RECIBIRÁS LA CAPACIDAD SOBRENATURAL PARA CONSTRUIR PUENTES

Pasaje Clave: 1 Corintios 12:7.

Uno de los dones que Dios te da es la palabra de sabiduría que es una palabra para construir un puente. El puente sirve para conectar el punto A con el punto B, para que por este pueda pasar gente. Necesitamos palabra de sabiduría. Cuando yo no uso la palabra de sabiduría, no construyo un puente sino un muro. Si yo no sé hablar, en lugar de conectar con mi familia, con mis amigos, etc., voy a levantar un muro y en el muro no hay conexión. Por ejemplo, la mamá le dice a la hija: «Dale, vestite que tenés que ir al colegio». «No me visto nada». «Dale, ¡levantate y vestite!». ¿Qué hace después? Llama al marido y le cuenta lo que hace la hija. Le pasa el teléfono y el padre le dice: «Cuando llegue a casa, vas a ver». Se enoja la madre, se enoja la hija y se enoja el padre. Pierden los tres porque cuando uno se mueve con enojo, no construye un puente, construye un muro. Existen varios mitos sobre el enojo.

Hay gente que dice: «Yo no me voy a enfermar porque expreso todo y grito». Eso es mentira. Cuanto más uno explota y más saca para afuera lo que siente, más se enferma. Por eso, algunas personas se infartan y no pueden entender cómo les pasó eso. No es bueno soltar todo, explicar todo. Cuando los hombres van a la cancha y gritan desaforadamente, dicen: «Ya me alivié». Mentira. Eso que expresan así se potencia porque la ira expresada explotando se retroalimenta. No hay que explotar. La otra mentira del enojo es pensar que «él/ella me provocó». ¿Alguna vez dijiste: «Me dijo eso y me hizo enojar?». ¡Mentira!

¿De dónde viene el enojo? Por ejemplo, vas a un restaurante y pedís una pizza grande de muzzarella. Pasan cinco minutos, pasan diez minutos, pasa media hora y el mozo no te trae ninguna pizza. Te empezás a poner mal. «Pero, ¿qué es esto?», decís, «pido una pizza y no me la traen más». Pasan cuarenta y cinco minutos, el mozo todavía no aparece y vos estas enojadísimo y ya no aguantás más la situación. Te parás y justo viene el mozo y te explica: «Mire, se infartó un cliente de la entrada, tuvimos que llamar al SAME, parece que está muerto»… y automáticamente se te va el enojo ¿Por qué? Porque el enojo viene de un pensamiento. Un pensamiento provoca el enojo y un pensamiento también lo quita. Es mentira que acumulamos enojo porque si así fuera no se iría rápidamente. En este caso, cuando el mozo te dice que tardó porque hubo un infartado que se murió, en ese momento se te va el enojo.

Pasa una médica por el pasillo de un hospital y ve que hay un señor fumando; le grita: «¡Usted no puede fumar acá, váyase afuera!». Entonces el hombre se le acerca a la médica y le tira el humo en la cara… la mujer se queda dura. ¿Por qué? Porque la mujer gritó. Cuando yo me muevo con enojo, meto al otro en un binomio donde solo tiene dos reacciones: «obedecer con resentimiento» o «redoblar la apuesta». Esta persona no se va resignado afuera, sino que viene y redobla la apuesta; ahora la médica ya no tiene ni capacidad ni argumentos para resolver el tema, porque los agotó. Cuando le gritás a alguien: «¡Correte, estoy yo en la fila!», agotás los recursos. Menos mal que hay otro médico en el hospital que se le acerca al hombre y le dice de buena manera: «¿A vos te parece? No hagas eso». «Pero ella me gritó». «Andá a fumar afuera, dale».

Esa actitud es genial. Recordá que cada vez que te enojes y le grites a alguien, lo dejarás al otro con dos alternativas; pero si, en cambio, hacés un chiste o lo pedís por favor, tendrás más recursos para construir puentes. ¿Te pasó alguna vez de ir a un lugar y que te griten? ¿Por qué una persona grita? Porque no tiene recursos para manejar la situación y quiere silenciar al otro y que no reaccione. No se da cuenta de que solo lo mete en un binomio: obedecer resentidamente o redoblar la apuesta.

Por Bernardo Stamateas

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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