1. Fe y superstición.

A la largo de su desarrollo histó­rico, América Latina se ha caracteriza­do por las creencias y prácticas su­persticiosas. Muchos creyentes sinceros siguen conservando, a veces consciente y a veces inconscientemente «creencias cristianas», siendo éstas de origen mís­tico y pagano. La religión (vida cristiana) es opuesta y enemiga de la superstición.

La fe se fundamenta en la Biblia y apunta a Dios, la superstición se fun­damenta en la ignorancia y apunta a la nada. La superstición es el disfraz de la fe cristiana.

Podríamos ver, por ejemplo en el catolicismo desde su mismo origen, la fusión de creencias cristianas en un sincretismo con las supersticiones paganas. Muchos creyentes nacidos de nuevo, han fusionado sistemas de valores y de creencias ajenos a la Escritura. Cuando ministramos la per­sona debe renunciar a estas mentiras del diablo que lo único que hacen en su vida es atarla más al temor.

Nuestra vida cristiana debe estar calibrada junto a la Palabra, es ella la que nos marca qué creer y qué no creer. No cabe duda de que cuando se deja de creer en Dios, el hombre no se vuelve ateo sino que comienza a creer en todo.

2. Talismanes y amuletos.

Dentro de este tópico, ubicamos dos objetos como los más importantes: los talismanes y los amuletos. Estos objetos pueden ser llevados en el cuello, en el traje, en el coche, en la casa o donde sea.

El talismán. Estos objetos sirven para hacer el bien o el mal. Cualquier objeto sirve a este propósito; una estrella de mar, tierra de cementerio, huevo de golondrina, la Biblia, etc. Entre los múltiples beneficios producidos por estos se encuentran:

  • Obtener dinero.
  • Triunfar en el amor.
  • Éxito en el trabajo.
  • Espantar ladrones, etc.

El talismán es propio del paganismo y como veremos en el próximo capítulo ei diablo utiliza estos objetos que en sí no son nada pero que sus huestes inmundas utilizan.

El amuleto. Estos sirven para proteger de todo peligro y daño tanto de lugares como de personas. Estos objetos también pueden ser llevados en el cuerpo o en cualquier otro lugar. Los amuletos pueden ser objetos de los más diversos como: anillos, estampitas, bolsitas de cuero que contienen oraciones, ropa, herraduras, etc.

Todos tienen su origen histórico mágico, como por ejemplo aquella historia que dice que el diablo buscaba a San Dustán para arreglarse los zapatos; al reconocer éste que era el mismo diablo, lo trata con violencia extrema, hasta llegar al punto donde el diablo clamaba por misericordia. El «santo» lo libertó si le prometía que nunca entraría donde hubiera una herradura. Así se coloca ésta en las puertas para evitar tal desastre.

Los orígenes de muchos amuletos poseen características mágicas y fantasio­sas. La Biblia no está lejos también de ser hecha «mágica» por muchos, por ejemplo algunos la tienen «abierta» en su biblioteca en tal salmo, para evitar cualquier ataque del mal, otros para dormir, la abrazan y duermen «así profundamente me dormí con la palabra en mi corazón».

3. Ritos supersticiosos.

A lo largo de la historia, personalidades fóbicas y obsesivas se dedicaron a inventar ridículos actos o ritos con el fin de aplacar sus fobias y compulsiones sin darse cuenta que así quedaban no sólo bajo la sugestión emocional sino bajo principados de temor y ataduras demoníacas sobre sus vidas. Citemos las más populares:

  • Pasar por debajo de una escalera trae mala suerte.
  • El número 13 índica peligro, mala suerte.
  • Pasar la escoba a los pies de una niña soltera, no se casará.
  • Entrar en una casa nueva con el pie izquierdo, desgracia.
  • Dejar la tijera abierta, señal de muerte.
  • Trece sentados a la mesa, uno morirá.
  • Derramar sal en la mesa, faltará pan.
  • Matar un gato, atrasa la vida por siete años.
  • Burlarse de los defectos del otro, tendrá los mismos defectos.
  • Gato negro, peligro, muerte próxima.
  • Mal de ojo, alma capturada.
  • Levantarse con el pie derecho, buena suerte.
  • Copiar 100 veces este mensaje, buena fortuna.

Cada acto supersticioso tiene su origen en la Edad Media: el que bostezaba se debía tapar la boca y realizar la señal de la cruz, esto para que el demonio no penetre en la persona.

La costumbre de cruzar los dedos nació de la creencia de que la cruz es el emblema de la unidad perfecta y así nacen las supersticiones de cada cultura. Detrás de cada superstición se oculta un espíritu de temor que utiliza estas mentiras para que las personas queden cautivas del pánico.

Extracto del libro Ocultismo y Sanidad Interior

Por Bernardo Stamateas

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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