LA SOBRENATURALIDAD DE LA FE
Un joven de nuestra congregación tenía 11 años cuando tuvo que vivir el divorcio de sus padres. Aparentemente ellos tenían un matrimonio perfecto, aunque en realidad era sólo una fachada, detrás de la cual se escondía abuso, rechazo y rebeldía. A causa de esto, a los 15 años el joven fue arrestado durante una pelea provocada por el exceso de alcohol. A los 18 años, estando en una fiesta, irrumpió en el local una ganga, y comenzó a golpear a sus amigos; él salió en su defensa y recibió siete puñaladas, por lo que tuvieron que transportarlo al hospital en helicóptero, donde llegó casi muerto.
Camino al hospital, le dijo a Dios: «Señor, sé que le he hecho mucho daño a mi familia, a mis amigos, aún a personas que no conozco; quizá hasta he matado a alguien y merezco lo que me está pasando. Te pido que me perdones». En ese instante pasó algo impresionante; oyó la voz del doctor que le decía: «Estás bien, estás en el hospital». Dios le había dado una nueva oportunidad de vida. Sin embargo, al salir de esa dura prueba, se metió en más problemas. Para sus «amigos», él lo tenía todo: drogas, mujeres, amigos, pero por dentro, sabía que no tenía nada. Lloraba amargamente porque se sentía vacío; quería cambiar, pero no sabía cómo.
Un día fue invitado a ir a una Casa de Paz. Ahora confiesa que sólo fue «para quitarse de encima» a la persona que le invitaba insistentemente. Allí Dios le comenzó a hablar. Después fue invitado a un servicio para jóvenes, y al ver a los muchachos alabando y llorando pensó en lo ridículos que se veían. Estaba a punto de marcharse de la iglesia, cuando alguien lo tomó de la mano y lo llevó al altar. De pronto y sin entender nada, comenzó a temblar; y oyó al pastor de jóvenes hablándole. «El Señor te dice: ‘Sé que tienes dudas de Mí, que no crees'». En los minutos siguientes, alguien que él no conocía le estaba hablando de la relación con sus padres, del rencor que sentía contra su madre, de la relación con una muchacha. Entonces comenzó a llorar como un niño y a pedirle perdón al Señor. En ese momento se rindió ante Jesús. Hoy, su vida ha cambiado radicalmente; es un joven lleno de amor hacia sus padres y Dios ha llenado todo vacío en su vida.
La dimensión sobrenatural es un ámbito eterno, invisible, permanente, que nunca cambia; donde todas las cosas son y están completas. Es un perenne «ahora», al cual sólo se puede acceder por medio de la fe. Si queremos conocer y movernos en lo sobrenatural, necesitamos que las tres dimensiones que lo componen nos sean reveladas; pero además, que podamos entenderlas. Ellas son fundamentales para tener entrada al poder sobrenatural de un Dios sobrenatural. Esas 3 dimensiones son:
- Fe
- Unción
- Gloria
En la iglesia de Cristo ha habido movimientos legítimos del Espíritu Santo que han bendecido a miles y miles de personas; pero, como en todo movimiento, siempre hay gente que lleva una verdad al extremo, hasta convertirla en una atadura, que luego se convierte en dogma, que frena el mover del Espíritu Santo. La fe es una de esas verdades que suele ser mal entendida. Hay personas que piensan que están viviendo en fe cuando en realidad no lo están. Desafortunadamente la fe ha sido reducida a algo natural, cuando es sobrenatural; así que, comenzaré por definir lo que no es fe. ¿Qué no es fe? La fe no es presunción ni optimismo. Pueden parecerse a la fe, pero no son fe.
Extracto del libro “Cómo Caminar en el Poder Sobrenatural de Dios”
Por Guillermo Maldonado
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