Poesías Cristianas – En Memoria de Mí
En el crisol de las penumbras
el dia derrite sus horas.
Es vertida la noche viva
sobre la ciudad y las vidas.
Ciudad, y su aposento alto
en la casa de aquel amigo.
La mesa extendida, esperando.
Los hombres comerán la pascua.
Fiesta de panes sin leudar,
fiesta de tristeza y pesar.
-“Come Señor nuestro pan”.
-“Prueba Señor nuestro vino”.
-“Comparte nuestro cordero;
el sabor de hierbas amargas”.
-“Nosotros probamos tu vida,
comimos también tus palabras”.
Noche. Hombres. Un aposento.
Y nuevamente el silencio
oprimiendo el alma de ellos.
La voz del maestro penetra
la agonía del aposento,
sus ansiedades y misterios.
-“¡Cuánto he deseado
comer con ustedes
esta pascua,
antes que padezca!
Porque no la comeré más
hasta que se cumpla
en el reino de Dios”.
¡Tiempo, aguarda, detén tu paso;
deja de ahogarnos fin cercano!
¡No mueras, no cese tu canto
fragmentado al ritmo del llanto!
-“De cierto les digo
que uno de ustedes
me entregará”.
Los hombres se miran perplejos.
Las palabras desencadenan
torrentes de angustias y miedos.
-“¿Quién Señor se atrevería
a tal infamia? ¿Quién? ¡ ¿Quién
tras la maldad correría?!
Segundos en la eternidad.
Misterio de muerte obrando
juicio, salvación, santidad.
Levántate Judas,
deja el aposento.
Desecha tu vida,
olvida al maestro.
Come tu bocado,
maldición amarga,
penetra en la noche
condena tu alma.
El traidor se espanta.
Corre tras la plata
de treinta monedas
ardiendo en su alma.
Fuego de condenas,
muertes y desgracias.
Los hombres concluyen la cena.
Gustaron la pascua, ya cesa.
Muerte y vida, un pacto nuevo,
surgen del alma del maestro.
El pan en sus manos, y el vino
en la copa ajena servido;
Bendecidos por el maestro,
Compartido con los amigos.
-En memoria de mí
coman de este pan,
como el cuerpo partido
que habré de entregar
por el hombre convicto
condenado por su mal.
-En memoria de mí
gusten de este vino.
Sangre, vivo carmín,
gotas de oro rubí,
removiendo pecados,
renovando el vivir.
En memoria de ti
comeré de este pan.
En memoria de ti
tu cáliz beberé.
La sangre derramada
renovando mi sentir.
En memoria de ti,
tu cuerpo y tu sangre,
tu amor y tu vida
salvándome a mí.
Escrita en 1992. Fue un intento de acercarme a ese momento tan especial, íntimo y trascendente en la relación de Jesús con sus discípulos, cuando Él instituye la Santa Cena, y con dos elementos tan sencillos como el pan y el vino, establece un pacto eterno.
Por Edgardo Tosoni
Muy buena, muy conmovedora y bellamente escrita. La voy a leer en la santa cena, en el culto.
Felicitaciones al autor
Hola Marijo. ¡¡Bienvenida!! Muchas gracias!! La escribi hace muchos años atrás. Bendiciones!!