1. La mujer tiene menos interés sexual que el hombre. Falso.

Ada se acercó para preguntar si sus mareos y náuseas podían relacionarse con problemas hormonales propios de la edad. Había consultado a distintos especialistas y nadie pudo descubrir la etiología de su mal que, llamativamente, se asociaba con la actividad sexual. Cada vez que estaba con su esposo aparecían síntomas que la llevaban a interrumpir por semanas, y aun meses, la intimidad matrimonial. Manifestó que en cada encuentro disfrutaba y llegaba al orgasmo, que no veía problemas con su performance sexual y que todo estaba relativamente bien en la cama.

Empezamos a indagar en la relación marital fuera del dormitorio y allí estaba la clave. Su esposo la trataba de manera despectiva. La llamaba “mujer de la calle”, “mujer de mil hombres”, aunque había sido el único en la vida de ella. Era celoso, posesivo e infiel. Juró muchas veces cambiar, pero nunca ocurrió.

Ada terminó su relato entre lágrimas, diciendo: “en realidad ya no lo quiero, no lo deseo. Si no podemos vivir juntos en paz, prefiero que se vaya, pero él no quiere…”. Si bien disfrutaba de la sexualidad, su propio cuerpo buscó una manera de boicotear la intimidad.

Sin lugar a dudas, la manera en que los esposos se tratan fuera del dormitorio repercutirá en la respuesta sexual. Por encima de las posibilidades físicas, de las limitaciones por la edad y de los mil y un factores que pueden influir en el resultado final de un encuentro, nada se compara con el modo de relacionarse en otros ámbitos diferentes al sexual.

El factor emocional es determinante, no sólo a la hora de activar la respuesta sexual con excitación y orgasmo, sino para mantener la práctica sexual en equilibrio con el resto de la vida.

La falta de deseo sexual debe entenderse no como un problema de la mujer, o eventualmente del hombre; debe abordarse como un problema de la pareja. En otras palabras, el problema de uno es el problema de los dos y, a menos que ambos estén interesados en la solución, no habrá cambios duraderos.

La ausencia de deseo de muchas mujeres se debe a un conflicto con sus esposos (faltas de respeto, palabras ásperas, rencores reprimidos, desacuerdos profundos, etc.) y no a una condición física subyacente o al mero hecho de ser mujer.

La fidelidad marital, las palabras amables, la comunicación sincera, el romance, el flirteo y la dulzura son valores más preciosos que el oro o los dólares invertidos para nuestro futuro. La mayoría de las personas que nos rodean entrarán y saldrán de nuestras vidas, incluso nuestros hijos, mucho antes que nuestro cónyuge, con el cual llegaremos juntos hasta la misma tumba. La Biblia dice: “¡Ánimo!… puesto que Dios nos ha dado una corta vida en este mundo, disfrutemos de cada momento con la persona amada”, Ecl. 9:9 VLA. Si no comprendemos la naturaleza del abrazo matrimonial, nuestra vida estará despojada de la alegría y el descanso que significa compartir las cargas de la vida. Como dice María Ladi Londoño: “la energía involucrada en el placer y armonía sexual nos genera fuerza para mover el mundo”.5 ¿Por qué vivir empobrecidos por una actitud equivocada?

No desaproveche su vida. Pelee por lo mejor. Luche por ser feliz.

Comience hoy mismo orando por su matrimonio y la sexualidad en pareja. Bendiga a su pareja y recuerde que un problema compartido es un medio problema. No cargue con toda la responsabilidad usted solo.

Sincérese. No revoque su dolor, ni finja algo que no siente. Eso terminará matando el amor. Busque la mejor manera de expresar a su cónyuge lo que está sintiendo. Si lo estima necesario, pida ayuda a un consejero maduro o un profesional en el área. No se resigne. No baje los brazos aceptando la amargura. Recuerde que la sexualidad es para vivirla, no para sufrirla.

Finalmente, sazone todo con fe auténtica, que es el ingrediente secreto para un buen matrimonio.

En el caso que relatamos, Ada le compartió a su esposo la intención que teníamos nosotros de hablar con los dos, ya que la dificultad de la intimidad era un problema compartido. Él, como era de suponer, se negó. Ella bajó la cabeza, tragó su amargura y dejó que una lágrima más rodara por su mejilla para perderse en un mar de silencio y resignación.

No permita que esto le ocurra. Cambie su historia. Sólo usted puede hacerlo.

Extracto del libro Sexualidad Sana, Liderazgo Sólido

Por José Luis y Silvia Cinalli

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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