Predicaciones Cristianas – Tres Principios Grandiosos 1.

 

Hemos dicho que Dios tiene su voluntad concernien­te a todas las cosas, pero que Él no hará por sí solo e in­dependientemente. Él sólo actuará después que la libre voluntad que hay sobre la Tierra responda a su voluntad. Si sólo existiese la voluntad del cielo, Dios no se move­ría; el movimiento celestial sólo se realizará en la Tierra cuando Él esté seguro de que en la Tierra existe la mis­ma voluntad. Esto es lo que llamamos hay el ministerio de la Iglesia. Los creyentes en Cristo necesitan compren­der que el ministerio de la Iglesia no consiste meramen­te en la predicación del Evangelio; muy ciertamente la incluye, no nos equivoquemos en cuanto a esto; pero el ministerio de la Iglesia también incluye el hacer descen­der a la Tierra la voluntad que está en el cielo.

Pero exac­tamente ¿cómo realiza esto la Iglesia? Mediante la ora­ción en la Tierra. La oración no es algo pequeño, insignificante, no esencial, como algunos tienden a pen­sar. La oración es una obra. La Iglesia le dice al Señor: «Dios, queremos que se haga tu voluntad». Esto es lo que se llama oración. Después que la Iglesia conoce la volun­tad de Dios, abre su boca para pedir que se haga esa vo­luntad. Esto es la oración. Si la Iglesia no tiene este mi­nisterio, no es muy útil sobre la Tierra.

Muchas oraciones devocionales, de comunión y de peti­ción, no pueden servir como sustituto para la oración co­mo un ministerio u obra de la Iglesia. Si todas nuestras oraciones son simplemente de devoción, o de comu­nión, o para pedir, nuestra oración es demasiado redu­cida. La oración como obra o ministerio significa que nos colocamos al lado de Dios, y deseamos lo que Él desea. La oración hecha conforme a la voluntad de Dios es lo más poderoso que existe. Porque el hecho de que la Iglesia ora, significa que ha descubierto la voluntad de Dios y ahora la está expresando. La oración no es só­lo pedirle a Dios; también es hacer una declaración. Cuando la Iglesia ora se coloca al lado de Dios y decla­re que lo que el hombre quiere es lo que Él quiere. Si la Iglesia declara esto, tal declaración se hará efectiva de inmediato.

Consideremos ahora los tres principios grandiosos de la oración que encontramos en Mateo 18:18-20.

 

1. Pronunciar la Voluntad de Dios.

«… todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo» (vs.18). ¿A quiénes se refieren los verbos «atéis» y «desatéis», que están en la segunda persona del plu­ral? A la Iglesia, pues en el versículo anterior el Señor menciona a la Iglesia. De manera que esto es una con­tinuación del vs.17. Por tanto, el significado del vs.18, que estamos considerando, es el siguien­te: cualquier cosa que vosotros la Iglesia atéis, será ata­da en el cielo, y cualquier cosa que vosotros la Iglesia desatéis en la Tierra, será desatada en el cielo.

Aquí descansa un principio de suma importancia: Dios obra a través de la Iglesia hoy. Él no puede hacer lo que quiera, a menos que lo haga por media de la Iglesia. Es­te es un principio de lo más sobrio. Hoy Dios no pue­de hacer las cosas por sí mismo, porque existe otra vo­luntad libre; sin la cooperación de tal voluntad, Dios no puede hacer nada. La medida del poder de la Iglesia de hoy determina la medida de la manifestación del poder de Dios. Porque el poder de Él se manifiesta ahora a través de la Iglesia. Dios se ha colocado en la Iglesia. Si ella puede alcanzar una posición sublime y grande, la manifestación del poder de Dios también puede alcan­zar tal posición sublime y grande. Si la Iglesia no pue­de llegar a una posición sublime y grande, entonces Dios tampoco puede manifestar su poder con sublimi­dad y grandeza.

Todo este asunto puede compararse con el flujo de agua en la casa de uno. Aunque el tanque de agua de la com­pañía del acueducto sea grande, su flujo está limitado al diámetro del tubo de agua que haya en la casa de uno. Si una persona desea una mayor circulación de agua, tiene que aumentar el diámetro de su tubería.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “El Ministerio de Oración de la Iglesia”

Por Watchman Nee

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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