Sanidad Interior – La Inseguridad Interior 4
Pasaje clave: 1º Samuel 25:3
Continuemos. Estamos hablando de la seguridad que nos da el Padre por medio de la Palabra. Veamos, por último, el rol del Espíritu Santo.
¿Qué es el Espíritu Santo?
El Espíritu Santo es el Espíritu del Padre; es delicado y elegante como una mujer, gentil como un caballero, pero cuando actúa es Poder de Dios.
¿Qué hace el Espíritu Santo?
Actúa bajo Poder. Génesis 1:1: «Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra. La tierra era un caos total, las tinieblas cubrían el abismo, y el Espíritu de Dios iba y venía sobre la superficie de las aguas «.
Esto significa que en donde hay desorden y problemas, el Espíritu Santo está. En otras palabras, el Espíritu Santo es Dios manifestado en Espíritu de Poder para resolver los problemas.
Además, el pasaje mencionado dice que el Espíritu revoloteaba y que todo estaba desordenado y vacío. Pero… ¿por qué el Espíritu Santo no hacía algo? Porque estaba esperando que el Padre diera la Palabra para que ella le dijera al Espíritu Santo que actuara.
En consecuencia, Dios junto con la Palabra (que estaba con Él en la Creación) dijo: «Sea la luz» y el Espíritu Santo hizo la luz. Así pues, el Espíritu Santo está para cumplir la Palabra con el poder de Dios.
Por consiguiente, El Espíritu Santo está obligado a actuar porque está para cumplir toda palabra de Dios. De modo que a Dios no lo mueve tu lástima, porque si a Dios lo moviese la compasión, no habría enfermos en los hospitales. A Dios lo mueve una persona que declara la Palabra.
Cada vez que yo confieso una palabra (lo que Dios habla) el Espíritu Santo mira al Padre, el Padre dice: «Yo lo dije». Entonces, la Palabra dice: «Yo lo dije» ¡y el Espíritu Santo viene a mi vida, me levanta, me sostiene y me ayuda a resolver cosas!
El Espíritu Santo va a ordenar tu vida y va a ponerse sobre tus problemas cuando vos declares lo que Dios y el Hijo han dicho.
Tenemos la Palabra más poderosa que mueve al Espíritu Santo a nuestro favor: Jesucristo.
Seguridad Espiritual
«Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor». (Romanos 8:28)
Si esta palabra se revela en tu espíritu, mañana cuando te levantes, vas a decir: «Vendrán problemas, pero estoy seguro de que no me separan del amor de Dios». Recordá que la gente podrá maltratarte, podrá odiarte… pero ni el odio más profundo, ni Satanás en persona podrá separarte del Amor de Dios. Cuando esa verdad se te revele, el Padre caminará al lado tuyo cada minuto de tu vida.
Pablo dice: «Yo estoy seguro de que la muerte no me separa de Dios y estoy seguro que cada vez que le busco, El me recibe».
Esto nos revela que, sencillamente, nos podemos acercar a Dios y decirle: «Padre mío», y Él nos dirá: «Te estaba esperando, sos bienvenido».
La seguridad espiritual nos da la certeza de que podemos ir a Dios con confianza ya que Él siempre nos recibe, a cualquier hora, en cualquier día y en cualquier momento.
Dios tiene que ser una experiencia íntima.
Volviendo a la historia de Abigail mencionada anteriormente, cuando ella se postró delante del rey, Nabal estaba borracho, festejando. Cuando volvió, volvió contenta porque el gozo es la herencia de la gente segura en Dios.
Además, ¡la historia de Abigail termina con su casamiento con David! Aquí hay un símbolo espiritual: cuando una persona es segura, vive un casamiento espiritual que es la unión con el poder del Señor. En consecuencia, todo lo estúpido que la perseguía y no la dejaba avanzar muere y todo lo que viene de Dios será su herencia.
Extracto del libro «Emociones Lastimadas»
Por Bernardo Stamateas
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Gracias, son muy edificantes.
Bendiciones