Predicaciones Cristianas – Victoria Sobre Una Mala Disposición 2

 

Continuemos. 

Sólo Jesús habla. Pues únicamente Él comprende el problema. No es la gran multitud. Tampoco es que María haya elegido escuchar. Ni siquiera que Marta haya escogido hospedar. El problema es el corazón de Marta, un corazón que se ha vuelto agrio por la ansiedad.

«Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas» (v. 41). Pobrecita Marta deseaba hacer lo correcto; pero su pobre corazón estaba equivocado. Según dijo Jesús este estaba turbado. Como resultado pasó de ser una sierva feliz a una bestia de carga. Ella estaba preocupada: Por cocinar, por agradar. Preocupada por demasiadas cosas.

Aparentemente Marta también se preocupaba demasiado. A tal punto que empezó a darle órdenes a Dios. Ese es el efecto de la preocupación. Hace que uno se olvide de quién manda.

Sin embargo, lo que hace que este caso sea interesante es el hecho de que Marta está preocupada por algo bueno. Ha invitado a cenar a Jesús. Literalmente está sirviendo a Dios. Su objetivo siempre fue el de agradar a Jesús. Pero cometió un error común y a la vez peligroso. Al empezar a trabajar para Él, el trabajo se volvió más importante que su Señor. Lo que comenzó siendo una forma de servir a Jesús, lenta y sutilmente llegó a ser una forma de servir al yo.

Tal vez el proceso ocurrió de una manera similar a esta. Al comenzar los preparativos para la cena saboreaba por anticipado los elogios que recibiría por la comida. Al preparar la mesa se imaginaba la aprobación. Podía crear un cuadro mental. Jesús entraría a la casa y le agradecería todo su trabajo. Él les diría a los discípulos que la ovacionaran de pie. Juan la citaría como ejemplo de hospitalidad y le dedicaría un capítulo de la Biblia.

A continuación vendrían las mujeres desde muchos kilómetros a la redonda para preguntarle cómo había aprendido a ser una sierva tan bondadosa y humilde. El resto de sus días los pasaría dirigiendo una escuela del arte de servir: Jesús sería el director y Marta la profesora.

Pero las cosas no resultaron según sus planes. No le dedicaron la atención que ella esperaba. No hubo ovación. No hubo elogios. No hubo adulación. No hubo escuela. Nadie le prestó atención. Y eso la irritó. Marta tiene una larga ansiedad y muy corta memoria. Se ha olvidado de que la invitación fue una idea suya. Se ha olvidado también de que María tiene todo el derecho de estar con Jesús. Y por sobre todas las cosas se ha olvidado de que el objetivo de la cena era honrar a Jesús y no a Marta.

Yo sé exactamente cómo se siente Marta. Pues he estado en su cocina. O mejor dicho, en la oficina de Max.

Entiendo lo que significa entregarse al servicio a Dios y terminar sirviendo al yo. He trabajado larga y arduamente preparando sermones para luego sentirme herido si no son elogiados. Me he metido a fondo en un manuscrito para luego descubrirme imaginando los elogios que recibiría tras la publicación. Ha habido ocasiones en las que he hablado, ante el auditorio en una conferencia, acerca de los sufrimientos de Cristo y luego me he frustrado porque no estaba preparada la habitación del hotel.

Es fácil olvidar quién es el siervo y quién debe ser servido.

Satanás sabe eso. Esta herramienta de la distorsión es una de sus armas más astutas. Note esto: Él no quitó a Marta de la cocina; le quitó su propósito en la cocina.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Todavía Remueve Piedras”

Por Max Lucado

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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