La Doctrina de los Ángeles – La Participación Angélica en el Problema Moral 2

 

Continuemos.

Los ángeles definitivamente fueron influenciados hacia la santidad. Esa comunión constante con Dios que se otorga a los santos ángeles, y que originalmente se extendió a todos ellos, es inmensurable en su potencialidad. La única ley era suficiente para suplir cualquier necesidad que tuvieran y así alcanzarían la felicidad deseada. Esa ley definió cada detalle de la relación existente entre ellos y Dios. El apartarse de esa voluntad resultaría en asumir una actitud falsa hacia todas las cosas. Más adelante vamos a considerar el alcance de esa desviación que cambió el amor por el aborrecimiento y la amargura.

En lo que concierne al problema del primer pecado del primer ángel, se debe notar que, bajo las condiciones que existían en aquel entonces, faltaban casi todos los medios por los que el pecado avanza. Rebelarse o declararse en contra de Dios fue la única dirección en que tal ser podía pecar. Sobre esta verdad muy patente Hooker ha escrito: «Por lo tanto, parece que no había otra manera en que los ángeles pudieran pecar, sino por el reflejo de su auto-contemplación, la admiración de su amor anterior, su adoración e imitación de Dios» (Ecc. Pol., Libro I, cp.IV,2, citado por Gerhart).

A este engreimiento por posesionarse del mando de lo que el Creador había propuesto ser la autoridad y el guía, se refirió el Apóstol cuando escribió del «neófito» en lo relacionado al orden en la iglesia, diciendo: «No sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo» (1 Ti1 Ti.3:6; Is.14:12; Ez.28:17).

Aunque se revela así la naturaleza del primer pecado tan definitivamente, con todo, es un misterio cómo este principio de pecado podía recibir una bienvenida en tal ser. Continuar con Dios como Su sabiduría había especificado representaba por lo menos la sensatez angélica; apartarse de aquel camino divino fue el colmo de la insensatez angélica, pero es la responsable en este caso. El pecado no tiene lugar en la naturaleza y posición de un ángel no caído. Su presencia es nada menos que el desorden y la falta de razón.

Tanto la filosofía como la teología han tratado de solucionar el problema que se presenta en el primer pecado. Cualquier vestigio de verdad que éstos sugieran, en todo caso, ninguna es suficiente. El tratar de descubrir una razón comprensible en un caso donde la mente reconoce que la razón ha faltado como en el primer pecado angélico, es simplemente imposible. El pecado, siendo una contradicción de la razón e irracional en sí mismo, no está sujeto a la razón. Es muy posible que una criatura irracional y acostumbrada a los caminos depravados pueda tratar de entender con simpatía la insensatez que una criatura semejante exhibe, pero en ninguna manera es eso una explicación razonable para poder comprender el pecado cometido por un ángel no caído.

La criatura —sea ángel u hombre— es creada para que sea teocéntrica. Cuando el yo llegue a ser el centro de su propio mundo, eso contradice la ley básica de su existencia como criatura, y resulta en una completa falsificación del orden moral divino. También se halla como una violación del designio original en cuanto a esas relaciones recíprocas que hay entre los seres finitos mismos. El pecado, pues, no sólo es contra Dios, sino también contra todos nuestros semejantes.

La caída de un ángel hace que surjan dos preguntas teológicas:

A. ¿Cómo podía un Dios Santo permitir pecar a cualquier criatura?

B. ¿Cómo podía pecar un ángel santo sin influencia exterior?

Al considerar el problema presentado por la primera pregunta se puede decir —aunque realmente no tiene que ver mucho con la presente discusión— que se declara que la creación original de Dios es buena delante de Sus ojos; que el omnisciente Dios, sabiendo que ciertos de los seres morales creados dejarían el camino recto y caerían, sin embargo les dio existencia a pesar de la certeza de tal conocimiento. Con todo, en el caso de los ángeles como en el de los hombres, Dios atribuye la falta moral, no a sí mismo, sino a la criatura.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Teología Sistemática. Volumen 2”

Por Lewis S. Chafer

(Fundador y 1º Presidente del Seminario Teológico en Dallas, Texas. USA)

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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