Matrimonios Cristianos – Historia, Teología y Sexualidad 5
Continuemos.
El autor de Hebreos dice en 13:4: «Honroso es en todos sus aspectos el matrimonio y el lecho es puro pero Dios juzgará a los fornicarios y a los adúlteros.»
Es interesante señalar que la palabra «lecho» en el griego es koiti, su raíz es la misma de la palabra «coito».
En el latín aparece la idea de coire; es decir «ir juntos», los evangélicos creen que la sexualidad es algo más que una descarga biológica, es también la unión de dos personas que van juntas por la vida con un proyecto en común.
La palabra «honroso» (timios en griego) significa algo de gran valor o precio, «algo precioso». El autor enfatiza la idea de matrimonio como algo agradable en todos sus aspectos. Los evangélicos aceptan la expresión de la sexualidad con amplia y total libertad siempre y cuando sea hecho todo en mutua dependencia, aceptación y sin maldad.
En cuanto a los métodos anticonceptivos los evangélicos aceptan que la pareja en libertad elija su forma de control de la natalidad y el número de hijos que desean tener (si es que desean tener).
Es interesante que esta unión de los sexos implica no sólo el placer, la unión y los hijos, sino también la intimidad.
La palabra sexo no aparece en la Biblia, pero sí el verbo «conocer» que en hebreo se usa como sinónimo de relaciones sexuales. El mismo verbo se usa para animar al hombre a «conocer» más a Dios. (Gn.4:1).
La palabra griega ginoskim y la latina cognoscere, originalmente significaban «tener relación sexual», y más tarde se usó como algo relacionado con lo intelectual.
El placer sexual es una creación de Dios para todo hombre y mujer. Dios aparece como el creador de la sexualidad y el amor. La Biblia afirma con toda claridad que Dios crea la sexualidad, y en ningún momento se la presenta como algo culpógeno o sucio (Génesis 1.31).
El sexo aparece sin prejuicios al punto de presentar la analogía entre Dios y su pueblo como algo relativo a las relaciones sexuales, a la mutua fidelidad e infidelidad.
También es importante señalar el pecado cometido. Por ejemplo, Dios habla de las fornicaciones de Israel al adorar a otros dioses (Éxodo 34:15, Deuteronomio 31:16, Oseas 1 y 31 y 3).
Jeremías se refiere al pueblo de Israel como la «mujer de Jehová» (Jer.2:23, 30:14, 31:22, etc.), e Isaías 54:5 a5 a Dios como «marido».
El pecado de Adán y Eva no se debió a descubrir sus genitales o tener relaciones sexuales (como muchos creen). El pecado consistió justamente en la desobediencia, la independencia de Dios; en querer ser el hombre su propio dios. Cuando el hombre se aleja de Dios, se acerca a los dioses. Cuando el hombre deja de creer en Dios comienza a creer en cualquier cosa.
El sexo en la Biblia no se desprecia ni se engrandece. En ningún lugar se fomenta el ascetismo o la divinización del mismo; sólo aparece como la unión que nace del amor de dos personas.
Feuch, en su obra Sex and The Church, Concordia House, manifiesta: «La sexualidad es el medio a través del cual se expresa el amor. La unión de dos cuerpos no pueden por sí misma producir amor. Sólo puede expresar un amor ya existente”.
Otra finalidad del sexo se expresa luego en Génesis 1:28: «Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos…»
Los hombres pueden crear, tener hijos; sin lugar a dudas es uno de los milagros más maravillosos, por eso aparecen en el Antiguo Testamento, los hijos como un don de Dios (Sal.127.3), y una bendición (Sal.128.4).
Decimos, para concluir, que para el pueblo creyente el objetivo principal de la sexualidad es la comunicación, el amor y la unión de aquellos que se aman teniendo como centro de sus vidas al Señor del universo: Jesucristo.
3. La Sexualidad y Jesús.
Las referencias de Jesús hacia la sexualidad son pocas, en realidad Él fue más allá de las observancias de su época, para decir que no son los actos externos lo que «contaminan» sino lo que sale del corazón (Mt.15:1- 20). El acto en sí era el foco para los religiosos de la época, pero Jesús va a decir que no sólo el acto puede ser contrario a la voluntad de Dios, también las intenciones, las motivaciones más internas del hombre que Dios también conoce (Mt.5:27-28).
Jesús puso el acento en la persona y no en los ritos (Mr.2:27). Defendió a los indefensos y despreciados (Mr. 2:15), elevó a la mujer y se relacionó con ella (Mr.5:21-43), comía con «prostitutas y pecadores». Jesús no proclamó una nueva ética sexual, sino que humanizó la anterior, vino para situar al hombre y a la mujer en plano de igualdad, respeto y dependencia el uno del otro.
(CONTINÚA…)
Extracto del libro “Sexualidad y Erotismo en la Pareja”
Por Bernardo Stamateas
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