Matrimonios Cristianos – Historia, Teología y Sexualidad 6

 

Continuemos.

El apóstol Pablo es quien va a dar un nuevo aspecto a la sexualidad. En la Grecia del apóstol, los griegos decían que había mujeres para el amor y mujeres para el sexo.

Por ejemplo los griegos decían: «Tenemos prostitutas para nuestro placer, concubinas para las necesidades cotidianas y esposas que eduquen a nuestros hijos legítimos y a las que se pueda confiar la guarda del hogar.»

Pablo va a condenar la prostitución, práctica corriente en su época. Los hombres (casados o no) podían mantener relaciones con los esclavos y prostitutas abiertamente. El apóstol va a decir que esto se opone totalmen­te al plan de Dios con respecto a la sexualidad. (Gálatas 5:19; Efesios 5:3-5; Colosenses 3:5; 1º Corintios 5:9-12, etc.).

En aquella época era conocido el puerto de Corinto por su templo de Afrodita atendido por más de un millar de prostitutas.

Pablo condena la «fornicación», que en un primer momento designaba literalmente el verbo «vender», aplicado a los esclavos ya que las prostitutas eran frecuentemente vendidas como esclavas; luego se amplió el significa­do a todo tipo de inmoralidad sexual, relaciones extraconyugales, premaritales, etc. Pablo retoma el concepto de Jesús sobre la fidelidad pero desde otro ángulo.

El apóstol habla frecuentemente del «deseo» o «codicia» (epitimía en griego) como el impulso egoísta que busca satisfacerse a sí mismo sea a nivel sexual, de alimentación o de conducta. También habla del «libertinaje» (aselgia) y la «impureza» (akatarsia) relacionados con la prostitución y el egoísmo (2º Corintios 12:21, etc.).

El apóstol reafirma la dignidad de las mujeres y su igualdad frente a los hombres; va a decir en Gálatas 3:28: «Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo».

No cabe duda que es Jesús quien nos va a enseñar tanto sobre la sexualidad y el amor.

Nos gustaría terminar esta parte con las palabras que hemos escrito en otra parte:

«Nuestro Señor es el mejor ejemplo, no hay en él tabú ni ascetismo con respecto la sexualidad. Aun su celibato no es dado como un estado de vida superior, ni un ejemplo a seguir. Muchos de sus apóstoles eran casados y esto no estorbó en nada su misión de expandir el reino. Su celibato ni es aun comentado. Se presentó como amigo del matrimonio, lo dignifica en el marco de la fidelidad total, llegando a decir que incluso Dios interviene en esa unión

No se presentó como enemigo del cuerpo, ni asceta, ni esenio, no marcó dualismo entre el «cuerpo» y el «espíritu». Su ministerio comenzó con una fiesta (Jn.2) y no rehusaba ir de casa en casa para encontrarse con la gente sin importar su condición religiosa, pecado ni status social. No guardaba el ayuno (Mr.2:18-19), y era acusado de comilón y bebedor, amigo de publícanos y pecadores (Mt.11:19). No se asiló del mundo ni «temió con­taminarse» como los fariseos. No fue un faquir, ni siquiera un monje místico.

Su actitud hacia las mujeres no fue de desprecio, ni de racismo, ni de machismo. No hay en él misoginia, ni agresión ni desconfianza. Eleva a la mujer a la categoría de ser humano igual que el varón. Se deja servir por las mismas (Lc.8:2), deja que le adoren y le besen los pies (Lc.7:36-50) incluso tiene amigas mujeres (Lc.10:38). Se interesa por los niños, los ve como seres humanos en un contexto donde los mismos no tenían ni voz ni parte. Se presenta como el mismo Hijo de Dios, pero puede lavar los pies a los discípulos, enseñarles con paciencia las verdades del reino y dar la vida por nosotros…

No está atado como los religiosos a «fórmulas» y a «manda­tos»; es libre, es creativo, elige y hace descubrir a los hombres que también ellos pueden elegir. Muestra un Dios de amor, no policíaco, sádico, tirano, malo y castrador con el ser humano. Un Dios de amor que lo encarna él mismo y nos da su ejemplo. Invita a todos los seres humanos a recuperar la vida y la libertad en él, a encontrar la luz, la puerta, la paz…

Viene a decirle al hombre que la vida es maravillosa, que hay que disfrutarla, que todo lo ha puesto Dios para el hombre y que todo esto puede potencializarse si es vivido con él.

No condenó a los que vivían una sexualidad «desviada», los llamó para ayudarlos y decirles que aún hay esperanzas de ser nuevas personas. Orientó a los perdidos, dio paz a los afligidos, sanó a los enfermos y resucitó para dar vida en abundancia.

Condenó la hipocresía, el legalismo, el ascetismo, la injusticia. No dijo nada directamente sobre la sexualidad, pero sí dijo sobre el amor como fundamento de la vida, ya que lo más importante de todo es «amar a Dios y al prójimo como a uno mismo».

Extracto del libro “Sexualidad y Erotismo en la Pareja”

Por Bernardo Stamateas

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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