La Doctrina de la Trinidad – Dios en Tres Personas: La Trinidad 5

 

Continuemos.

Luego, el Hijo es plenamente Dios. Juan 1:1-4 claramente afirma la plena deidad de Cristo. Aquí a Cristo se le menciona como «el Verbo», y Juan dice tanto que él estaba «con Dios» y que él «era Dios». El texto griego hace eco de las palabras de apertura de Génesis 1:1: («En el principio…») y nos recuerda que Juan está hablando de algo que fue cierto antes de que el mundo fuera hecho. Dios Hijo siempre fue plena­mente Dios.

Los Testigos de Jehová han cuestionado la traducción «el Verbo era Dios», y lo traducen como «la Palabra era un Dios» implicando que el Verbo era simplemente un ser celestial pero no plenamente divino. Justifican su traducción señalando el hecho de que el artículo definido (gr. jo, «el») no aparece antes de la palabra griega Teos («Dios»). Dicen que, por consiguiente, Teos se debe traducir «un Dios». Sin embargo, ningún erudito griego reconocido ha seguido tal interpretación, porque es de conocimiento común que la oración sigue una regla general de la gramática griega, y la ausencia del artículo definido solo indica que «Dios» es el predicado an­tes que el sujeto de la oración. (Una publicación reciente de los Testigos de Jehová ahora reconocen la regla gramatical pertinente pero continúan afirmando de todas maneras su posición en cuanto a Juan 1:1).

La irregularidad de la posición de los Testigos de Jehová se puede ver además en su traducción del resto del capítulo. Por varias otras razones gramaticales, la pala­bra Teos también carece de artículo definido en otros lugares de este capítulo, tales como el versículo 6, versículo 12, versículo 13 y versículo 18. Si los Testigos de Jehová fueran consistentes en su argumentación en cuanto a la ausencia del artículo definido, de­berían haber traducido todos éstos casos con la frase «un dios», pero en cada uno de estos casos traducen «Dios».

Juan 20:28 en su contexto también es una fuerte prueba de la deidad de Cristo. Tomás había dudado de los informes de los otros discípulos de que habían visto a Jesús resucitado de los muertos, y dijo que no creería a menos que pudiera ver las huellas de los clavos en las manos de Jesús y poner su mano en su costado herido (Jn.20:25). Después Jesús se apareció a los discípulos cuando Tomás estaba con ellos. Le dijo a Tomás: «Pon tu dedo aquí y mira mis manos. Acerca tu mano y méte­la en mi costado. Y no seas incrédulo, sino hombre de fe» (Jn.20:27).

En respuesta a esto, leemos que Tomás exclamó: «¡Señor mío y Dios mío!» (Jn.20:28). Aquí Tomás llamó a Jesús «Dios mío». La narración muestra que tanto Juan al escribir su Evan­gelio y Jesús mismo aprobó lo que Tomás había dicho y alentó a todos los que oyeron a Tomás a creer lo mismo que Tomás. Jesús de inmediato le responde a Tomás: «Porque me has visto, has creído… dichosos los que no han visto y sin em­bargo creen» (Jn.20:29). En lo que a Juan atañe, este es el dramático punto cumbre del evangelio, porque inmediatamente le dice al lector, y en el mismo siguiente versículo, que esta es la razón por la que escribió (Jn.20:30-31).

Jesús habla de los que no le verán y sin embargo creerán, y Juan de inmediato le dice a los lectores que ha incluido los acontecimientos escritos en su Evangelio para que ellos puedan creer también de esta manera, imitando a Tomás en su con­fesión de fe. En otras palabras, todo el evangelio fue escrito para persuadir a las personas a imitar a Tomás, que sinceramente llamó a Jesús: «Señor mío y Dios mío». Debido a que Juan presenta esto como el propósito de su evangelio, la oración cobra fuerza adicional.

Otros pasajes que hablan de Jesús como plenamente divino incluyen Hebreos 1, en donde el autor dice que Cristo es la «fiel imagen» (vs.3, gr. karákter, «duplicado exacto») de la naturaleza o ser (gr. jupostasis) de Dios; lo que quiere decir que Dios Hijo duplica exactamente el ser o la naturaleza de Dios Padre en todo detalle; cual­quier atributo o poder que Dios Padre tiene, Dios Hijo lo tiene por igual. El autor pasa a referirse al Hijo como «Dios» en el versículo 8 y le atribuye a Cristo la creación de los cielos (Hb.1:10, citando Sal.102:25). Tito 2:13 se refiere a «nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo», y 2 Pedro 1:1 habla de «la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo». Ver también Romanos 9:5.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Teología Sistemática”

Por Wayne Grudem

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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