Pensamientos – Las Olas Están Escuchando
Pasaje clave: «¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?» (Marcos 4:41).
Jesús y sus discípulos van en una barca cruzando el mar de Galilea. De repente se desata una tormenta y lo que era plácido se convierte en algo violento: gigantescas olas se elevan desde el mar y azotan la barca. Marcos lo describe claramente: «Se levantó una furiosa tormenta, y las olas golpeaban la barca, tanto que ya comenzaba a inundarse» (Mr.4:37).
Imagínese que está en la barca. Es una nave firme, pero no está hecha para olas de tres metros. Hunde la nariz contra una muralla de agua. La fuerza de las olas inclina peligrosamente la barca hasta que la proa parece apuntar hacia el cielo. Una docena de manos se unen a las suyas para agarrarse del mástil. Sus compañeros de navegación tienen las cabezas mojadas y los ojos muy abiertos. Afina el oído para oír alguna voz que dé calma, pero todo lo que oye son chillidos y oraciones. De repente se da cuenta de que falta alguien. ¿Dónde está Jesús? No está aferrado al mástil. No está agarrado del costado del barco. ¿Dónde está? Se vuelve y mira y allí, hecho un ovillo en la popa del barco, está Jesús ¡durmiendo!
Usted no sabe si maravillarse o enojarse, así que hace las dos cosas. ¿Cómo puede dormir en un momento como este? ¿Cómo podía dormir en medio de una tormenta?
Sencillamente Él la controlaba.
Jesús «se levantó, reprendió al viento y dijo a las olas: ¡Silencio! ¡Cálmense! El viento se calmó y todo quedó completamente tranquilo» (v. 39). Las aguas impetuosas se convierten en un mar tranquilo, al instante. Calma inmediata. No hay olas. No se mueve una gota.
Las olas eran sus siervas y los vientos sus súbditos. Todo el universo fue su reino.
Por Max Lucado