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Lo Que Las Esposas Desean Que los Maridos Sepan Sobre las Mujeres”

Por James Dobson

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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