Relatos Cristianos – ¿Punto Final?
“Ya es suficiente”.
“Hasta aquí llegué”.
“Mis fuerzas tienen un límite”.
“No puedo entregar más”.
“Esto se acabó”.
“No me vuelvas a llamar”.
Somos especialistas en poner puntos finales. Lo hacemos automáticamente. Al terminar una redacción: punto; al colgar el teléfono: punto; al apagar la luz para ir a dormir: punto; al cerrar la puerta: punto.
Estamos acostumbrados a dar por terminadas las cosas.
No siempre estamos seguros de que de lo que queremos finalizar está completo: Son las 20:00 hs00 hs, la caja no está hecha, pero queremos cerrar el negocio: punto; hay relaciones que necesitarían otra oportunidad, pero ya hemos perdonado demasiado: punto; hay desafíos que deberíamos volver a enfrentar, pero estamos cansados de los fracasos: punto; áreas de nuestro carácter que por años hemos intentado cambiar, pero nos excusamos diciendo “yo soy así”: punto; diálogos que necesitarían una cuota de paciencia y comprensión, pero terminamos con un portazo: punto.
Puntos finales que cierran una oportunidad al cambio. Es hermoso terminar algo bien y poder ver la tarea concluida. Pero no estamos hablando de esos prolijos puntos finales, que son la coronación de un esfuerzo; sino de aquellos puntos que estampamos en las hojas de nuestras vidas porque ya no hay fuerzas para escribir una sola letra más sobre el asunto.
Pero Dios nos dice: “Yo soy el Alfa y la Omega”. (Ap. 21:6).
¡Que distinto es cuando dejamos que Dios sea el principio de nuestras vidas! Cuando Dios es el punto de partida, podemos estar confiados de que llegaremos a buen término. Permitir que El sea nuestro principio en cada cosa que emprendemos; ordena nuestros pensamientos; nuestras emociones; nuestro andar diario. El nunca dijo que sería fácil, pero nos prometió que contaríamos con sus fuerzas y su luz para llegar a la meta.
¿Quién decide los principios y los finales en tu vida?
¿Estás acostumbrado a determinar hasta dónde hay que dar oportunidades?
¿Has puesto “fechas de plazo” a aquello que aún se podría esperar?
Sí es así, estás en un buen momento para cambiar. Dejar que Dios sea tu principio y tu fin. Humildemente reconocer que no sabemos todo; que necesitamos nuevas oportunidades. Si nos adueñamos de los “puntos finales” no estaremos abiertos a las sorpresas de Dios.
No podemos olvidar que aún nuestra propia vida será concluida por el Gran Escritor de la historia.
PUNTO.
Tomado de http://www.deloslibres.org.ar