La Doctrina de la Trinidad – Dios en Tres Personas: La Trinidad 4

 

Continuemos.

Finalmente, el hecho de que el Hijo no es el Espíritu Santo también se indica en los varios pasajes trinitarios mencionados antes, tales como la gran comisión (Mt 28:19), y en los pasajes que indican que Cristo volvió al cielo y luego envió al Espíritu Santo a la iglesia (Jn.16:7).

Algunos han cuestionado si el Espíritu Santo en verdad es una persona distinta, antes que simplemente el «poder» o «fuerza» de Dios en acción en el mundo. Pero el Nuevo Testamento es muy claro y fuerte. Primero están los varios versículos mencionados anteriormente, en donde se pone al Espíritu Santo en una relación de coordinación con el Padre y el Hijo (Mt.28:19; 1 Co.12:4-6; 2 Co.13:14; Ef. 4:4-6; 1 P.1:2); puesto que el Padre y el Hijo son personas, la expresión coordinada intima fuertemente que el Espíritu Santo también es una persona.

Luego hay lugares don­de el pronombre masculino él (gr. ekeinos) se le aplica al Espíritu Santo (Jn.14:26; 15:26; 16:13-14), lo que uno no esperaría de las reglas de la gramática griega, por­que el sustantivo «espíritu» (gr. pneuma) es neutro, no masculino, y ordinariamente se le añadiría el pronombre neutro ekeino. Es más, el nombre Consejero o Consolador (gr. paracletos) es un término que comúnmente se usa para hablar de una persona que ayuda o da consuelo o consejo a otra persona o personas, pero se usa para referirse al Espíritu Santo en el Evangelio de Juan (14:16, 26; 15:26; 16:7).

También al Espíritu Santo se le adscriben otras actividades personales, tales como enseñar (Jn.14:26), dar testimonio (Jn.15:26; Ro.8:16), interceder u orar a fa­vor de otros (Ro.8:26-27), escudriñarlas profundidades de Dios (1 Co.2:10), cono­cer los pensamientos de Dios (1 Co.2:11), decidir repartir algunos dones a algunos y otros dones a otros (1 Co.12:11), prohibir o no permitir ciertas actividades (Hch.16:6-7), hablar (Hch.8:29; 13:2; y muchas veces en el Antiguo y Nuevo Testamen­tos), evaluar y aprobar un curso sabio de acción (Hch.15:28), y entristecerse por el pecado en la vida de los creyentes (Ef. 4:30).

Finalmente, si se entiende que el Espíritu Santo es simplemente el poder de Dios, antes que una persona distinta, entonces toda una serie de pasajes no ten­drían sentido, porque en ellos el Espíritu Santo y su poder o el poder de Dios se mencionan juntos. Por ejemplo, Lucas 4:14: «Jesús regresó a Galilea en el poder del Espíritu» estaría diciendo: «Jesús regresó a Galilea en el poder del poder». En Hechos 10:38: «Me refiero a Jesús de Nazaret: cómo lo ungió Dios con el Espíritu Santo y con poder», significaría: «Me refiero a Jesús de Nazaret: cómo lo ungió Dios con el poder de Dios y con poder» (Ro.15:13; 1 Co.2:4).

Aunque tantos pasajes claramente distinguen al Espíritu Santo de los otros miembros de la Trinidad, un versículo difícil ha sido 2 Corintios 3:17: «Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad». Los intérpretes a menudo han dado por sentado que «el Señor» aquí significa Cristo, porque Pablo frecuentemente usa «el Señor» para referirse a Cristo. Pero probablemente ese no es el caso aquí, porque se pudiera elaborar un buen argumento partiendo de la gramática y del contexto para decir que este versículo se traduce mejor con el Espíritu Santo como sujeto: «Ahora bien, el Espíritu es el Señor…».

En este caso, Pablo estaría diciendo que el Espíritu Santo es también «Yahvé» (o «Jehová»), el Señor del Antiguo Testamento (note el claro trasfondo del Antiguo Testamento en este contexto, empezando en el v.7). Teológicamente esto sería muy aceptable, porque se podría decir con verdad que así como Dios Padre es «Señor» y Dios Hijo es «Señor» (en el pleno sentido del Antiguo Testamento de «Señor» como nombre de Dios), también el Espíritu Santo es aquel a quien se llama «Señor» en el Antiguo Testamento; y es el Espíritu Santo el que nos manifiesta especialmente la presen­cia del Señor en esta era del nuevo pacto.

2. Cada persona es plenamente Dios. Además del hecho de que las tres personas son distintas, el testimonio abundante de la Biblia es que cada persona es también plenamente Dios.

Primero, Dios Padre es claramente Dios. Esto es evidente del primer versículo de la Biblia, en donde Dios creó los cielos y la tierra. Es evidente por todo el Antiguo y Nuevo Testamentos, en donde a Dios Padre claramente se le ve como Señor sobe­rano sobre todo y en donde Jesús ora al Padre celestial.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Teología Sistemática”

Por Wayne Grudem

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

2 Comentarios

  1. GRACIAS, POR ACLARAR (aún más) LA «DOCTRINA DE LA TRINIDAD». Finalmente DIOS Y SU HIJO, NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO. LOS DOS Y UNO MISMO, Y EL BENDITO ESPÍRITU SANTO.

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