Predicaciones – Dios Nos Lleva a Nuevos Niveles de Adoración 2
Continuemos.
Prepararán el Escenario para la Segunda Venida de Cristo.
Por favor, jóvenes, ¡no se aburguesen! Mantengan en alto sus sueños. Jamás trafiquen con sus ideales. Manténganse fieles a la Palabra de Dios. Esta no ha pasado ni pasará nunca de moda. Ustedes son los auténticos revolucionarios. Pueden cambiar la política, la economía, las artes, las comunicaciones, la familia, las universidades. También pueden cambiar la Iglesia.
Recuerdo a un amigo mío que me contó lo siguiente: Cuando era un joven y estudiaba en la universidad, me cautivaron los conceptos marxistas de una sociedad nueva y mejor, me fascinó la idea de una redistribución de la riqueza y un gobierno «legítimamente» popular. Junto con unos amigos viajé clandestinamente a la Cuba de Fulgencio Batista para llevarle armas a Fidel Castro, que en ese entonces luchaba en la Sierra Maestra. Pero pasado no mucho tiempo, me di cuenta que nuestros «líderes y mentores» en las teorías de Marx y Engels eran tan o más burgueses que aquellos que criticaban. Tenían mucho dinero, vivían en las mejores casas, sus hijos estaban en escuelas privadas, etc. Entonces me desencanté de la revolución marxista y fue allí cuando, después de una intensa búsqueda, encontré a Cristo como la respuesta a mi vida total.
Jóvenes, Cristo no les va a fallar. Él no es un jefe que manda para que vayan, es un líder que va con ustedes. Él siempre va adelante. No vendan sus principios. No se acomoden al sistema del mundo. No rebajen las demandas del Reino. No se acomoden al ritual seco y vacío de muchos grupos religiosos. Y conste que también el ruido, la gritería y las emociones fuertes pueden ser ritual seco y vacío. Renuévense, beban del Agua de la vida cada mañana, coman del Pan vivo a cada momento. Manténgase puros. Para mí una de las señales divinas mas relevantes del tiempo actual es lo que está pasando entre nuestros jóvenes. Muchos lo están dejando todo para servir al Señor donde El les diga.
En uno de nuestros recientes viajes a Tierra Santa, una mañana cuando celebrábamos la Cena del Señor en el huerto de la resurrección, me avisaron que nos iba a visitar una misionera chilena que trabajaba entre los árabes de esa región. Así que, después de servir el pan y la copa, la llamé al frente y, ¡qué sorpresa para mí! La muchacha de unos veintitrés años hacía ya tres años que estaba en ese lugar y ya casi podía hablar en árabe. Delante de la congregación le pregunté: «¿Por qué estás aquí?» Con un rostro de ángel y con una sonrisa tenue respondió: «El Señor me cautivó». ¿Qué más hacía falta? ¿Es qué podría ser de otra manera? ¡Una muchacha de un lindo hogar en el sur de Chile dejar el calor de la familia para aventurarse sola en un ambiente tan increíblemente diferente y hostil! No podía ser de otra manera, sino únicamente porque Dios la cautivó. Me acordé de jeremías: «Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo» (Jeremías 20.7).
Y esto es lo que el Señor está haciendo: cautivando a millares de jóvenes. Son los enamorados de Jesús, seducidos por Cristo, apasionados con el evangelio, dominados por el Espíritu Santo con una «fiebre evangelística», que los hace ir por toda la tierra exaltando y proclamando a su Señor.
No es la generación de los «hippies» de entre el 60 y60 y el 70. Tampoco es la generación de los guerrilleros latinoamericanos que tomaron por error la opción de la violencia. No son parte de la generación de los que estúpidamente se encogen de hombros diciendo: «Comamos y bebamos, vivamos solo para nuestro logro económico, mantengamos en alto nuestra vocación por lo material». No son mentes calenturientas dominadas por una emoción temporal, ni llenos de fantasías o sueños utópicos. Tampoco son muchachos que usan la iglesia para socializar, tener un buen tiempo con los amigos, comerse una pizza y volverse a casa como buenos chicos.
Esta es una generación diferente. Algunos les llaman idealistas. Otros los señalan como místicos desperdiciando lastimosamente sus vidas. El Padre desde los cielos los declara: «Mis instrumentos especiales, la punta de mi flecha, la división más especial de todo mi ejército».
(CONTINÚA…)
Extracto del libro “El Poder de su Presencia”
Por Alberto Mottesi
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